A partir de diferentes procesos judiciales en los que Donald Trump puede ser involucrado por la cercanía con los acusados, medios de comunicación y algunos ciudadanos reabrieron el debate sobre la posibilidad de que el presidente de Estados Unidos pierda su cargo mediante un impeachment.
Este es un procedimiento por el que un órgano legislativo procesa a un alto cargo para una eventual destitución.
No obstante, este proceso no es común en Estados Unidos y Trump aún no cuenta con los requisitos para que sea posible un juicio político de este tipo en su contra.
El impeachment a un presidente se contempla en la Constitución de Estados Unidos desde su aprobación en 1789. El proceso puede impulsarse ante lo que se consideren casos de “traición, soborno, altos delitos o faltas”.
Para destituir a un presidente en Estados Unidos, la Constitución concede a la Cámara de Representantes la votación inicial de cualquier proceso de este tipo. Si es aprobado por mayoría simple, el caso se traslada al Senado. Para aprobarse la destitución, es necesario el voto a favor de dos tercios de la cámara alta.
“Los republicanos no apoyarían una iniciativa para destituir al presidente de Estados Unidos e incluso teniendo una mayoría demócrata no basta con esa configuración para que se arme un proceso de impeachment en el Congreso”, afirma Juan Pablo Galicia, analista político.
Además de la aprobación del Congreso se necesitan otros factores. Galicia señala que es indispensable que exista en la opinión pública la búsqueda del proceso de destitución y que los círculos de apoyo del presidente estén tan debilitados que no puedan mantenerlo en su cargo.
“El proceso requiere que exista tanto el apoyo de las mayorías en el Congreso como el de las fuerzas políticas afuera de las cámaras, tales como medios de comunicación, opinión pública, grupos empresariales y las televisoras”, señala Galicia.
Por otra parte, la opinión pública es difícil de medir en este momento porque las personas se encuentran en burbujas sociales en las que no hay intercambio de opiniones.
“Hay medios que dan seguimiento a lo que ellos consideran locuras o tonterías que ha hecho Trump y eso aparenta que se acerca un juicio político, sin embargo, lo cierto es que sólo es la opinión de una burbuja”, explica el analista política.
En ese sentido, el viernes pasado los medios de comunicación The Washington Post y ABC News revelaron que 49 por ciento de las personas que participaron en una de sus encuestas están a favor de que el Congreso inicie un proceso de destitución contra Trump.
Al salir de las burbujas sociales más progresistas se observa que existen sectores que sí apoyan al republicano. Grupos alt-right que comparten contenidos en redes sociales, algunos medios internacionales y medios locales mantienen la legitimidad de Trump.
Además, sectores como White Anglo-Saxon Protestant se sienten representados por el republicano y para ellos el actual presidente de Estados Unidos cumple sus promesas.
Por otra parte, Trump tiene una buena relación con empresarios de industrias que estaban cerca de desaparecer con la llegada de las tecnologías limpias. Todos los industriales del carbón y del acero están encantados porque las políticas del presidente les dan otra oportunidad para prosperar.
“Trump cuenta con su propio respaldo empresarial que hacer todavía más difícil que se genere un llamado generalizado para su destitución”, señala el analista político.
Además, Galicia comenta que si Trump resulta culpable en una investigación puede utilizar el recurso de indulto o perdonarse así mismo, sin embargo, al tomar esa decisión aceptaría que cometió una falta.
“Habría que ver cómo la opinión pública, los medios de comunicación y muchos votantes toman esa situación porque implica aceptar una responsabilidad y perdonarse. Tal vez ahí ya podemos ver un manejo distinto de la opinión pública, pero hasta el momento no se dan las circunstancias para que se dé un impeachment”, argumenta Galicia.
Las discusiones sobre una posible destitución se dan después de que el exjefe de campaña de Trump Paul Manafort fuera declarado culpable de cargos por fraude fiscal y de que el exabogado personal del mandatario Michael Cohen se declarara culpable de ocho delitos graves. No obstante, aún no se implica directamente al presidente en ninguno de los casos.
Trump sobre el impeachment
En una entrevista de Fox News difundida el 23 de agosto, Trump dijo que si alguna vez es sometido a un impeachment, el mercado podría colapsar.
“Creo que todos podríamos ser más pobres… No entiendo cómo podrían someter a un impeachment a alguien que ha hecho un gran trabajo”, declaró en la entrevista.
Otros casos
En la historia de Estados Unidos, sólo hay registro de dos impeachments a presidentes, ambos del Partido Demócrata: en 1868 a Andrew Johnson y en 1998 a Bill Clinton. Los dos procesos fueron aprobados por la Cámara de Representantes, pero rechazados por el Senado.
Además, el Congreso iniciaba los preparativos a un impeachment al presidente Richard Nixon en 1974 cuando el republicano presentó su dimisión por el escándalo del caso Watergate.
El proceso de destitución más reciente contra un presidente en Estados Unidos es el de Bill Clinton. Los cuestionamientos contra la exmandatario se originaron en una investigación de un fiscal a una operación inmobiliaria del matrimonio Clinton y derivó en un análisis de la conducta sexual del presidente.
En el proceso acusó a Clinton de cometer perjurio y obstrucción a la justicia por ocultar su aventura sexual en 1997 con la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky.
Además, el expresidente mintió bajo juramento cuando negó haber mantenido relaciones sexuales con Lewinsky.
En diciembre de 1998, la Cámara de Representantes aprobó la destitución del presidente, pero esta fue rechazada en febrero de 1999 por el Senado.
¿Por qué hay tan pocos casos en EU?
Estados Unidos realmente tiene muy pocos casos de impeachment a presidentes en su historia. Especialistas aseguran que destituir al jefe de Estado provoca una mala imagen de los países ante la comunidad internacional.
“Quedarse sin jefe de Estado e inclusive generar la situación en la que el presidente pierde toda credibilidad y es juzgado al interior por sus propios compatriotas manda un mensaje de debilidad muy fuerte al exterior”, comenta Galicia.
El analista político agrega que desde la Guerra Fría los gobiernos estadounidenses pretenden dar una imagen de fortaleza en sus instituciones y eso provoca que el presidente de Estados Unidos tenga el respaldo de todos los grupos políticos.
“Eso fue creando una regla no escrita que estipula que el impeachment es un mecanismo que sólo se activa con cuestiones muy graves, imperdonables e inconfesables”, concluye el profesor.