Las mujeres migrantes de Centroamérica huyen de la violencia, pero también la encuentran en su recorrido hacia Estados Unidos e incluso en su destino. Las integrantes de la Caravana Migrante que avanzan por el sur de México ahora están más protegidas que quienes cada año deciden cruzar el país solas o en grupos pequeños, sin embargo, de igual forma se enfrentan con otras agresiones institucionales o domésticas.
Además, si las migrantes no siguen el ritmo de la marcha y se quedan atrás son más vulnerables a la extorsión, violencia sexual, secuestro y hasta homicidio.
Las fotografías de la marcha migrante muestran a madres que avanzan juntas mientras cargan a sus hijos, jóvenes que arman campamentos al lado de la carretera para protegerse entre ellas e incluso una fila de mujeres que empujan carriolas entre automóviles.
En entrevista con Reporte Índigo, Gretchen Kuhner, directora del Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi), explica que las mujeres que ahora caminan en grupos grandes de más de mil personas están protegidas de agresiones externas a la caravana.
“Están protegidas de los tipos de violencia normal que pueden experimentar aquí en México como es extorsión, violencia física y sexual, secuestro y hasta homicidio”, comenta la directora de Imumi.
No obstante, Kuhner señala que algunas mujeres tienen dificultades que les impiden avanzar al mismo ritmo que los demás migrantes, tales como cuidar a sus hijos pequeños que ya caminan y se pierden entre el grupo o atender a los bebés deshidratados o enfermos.
“Esa situación las hace más vulnerables. El martes algunos se quedaron atrás porque no pueden tener el mismo ritmo que el resto del grupo, llegó personal del Instituto Nacional de Migración y deportó una parte del grupo”, comparte la directora de la organización.
Cuando las migrantes se quedan atrás o viajan en pequeños grupos se enfrentan a todo tipo de violencias. Dos mujeres fueron agredidas la semana pasada cuando se separaron del resto de centroamericanos con quienes viajaban.
Las mujeres de origen hondureño fueron asaltadas y violadas por hombres armados en el municipio de Tenosique, Tabasco, cuando intentaban alcanzar la caravana.
Los delincuentes las atacaron cuando viajaban acompañadas de sus hijos, de 11 y 8 años, quienes presenciaron los hechos. El ataque ocurrió el 20 de octubre, cerca de la colonia Las Brisas, en la carretera El Ceibo-Tenosique.
Las mujeres eran parte de un grupo de 16 personas que se desplazaba por la frontera tabasqueña, cuando cuatro de ellos fueron interceptados por sujetos que con machete en mano los despojaron de sus pertenencias y violaron a las migrantes.
El estudio señala que las agresiones fueron cometidas por autoridades, su grupo familiar, desconocidos durante su trayecto migratorio y por personas cuyo origen no pudieron precisar
Amarela Varela Huerta, doctora en sociología y especialista en migraciones, explica que las mujeres son el principal objetivo de las redes de tráfico de personas y órganos.
La especialista añade que las mujeres centroamericanas también enfrentan otras violencias vinculadas con el racismo social en México. Agrega que las migrantes corren más riesgo de vivir racismo y xenofobia en términos salariales, del acceso a la educación a la salud, por su condición de género.
Violencia desde el origen
La violencia contra las mujeres migrantes no inicia en la ruta hacia Estados Unidos, sino que muchas veces es la razón que las obliga a salir de sus países de origen.
“Las mujeres centroamericanas que hoy engrosan la caravana de desplazados escapan de lo que he llamado la trinidad perversa: la violencia de Estado (…), la violencia de mercado (…) y la violencia patriarcal y feminicida que las pandillas y la población común comete contra ellas de una manera sistemática”, expone Varela Huerta.
La doctora en sociología comenta que la violencia más grave de la trinidad perversa es la estatal o institucional, es decir, la mala capacidad de las instituciones gubernamentales para garantizar los derechos humanos e incluso la violación de las garantías fundamentales.
“En Centroamérica hay impunidad y corrupción por parte del Estado. También hay las mismas políticas de omisión que vemos en México: ausencia total del Estado para garantizar el derecho a la vida, la educación, la salud y a un trabajo digno”, menciona la doctora.
