Ya son Santos, pero no perfectos

En medio de la polémica mundial sobre el derecho del Papa Juan Pablo II a ser erigido santo, ayer finalmente y en una ceremonia flanqueada por altos jerarcas de varias naciones, se canonizó al mismo tiempo al Papa de Polonia y al veneciano Juan XXIII, que presidió a los católicos menos de cinco años y no tenía milagros demostrados. 

Los papas  fueron proclamados este domingo en una ceremonia en la que el Papa Francisco destacó que ambos “restauraron y actualizaron la Iglesia católica a su imagen original”.

Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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En medio de la polémica mundial sobre el derecho del Papa Juan Pablo II a ser erigido santo, ayer finalmente y en una ceremonia flanqueada por altos jerarcas de varias naciones, se canonizó al mismo tiempo al Papa de Polonia y al veneciano Juan XXIII, que presidió a los católicos menos de cinco años y no tenía milagros demostrados. 

Los papas  fueron proclamados este domingo en una ceremonia en la que el Papa Francisco destacó que ambos “restauraron y actualizaron la Iglesia católica a su imagen original”.

“Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía original, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos”, dijo  Francisco en su homilía.

El primer papa sudamericano comenzó la misa con el episodio bíblico sobre Santo Tomás, que toca las llagas de Jesús resucitado, y Francisco subrayó que Wojtyla y Roncalli: “tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado”, haciendo alusión a la modernización de la iglesia en sus tiempos. 

Para el papa Jorge Bergoglio, “en estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había una esperanza viva, junto a un gozo inefable y radiante”.

Una esperanza y un gozo, “que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno”.

Juan XXIII, elegido para ser un pontífice de transición en 1958, se convirtió en revolucionario al convocar el Concilio Vaticano II, para renovar a la Iglesia Católica. Las misas dejaron de ser en latín y los sacerdotes oficiaron de cara a los fieles. 

Modernizó la vida en el Vaticano, al flexibilizar el protocolo y facilitar el contacto de un pontífice con la vida cotidiana y renovó el Colegio Cardenalicio al incluir representantes de zonas antes no atendidas. 

Como en el caso de Juan Pablo II, la muerte del veneciano Angelo Roncalli fue seguida de un intenso fervor popular que pedía su proclamación como santo sin pasar por un proceso. Pero el caso quedó enterrado más de 50 años, hasta que Francisco lo retomó y pasó algunos protocolos por alto, como canonizarlo con solo un milagro comprobado a pesar de que las tradiciones católicas piden al menos, dos. 

También ignoró la antigua tradición de que pasarán más años de la muerte del candidato para canonizarlo, ya  que Juan Pablo II inició su proceso casi inmediatamente después de su largo reinado de más de 26 años que terminó en abril del 2005, con su muerte. 

Además, el Vaticano enfrentó corrientes de todas las naciones que protestaron en medios y redes debido a la suposición de que Juan Pablo II, llamado “El Papa Viajero”, solapó al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, en sus actos de pederastia que se habían denunciado en su tiempo. 

Y ante la polémica, que no fue ajena al Vaticano, el vocero Federico Lombardi aclaró: “Son santos,  pero no perfectos”.

Los gobernantes, presentes 

Sin embargo las dudas no llegaron a los fieles y seguidores de los dos nuevos santos y estos llenaron la Plaza del Vaticano con más de 800 mil personas, según cifras oficiales, y la presencia de mandatarios de países católicos como España y Polonia entre otras delegaciones. 

De México acudió Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto, y dos de su hijas. Entre los presidentes estuvieron el italiano Georgio Napolitano y el polaco Bronislaw Komowski, acompañado por los expresidentes Aleksander Kwasniewski y Lech Walesa.

Estados Unidos envió a la canonización al presidente del Caucus Demócrata, Xavier Becerra, y el asesor presidencial John Podesta. Lituania -república báltica exsoviética con un 80 por ciento de población católica- fue representada por su presidenta, Dalia Gribauskaite.

El presidente paraguayo Horacio Cartés estuvo presente y la delegación brasileña la encabezará el presidente del Congreso, el senador Renan Calheiros.

De América Latina, el presidente Rafael Correa encabezó la delegación de Ecuador, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández también asistió y el presidente electo salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén.

Al mismo tiempo que el Vaticano se engalanaba para la ceremonia, en las redes del mundo se mencionaba insistentemente que durante el pontificado de Juan Pablo II se habló de lavado de dinero en la Iglesia y de que él sabía del caso Maciel y no actuó como hubiera correspondido.  

Fuentes vaticanas aseguraron que antes de morir, el Papa había mandado investigar a Maciel, cuyos actos reprobables salieron a la luz en el corto pontificado de Benedicto XVI, quien estuvo presente en la misa.

Transmiten por Internet 

Es la primera vez que el Vaticano retransmite en directo por Internet una canonización. Para la cobertura se utilizaron 33 cámaras de televisión: 13 de ellas transmitieron en 3D, 15 en alta definición y 5 en formato 4K.

El domingo 27 de abril será el día recordado como ‘el de los cuatro papas’, ya que la ceremonia de canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II corrió a cargo del papa Francisco con la presencia del papa emérito Benedicto XVI, que renunció al trono vaticano en febrero del año pasado.  

Juan XXIII, italiano, estuvo a cargo de la Iglesia católica entre 1958 y 1963, mientras que Juan Pablo II, polaco, la encabezó entre 1978 y 2005.

La ceremonia fue concelebrada por el papa emérito Benedicto XVI, 150 cardenales, más de mil  obispos y unos 6 mil sacerdotes de todo el mundo. 

Los representantes de las 122 delegaciones oficiales que confirmaron su asistencia, entre las que se encontraban 24 jefes de Estado y 10 jefes de Gobierno, empezaron a llegar a la Plaza de San Pedro una hora antes del inicio del evento. 

Se estima que cientos de miles de personas se concentraron en los aledaños de la Ciudad del Vaticano para seguir la retransmisión en pantallas gigantes.

Desde ahí aplaudían la homilía de Francisco, y el momento en que solemnemente se ungieron dos nuevos santos de la Iglesia Católica. 

Roma estuvo llena de fieles, y ahora, la Iglesia Católica tiene dos nuevos santos a quien rezar. 

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