En estos días coincidieron dos acontecimientos importantes que determinarán el futuro de la salud de los mexicanos: el debate presidencial, en el que se abordaron temas de salud, y la presentación del libro “IMSS: Horizontes del Bienestar Social para el México del Siglo XXI”.
En el debate, las candidatas expusieron visiones distintas. Mientras la doctora Claudia Sheinbaum aboga por un sistema de salud público, universal y gratuito, la ingeniería Xóchitl Gálvez sugiere revivir el Seguro Popular y complementarlo con servicios médicos privados a través de la tarjeta “Mi Salud”.
El libro en comento arroja luz sobre el modelo de salud que defiende la oposición, recordando las reformas a la Ley General de Salud de 1984 que promovieron la intervención del sector privado en la salud, en detrimento del sistema público.
Además, contiene un “relato alternativo” sobre la visión hegemónica de la salud mediante lo que sus autores denominan “una privatización silenciosa”, la cual fue realizada a través de la introducción de una lógica de mercado al interior del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante las últimas cuatro décadas, mediante procesos de mercantilización como la subrogación de servicios al sector privado, una visión institucional centrada en la eficiencia, eficacia, productividad, contención de costos, así como estímulos a la competencia de mercado, todo desde el interior del Instituto.
Es precisamente este modelo hegemónico que aún sigue vigente, el que hay que modificar, pues sus resultados han ocasionado el deterioro de los servicios que hoy en día otorgan las instituciones de seguridad social como el IMSS o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ya que hubo un empeño en desmantelarlas a través de su mercantilización o “privatización silenciosa”, y que no se ha podido revertir a pesar de los esfuerzos de contención del modelo neoliberal realizados por la actual administración.
En el libro también se reflexiona sobre “La gradual degradación de la calidad y oportunidad, así como la carencia de humanismo en la prestación de los servicios médicos” en el IMSS. Algo que debe reconocerse si se quiere solucionar, pues se trata de la salud de millones de mexicanos. Los autores son enfáticos en sostener que en el IMSS sus procesos estuvieron marcados por una “cultura organizacional orientada por los valores del mercado y la preponderancia de una lógica productivista y competitiva”, arraigados a una cultura institucional gerencial-empresarial. Prácticas e inercias que han actuado y que se reconoce siguen actuando dentro del IMSS.
De acuerdo con la doctora María Luisa Mussot López, autora del libro conmemorativo sobre los 80 años del IMSS “en un escenario de complejidad institucional y en el entorno de la denominada Cuarta Transformación del régimen político mexicano, es a través del IMSS (que dirige Zoé Robledo) que se deben sentar los fundamentos y construir el sistema público de salud nacional”. Esto plantea interrogantes sobre el rol del Servicio Nacional de Salud Pública promovido por la Secretaría de Salud al cierre de esta administración.
En el México del siglo XXI la ruta de un mayor bienestar social en beneficio de los más desprotegidos debe ser la guía para la siguiente administración, y necesariamente debe pasar por desarraigar la actual “estructura organizacional productivista” de las instituciones de salud y centrarse en un servicio público que sea guiado por indicadores de beneficio social y no de productividad. Solo así se podrá recuperar el humanismo en la prestación de los servicios médicos.
La decisión sobre la dirección del Sistema Nacional de Salud recaerá en la próxima presidenta, la cual deberá garantizar que más allá de egos y ansias de poder, se satisfagan las necesidades de salud de la población mexicana.
La mejora en la calidad y prestación de los servicios médicos es un imperativo que debe atenderse con urgencia.