45 leyes
15 por mes. Ordenamientos de gran complejidad técnica y de profundo efecto entre los poderosos del país, se aprobarán como si fueran minutas de viajes parlamentarios, condecoraciones o ratificación de nombramientos, así es, como temas que son solo de trámite y que no precisan de reflexión alguna. Algunos insisten en que su impacto alcanzará a las masas o que beneficiará los bolsillos de los que menos tienen. Nada más alejado de la realidad.
Gabriel Reyes Orona15 por mes. Ordenamientos de gran complejidad técnica y de profundo efecto entre los poderosos del país, se aprobarán como si fueran minutas de viajes parlamentarios, condecoraciones o ratificación de nombramientos, así es, como temas que son solo de trámite y que no precisan de reflexión alguna. Algunos insisten en que su impacto alcanzará a las masas o que beneficiará los bolsillos de los que menos tienen. Nada más alejado de la realidad.
Rebuscadas explicaciones intentan malabares para justificar el apuro y la arrogante superficialidad. Esas reformas son más que estructurales, cupulares, dado que no modifican los elementos que son puntales del modelo mexicano, sino que propician un reparto diferente de la riqueza que se genera en México, apabullando a las grandes fortunas formadas antes de esta administración y generando un ambiente fructífero para quienes hoy gozan del favor de los actuales detentadores del poder.
En su mayoría, grandes empresas extranjeras, que en sus países no encuentran oportunidades de lucro como las que aquí se ofrecen. Desde el absurdo margen financiero que los mexicanos están dispuestos a pagar, hasta la conformación de un entorno judicial imposible para los nacionales y favorecedor para quienes pueden acudir a tribunales e instancias arbitrales del exterior, donde el sector público mexicano pierde de todas, todas.
Con esa velocidad que da la imperiosa necesidad de acomodarse entre los favoritos del sistema, y con ello, participar desde puestos públicos en lucrativos negocios, mediante prestanombres o “alianzas político financieras”, se aprobarán los ordenamientos bajo una nueva estrategia legislativa consistente en cooptar, enviar de viaje, o prodigar lucidoras medallas electorales a los legisladores cuyos votos construyen mayorías, cayó en desuso aquella de construir normas que hagan de éste un país mejor en el que vivir.
No es convencer con razones, sino con el peso metálico del que buscan hacerse políticos con trayectorias tan espumosas y ligeras, como sus convicciones. Sí, los partidos sólo brindan escaparate a quien busca venderse al mejor postor. Tienen ya más prisa los otrora opositores por votarlo todo, que quienes abanderan las causas del gobierno.
Que equivocados estaban los operadores de los últimos veinte años, no era con conceptos, argumentos y datos técnicos, sino con incentivos político- financieros, como se torcía la voluntad de quienes le negaban reformas a México. Tantas propuestas, tantos dictámenes, cuando lo importante no era eso, sino saber identificar el nivel de vanidad, necesidad o ambición de la contraparte, para negociar sobre bases firmes.
Así, el panismo hoy muestra dos cabezas de un solo monstruo, pero ambas gimen por recursos que les permita pagar estructuras, gestores, operadores y demás fauna del azul empresariado que organizaron abusando del poder.
Las reformas solo tienden los nuevos caminos que han de andar los que ahora formarán fortuna de la noche a la mañana. 45 son pocas.