La Unión Europea vota por la derecha, Francia, y España se decantan por el nacionalismo

En el Parlamento Europeo los partidos mayoritarios lograron mantener su posición, pese a ello el avance de las opciones de derecha en el continente significa cambios en la política de varios países
Pablo Abundiz Pablo Abundiz Publicado el
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Cuatro días de votaciones marcaron un nuevo rumbo para el Parlamento Europeo, los partidos de extrema derecha de todo el continente lograron considerables avances en el único órgano escogido por mandato popular en la Unión Europea.

Mientras que los dos partidos que tradicionalmente forman la mayoría del Parlamento, el Partido Popular Europeo (EPP) y los Socialdemócratas (S&D), lograron mantener sus cuotas dentro de los 720 escaños de la Eurocámara, las ganancias de las extremas derechas llegaron a costa de la representación de partidos menores.

Al cierre de esta edición, aunque los votos de los cómputos continuaban en los 27 países de la Unión Europea, se proyecta que el EPP, con su vuelco hacia políticas más conservadoras en materia de migración y defensa, haya logrado un avance de 10 curules en el Parlamento, y con ello mantenga la posición como la fuerza política más grande de Europa, mientras que los Socialdemócratas conserven la segunda pese a haber perdido cuatro escaños.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que buscará que su partido, el EPP, forme un bloque junto con los Socialdemócratas para contener a la extrema derecha, que representados en los bloques Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) e Identidad y Democracia (ID) se convirtieron en la cuarta y quinta fuerza política del continente.

La coordinación de la derecha en el Parlamento Europeo

Con la renovada fuerza de la derecha, se espera que el Parlamento encuentre más dificultades al momento de legislar, en particular temas de defensa como la guerra Rusia-Ucrania y el papel de la Unión Europea en este conflicto; migración, cambio climático y la competencia industrial del grupo de los 27, el segundo bloque económico más grande del mundo, dentro y fuera del mercado común.

Pese a las ganancias tanto del CRE como de ID, la capacidad de influir en las políticas de la Unión Europea dependerá de su disposición de trabajar en conjunto y superar los rasgos más escépticos de ambos grupos políticos y los Eurodiputados que, aún comulgando ideológicamente con ellos, no forman parte de ellos.

La doctora Ana Luisa Trujillo, especialista en política europea del Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM, anota que no se puede ver al CRE y a ID como un solo bloque, pues su ideología y sus políticas difieren en cuanto a grado, tanto entre ellos como dentro de cada uno de los grupos políticos.

“Aún cuando los dos grupos son catalogados como de extrema derecha, sí hay una diferencia entre uno y otro. CRE se asumen con ideales contrarios a las políticas de la Unión Europea, pero no hablan de terminar con la organización, caso contrario a Identidad y Democracia que son mucho más radicales y buscan el final del grupo de los 27. Hay espectros distintos, por un lado está el partido Hermanos de Italia de Giorgia Meloni que no es tan cercano a la fuerza de Marine Le Pen, aunque están dentro del mismo grupo europeo; entonces se ve complicado”, señala la académica

Si bien las elecciones para el Parlamento Europeo son un evento a nivel continente, los más de 400 millones de ciudadanos europeos que pueden votar lo hacen no por uno de los siete grupos políticos de la Legislatura, sino por los partidos de cada una de las naciones, lo que hace que los resultados tengan impacto en la política local.

¿Cuáles son las consecuencias nacionales de la votación europea?

En Francia y Alemania, las dos economías más grandes de la Unión Europea, los partidos en el poder sufrieron vuelcos en las urnas. Desde París, el presidente Emmanuel Macron vio cómo las políticas nacionalistas y anti inmigrantes de su rival, Marine LePen, convencieron al 32 por ciento de la población.

Por su parte, el partido pro-europeo del mandatario francés apenas rozó el 15 por ciento de los eurodiputados correspondientes a Francia, lo que forzó al presidente para llamar a elecciones que decidirán el futuro del Parlamento francés.

En Alemania, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo el 16 por ciento de los votos germanos, más que cualquiera de los grupos políticos en la coalición gobernante.

Los resultados en el país más poblado de la Unión Europea sorprenden no solo por el pobre desempeño que los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz tuvieron en la elección, sino porque durante los últimos meses AfD había enfrentado escándalos por sus políticas anti inmigrantes; incluso se dieron manifestaciones masivas en contra del partido en diferentes ciudades alemanas.

La doctora Trujillo menciona que si bien en algunos países las votaciones a eurodiputados se posicionaron como un barómetro del humor nacional, las consecuencias dentro de la política interna de cada país aún están por definirse.

“En muchos países se tomó como un referéndum de mitad de gobierno, como en el caso de Alemania, donde todavía no hay una consecuencia clara. Lo que es evidente es el descontento con el gobierno de Scholz, ese es también el caso de España; sin embargo, hay voces que se plantean que (Scholz) tendría que escuchar la voz de la gente”, señala la especialista.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, afirmó que buscará la creación de un bloque de contención para la extrema derecha. Foto: Especial

Si bien España es uno de los países donde los partidos tradicionales pudieron contener el ascenso de los extremistas, en conjunto el Partido Popular (PP), de centro derecha, y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), actualmente en el gobierno, lograron obtener 42 de los 61 escaños españoles en el Parlamento Europeo.

Durante los últimos meses, Europa ha mostrado malestar. La guerra de Rusia con Ucrania continúa drenando sus bolsillos, la resistencia en las calles a las políticas agrícolas y el plan verde y la baja percepción de la calidad de vida fueron algunos de los temas en los que las campañas se enfocaron.

“Una de las razones por las que el votante se comporta de esta manera y pone en primer lugar a los partidos de ultraderecha tiene que ver con el malestar que persiste respecto a la calidad de vida y al estado de bienestar, pero tendríamos que aclarar que esto no es nuevo, pues se remonta a la crisis de 2008, pero se ha acrecentado con la guerra en Ucrania y la crisis de los energéticos”, finaliza la académica.

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