En una reunión de personas que sorprendió al mundo, el papa Francisco culminó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con una misa en la playa de Copacabana, a la que asistieron lo que algunos medios calcularon en tres millones de personas.
“Vayan, no tengan miedo y sirvan”, dijo el Papa a sus fieles congregados este domingo.
Durante su homilía el Papa exhortó a la multitud a compartir su fe: “La experiencia de este encuentro no debe permanecer en su vida o en el pequeño grupo de su parroquia, su movimiento o su comunidad”, dijo.
“No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cada área de la vida, a los márgenes de la sociedad, incluso a aquellos que parezcan más lejanos, más indiferentes”, añadió.
Peregrinos católicos del mundo viajaron a Brasil para la semana de celebraciones y para ver al pontífice, cuya visita fue un respiro para una Iglesia Católica que en años recientes ha tenido que enfrentar escándalos.
Las multitudes siguieron a Francisco en todos los eventos. Organizadores y autoridades locales indicaron que 1.5 millones de personas asistieron a ceremonia del Vía Crucis el viernes pasado.
La oficina del alcalde en Río de Janeiro indicó que la estimación del total de asistentes a la oración de vigilia el sábado podría alcanzar los tres millones. Este domingo la asistencia a la misa final en tres millones de fieles, de acuerdo a las autoridades brasileñas.
Fotografías de helicóptero mostraron multitudes de personas hombro con hombro a lo largo de casi cinco kilómetros, en las playas y las calles en donde acamparon.
Mientras el papamóvil recorrió la Avenida Atlántica por última vez durante el viaje de Francisco, militares cercaron ambos lados de la calle junto con voluntarios, manteniendo a la multitud lejos del líder de la Iglesia Católica.
Llamado el “Papa de los pobres”, dijo en su último sermón que “evangelizar significa dar testimonio personal del amor de Dios, es superar nuestro egoísmo, es servir y agacharse para lavar los pies de nuestros hermanos, como Jesús hizo”.
Ese mensaje, dijo, “es llevar el poder de Dios para arrancar y derribar el mal y la violencia, destruir y desechar las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio para construir un nuevo mundo”.
Después de esta misa que rompió récord en asistencia, Francisco regresó a Italia.