Además, en el caso de Honduras, país del que provienen la mayoría de mujeres que integran la caravana, suman ya dos períodos presidenciales de imposición.
“Honduras sufrió un golpe de Estado con el apoyo de los gobiernos norteamericanos y no se tomaron medidas de diplomacia internacional para frenar este estado de excepción y lo que tenemos es ese resultado de 7 mil personas caminando hacia donde consigan tener condiciones de vida”, comenta Varela Huerta.
La trinidad perversa también está integrada por la violencia de mercado, es decir, todas las reformas laborales que desestabilizan la economía y precarizan los trabajos formales.
“En América Central hay leyes del trabajo que permiten hasta jornadas de 60 horas legalmente acordadas por el patronal o por los sindicatos”, menciona la especialista.
La trinidad se completa con la violencia patriarcal o feminicida. Varela Huerta comenta que los observatorios de investigadoras especialistas en género y en feminismo en América Central entienden la violencia feminicida como la suma de la violencia sexual, la doméstica y los asesinatos perpetradores por agentes del Estado, familiares o vecinos.
“Las mujeres huyen de violaciones en marcos domésticos o acosos sexuales en ambientes laborales. También se van porque la empresa en la que laboran las tiene trabajando en condiciones de semiesclavitud”, asegura la doctora.
Por otra parte, las mujeres centroamericanas también huyen de la violencia ejercida por pandillas, que según Varela Huerta, son producto de las “políticas públicas juvenicidas”, que apuestan por la criminalización y la exclusión social de los jóvenes.
La directora de Imumi confirma las palabras de la doctora en sociología. Agrega que algunas mujeres migrantes que atiende en su organización comentan que salieron de sus países por la violencia social e institucional, pero también sufren agresiones dentro de su familia.
La violencia en sus países de origen y a lo largo de la ruta hacia Estados Unidos son las dos primeras capas de agresiones que enfrentan las mujeres migrantes, pero no las únicas.
Destino complicado
Las mujeres migrantes también enfrentan violencia cuando llegan a Estados Unidos. Después de atravesar los peligros de México, las centroamericanas y mexicanas son agredidas cuando ya se encuentran en el país gobernado por Donald Trump.
La violencia en territorio estadounidense está presente en tres niveles como en América Central. Es institucional, económica y social. El aspecto de Estado o institucional es representado por las políticas de Trump que los primeros meses de este año separaron a familias de migrantes.
Las agresiones son cometidas por las parejas de las mujeres migrantes debido a su estatus irregular en Estados Unidos.
Amarela Varela Huerta, doctora en sociología y especialista en migraciones, comenta que las mujeres que no tienen documentos migratorios también tienen que lidiar con violencias de mercado en Estados Unidos.
“Nicholas de Genova (doctor en antropología) dice que hay una producción estatal de la ilegalidad para explotar a laspersonas y además garantizar su estatuto de vulnerabilidad jurídica porque al no tener papeles no son sujetos de derecho”, explica la doctora en sociología.
Varela Huerta menciona que esa realidad aplica para los 12 millones de personas en situación migratoria irregular en Estados Unidos, sin embargo, las mujeres son más vulnerables a la explotación y violación de sus derechos.
“En el caso de una niña indígena migrante que trabaja en las plantaciones agroindustriales se cruza la vulnerabilidad por habitar un cuerpo femenino infantil y racializado como indígena”, ejemplifica la socióloga.
Una posible respuesta
Ante todas las violencias que enfrentan las mujeres y el resto de migrantes, Varela Huerta ofrece una solución para erradicar las agresiones. La doctora en sociología menciona que hay que seguir el ejemplo de los integrantes de la caravana y caminar juntos. La especialista propone que la ciudadanía mexicana apoye y camine junto con el grupo migratorio para evitar más actos violentos contra ellos.
“Es muy importante decirle a la ciudadanía que es fundamental que nos acuerpemos con ellos, que caminemos con los migrantes, porque esas mujeres, niños, ancianos y hombres están huyendo de las mismas violencias que nos tienen asfixiados a los mexicanos”, concluye la especialista en migración.