Una tonada diferente de The New York Times
El 7 de septiembre de 2013, la junta editorial de The New York Times hizo algo fuera de lo común: criticó al presidente que había refrendado dos veces.
Lo que estaba en cuestión eran las normas utilizadas por su gobierno para imponer la ley migratoria.
El editorial –“Deportados, Entonces y Ahora”– comenzaba: “El Congreso vuelve de su receso, esta semana, con un sistema migratorio aún fallido y sin que se hayan llevado a cabo los arreglos necesarios. El presidente Obama aún promete soluciones, pero su administración sigue siendo gran parte del problema.”
Rubén NavarreteEl 7 de septiembre de 2013, la junta editorial de The New York Times hizo algo fuera de lo común: criticó al presidente que había refrendado dos veces.
Lo que estaba en cuestión eran las normas utilizadas por su gobierno para imponer la ley migratoria.
El editorial –“Deportados, Entonces y Ahora”– comenzaba: “El Congreso vuelve de su receso, esta semana, con un sistema migratorio aún fallido y sin que se hayan llevado a cabo los arreglos necesarios. El presidente Obama aún promete soluciones, pero su administración sigue siendo gran parte del problema.”
Es un problema cuando un gobierno establece cuotas de deportación para que los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) apresen un número determinado de inmigrantes ilegales, deporten unas mil personas al día y acumulen un número récord de deportaciones.
Es un problema que Janet Napolitano, entonces secretaria de seguridad del territorio, afirme que más de la mitad de los deportados eran delincuentes cuando –según una auditoría de Syracuse University– sólo alrededor de un 15 por ciento lo eran y los demás eran trabajadores.
Y es un problema que el gobierno separe familias, colocando niños nacidos en Estados Unidos en hogares de acogida y niños indocumentados en centros de detención, durante largos períodos sin asesoría legal, en violación de las propias normas de ICE.
Todo eso se ha visto claramente durante algún tiempo, pero nunca esperé que el Times lo reconociera.
El editorial prosigue: “Obama habla de adoptar la causa de los inmigrantes, pero ha deportado casi 2 millones de ellos.
“Él y Napolitano, que dejó su cargo la semana pasada, siempre dijeron que su propósito era capturar a delincuentes peligrosos, pero han echado amplias redes que han caído sobre jornaleros, empleados de limpieza de carros, campesinos y otros que no presentan amenaza alguna”.
Esto es inaudito. NYT es reacio a criticar a Obama en muchos asuntos y ha sido especialmente indulgente en lo referido a política migratoria.
Quizás los miembros de la junta editorial no comprendan la cuestión realmente. O quizás no les importe lo que suceda a los migrantes.
O quizás son primero liberales, por lo que le dan un pase a un presidente demócrata mientras darían palos a un republicano.
De cualquier manera, pueden estar seguros de que este editorial nunca se hubiera publicado antes de la elección presidencial.
En aquel momento, a los estrategas demócratas les preocupaba la falta de entusiasmo de los electores latinos por Obama. Ese editorial podría haber empeorado esa ansiedad y costado a Obama parte del apoyo latino.
Lo que es insufrible es lo siguiente: que están los que piensan que la idea de que los inmigrantes ilegales se vayan del país por cuenta propia, junto con sus hijos, es menos humana que el estilo de deportación de Obama.
El editorial critica suavemente a Obama diciendo que “apenas si ha sido inspirador en este tema”.
Pero por lo menos, dice, el presidente “comprende que la solución migratoria correcta es aquella que no recompense la ilegalidad, pero que canalice la energía y las aspiraciones de los inmigrantes hacia fines fructíferos.”
Eso es una ficción. No está claro que Obama comprenda eso. Se destaca en cambio en canalizar a los inmigrantes fuera del país, y las únicas aspiraciones que defiende son las de los obreros estadounidenses, quienes están convencidos de que les pagarían más si no tuvieran que competir con trabajadores que son inmigrantes ilegales.
Cuando se trata de Obama y la migración, los miembros de la junta editorial del Times se han visto afectados, durante mucho tiempo, por lo que George W. Bush llamaba el suave prejuicio de las bajas expectativas.
A juzgar por este último editorial, esperamos que hayan comenzado a superarlo. © 2013, The Washington Post Writers Group