Con paredes calcinadas y humo abarcando la zona, fue como ayer amaneció un mercado local en la ciudad de Chernígov, al norte de Ucrania. La agresión fue provocada por los militares rusos la madrugada del martes, a pesar de sus promesas de reducir sus ataques.
Fue el pasado martes 29 de marzo que Alexander Fomin, viceministro de Defensa de Rusia, se comprometió junto a los delegados ucranianos, en una reunión bilateral en Turquía, a minimizar “drásticamente” sus agresiones tanto en Chernígov como en Kiev.
Mientras que la parte rusa le apostó a esa promesa, los ucranianos aseguraron que su nación se convertiría en un Estado neutral al no tener bases militares extranjeras en su territorio, a cambio de garantías de seguridad, ni se integraría a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como así lo establecieron antes de la invasión.
Pese a esas promesas, al cierre de esta edición la parte rusa no había puesto un alto al fuego en los territorios acordados, sino todo lo contrario.
Mientras que en Chernígov el gobernador Vyacheslav Chaus declaró a la BBC que las fuerzas rusas llevaron a cabo ataques durante toda la noche del martes y la mañana del miércoles, en Kiev se lanzaron cientos de proyectiles rusos, alcanzando casas, bibliotecas y otros sitios civiles.
Por otro lado, donde sí se redujo la presencia militar, fue en Chernobyl, al norte de la capital; un movimiento que, aunque fue mínimo, para el gobierno de Estados Unidos significó un reposicionamiento, no una separación.
“Si los rusos son realmente serios sobre rebajar la tensión, que es lo que están afirmando, deberían mandar a sus soldados a casa, y esto no es lo que estamos viendo”, dijo John Kirby, portavoz del Pentágono, tras detectar que sólo 20 por ciento de los militares rusos se habían retirado del norte de Ucrania.
Ante este panorama, la maestra Norma Soto Castañeda, internacionalista y docente de la Universidad La Salle, opina en entrevista que es poco probable que las promesas tanto de Rusia como de Ucrania se cumplan en un 100 por ciento.
De acuerdo con ella, el gobierno ruso no podría retirar por completo a sus fuerzas armadas en Chernígov ni en Kiev, si la administración del presidente Volodimir Zelenski no confirma por escrito que su país no será parte de la Alianza Atlántica.
“Mientras el gobierno ucraniano no dé ese paso, Rusia va a seguir en el proceso de ataque e invasión, presionando hasta que se tome esa decisión”, comparte la maestra.
Para Rusia, el que Ucrania no sea miembro de la OTAN sería una garantía de seguridad nacional, pues no estaría rodeado de países militarmente armados y apoyados sobre todo por naciones como Estados Unidos, uno de sus mayores rivales en materia geopolítica.
Antes de la invasión, fue el interés de Ucrania por formar parte del organismo que hizo el presidente ruso, Vladimir Putin, hiciera uno de los mayores reclamos, argumentando que ese grupo estaría más cerca de su territorio.
Acuerdo doble en favor de Ucrania
Al asegurar no ser miembro de la Alianza Atlántica, el gobierno ucraniano garantizaría un acuerdo con Rusia, avanzando en una esperada pacificación de su nación.
Y aunque ello implicaría alejarse de la posibilidad de tener la protección militar de los miembros de la OTAN, no significa que se separe de ellos diplomáticamente, conservando las relaciones que reforzó desde que la guerra inició, hace 35 días.
Alemania, Turquía, Francia, Reino Unido y Estados Unidos, por mencionar algunos, han sido los países integrantes de la alianza que más se han mantenido en contacto con Ucrania, dejándole ver que respaldarán su seguridad a toda costa.
En ese sentido, la maestra Soto Castañeda apunta que lo mejor que puede llevar a cabo el presidente Zelenski es hacer una buena estrategia para poder conservar tanto un buen acuerdo con Rusia como con los integrantes de la OTAN.
“Volodimir Zelenski debe ser un buen estratega para poder quedarse con los dos. Es decir, por un lado, lograr la paz con Rusia al asegurar que no pertenece al organismo, y por el otro mantener fuertes vínculos con sus aliados en en aspectos como en lo comercial, social y cultural.
“Esto sí lo puede hacer, estaría en todo su derecho, y dudo que los países de la Alianza le negaran esa oportunidad”, detalla la docente.
Bajo esa perspectiva, la académica espera que Zelenski demuestre ser mucho más inteligente no sólo para acordar una buena conciliación con su homólogo ruso, sino también con mandatarios de Occidente e incluso Medio Oriente.
Por lo pronto, se prevé que en las zonas donde los militares rusos han disminuido su presencia, como Chernobyl, tanto el nivel de fallecidos como heridos descienda, reduciendo las cifras totales que ha dejado la guerra.
Al día de ayer, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas registró que había al menos mil 189 muertos, incluidos 108 niños, así como mil 901 heridos en las zonas donde Rusia ha hecho presencia, tanto en el este, como en el sur y norte.