Trump ¿Mr. President?
El magnate Donald Trump tiene virtualmente asegurada la candidatura republicana a la presidencia de los Estados Unidos.
Su última victoria en los comicios en Indiana, sumando su séptimo triunfo consecutivo y la retirada de sus últimos adversarios, el senador Ted Cruz y el gobernador John Kasich de la contienda, le dejan la vía libre para la nominación.
El magnate Donald Trump tiene virtualmente asegurada la candidatura republicana a la presidencia de los Estados Unidos.
Su última victoria en los comicios en Indiana, sumando su séptimo triunfo consecutivo y la retirada de sus últimos adversarios, el senador Ted Cruz y el gobernador John Kasich de la contienda, le dejan la vía libre para la nominación.
En junio de 2015, Trump anunció su postulación presidencial, y en ese entonces sus aspiraciones fueron minimizadas, incluso al interior del partido republicano fueron tomadas como una mala broma y nadie le auguraba el éxito a su campaña.
Sin embargo, hoy es una realidad. En contra de todos los pronósticos logró arrasar en la contienda republicana, dejando en el camino a políticos contrastados y que en el papel contaban con mayores probabilidades como Ted Cruz y Marco Rubio, y John Kasich, quien apenas ayer anunció el fin de su campaña.
Trump es la antítesis de un político tradicional. Además es, desde la candidatura de Dwight Eisenhower en 1952, el primer aspirante a la presidencia que no ha ocupado previamente algún cargo político.
Conforme fue acumulando victorias a lo largo de las primarias republicanas, fue aumentando el nivel de su discurso radical, ya sea contra los migrantes, contra México, contra China, contra los políticos tradicionales, contra los agentes económicos.
Con su lema “Hacer nuevamente grande a América”, Trump ha sido parte de la campaña más peculiar que ha tenido Estados Unidos en los últimos años, polarizando a los votantes estadounidenses.
Sus ataques a las minorías, principalmente a los latinos, le han restado prácticamente todos los apoyos de ese sector, sin embargo, por su discurso radical se ha ganado como adeptos a los votantes de la llamada ‘América Profunda’, los inconformes con la versión actual de la Unión Americana.
Ante el exponencial crecimiento de su popularidad, los propios republicanos intentaron impedir que Trump se hiciera con la nominación, sin embargo, el establecimiento conservador reaccionó tarde, y hoy, al ser el único aspirante republicano, se convertirá en el abanderado de este partido.
Los republicanos finalmente tendrán que asumir que Trump será su candidato, pues saben que un enfrentamiento abierto en la convención republicana causaría división, y quieren mostrar unidad y fortaleza para la confrontación contra el candidato demócrata.
El principal reto al interior del partido republicano es lograr aglutinar a todas las fuerzas alrededor del magnate, y evitar que el bloque anti-Trump que se fue gestando al interior del partido conservador vote a favor del candidato demócrata.
Hillary, último obstáculo
El gobernador de Ohio, John Kasich, fue el último de los contendientes republicanos en abandonar la carrera. Tras conocer los resultados de los comicios en Indiana anunció que seguía en la contienda, 24 horas después, finalmente declinaría.
Aunque sólo había ganado un estado y contaba con un reducido número de delegados, encuestas lo mostraban ganando una elección contra Hillary Clinton, a diferencia de Trump quien pierde en las mediciones, y esta era la principal razón por la que Kasich se mantenía.
Todas las posibilidades de detener la candidatura de Trump se han desvanecido, el magnate será el candidato republicano, y todo parece indicar que se enfrentará a la demócrata Hillary Clinton para llegar a la Casa Blanca.
En un eventual enfrentamiento entre Clinton y Trump, la ex Primera Dama parte con ventaja en la intención de voto, y en algunos sectores electoralmente claves, las preferencias por Hillary son aún más marcadas.
El hecho de que una parte medular de su programa político es la deportación masiva de indocumentados, además de su discurso xenófobo, le ha generado un rechazo generalizado del sector latino, cuyo voto puede ser determinante en el resultado final.
Por otra parte, los sectores con mejor educación y preparación o una mejor posición socioeconómica no estarían a favor de un candidato que tiene entre sus planes de gobierno una guerra comercial con China y México y una política de aislamiento.
En esta lógica, Trump tendría un panorama complicado para vencer a la candidata demócrata, sin embargo, como lo ha demostrado esta campaña en Estados Unidos, muchas veces la lógica no termina por imponerse, y la posibilidad de que Trump sea el próximo presidente del país más poderoso del mundo, es seria.
Hay un gran sector de la población y varios segmentos del stablishment político que consideran, no solo que Trump no está preparado para asumir la silla presidencial, sino que las políticas de su programa de gobierno traerían consecuencias funestas.
La principal preocupación es el plan arancelario que tiene la intención de imponer, principalmente a China y México, lo cual podría resultar en una guerra comercial, que traería secuelas económicas a los 3 países, incluso podría generar una severa recesión.
La relación con México, uno de sus principales socios comerciales podría deteriorarse a grados peligrosos. No solo es la promesa de construir un gran muro a expensas de los mexicanos, sino la amenaza de deportar a todos los indocumentados y bloquear las remesas.
Aunque es poco factible que se puedan llegar a deportar a los millones de ilegales que viven en Estados Unidos, muchos podrían abandonar el país por miedo a las represalias o vivir con miedo.
Es cierto que, en caso de convertirse en presidente tendrá el contrapeso del Congreso, que, aún si fuera mayoritariamente republicano, difícilmente aprobaría las políticas más polémicas de su programa.