Torturados y olvidados

Otra promesa incumplida del presidente Barack Obama. Después de los problemas ocasionados por el shutdown y la agenda a atender de las reformas migratoria y agraria, el cierre de Guantánamo parece haber quedado en el olvido.  

Este centro de detención, que alberga aproximadamente a 164 presos y que es parte del sistema de prisiones de Estados Unidos (EU) en el exterior, comenzó a operar en 2002 bajo la presidencia de George W. Bush. 

Andrea B. Assunto Andrea B. Assunto Publicado el
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Millones de dólares es el gasto anual según un documento oficial presentado ante el Congreso
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Otra promesa incumplida del presidente Barack Obama. Después de los problemas ocasionados por el shutdown y la agenda a atender de las reformas migratoria y agraria, el cierre de Guantánamo parece haber quedado en el olvido.  

Este centro de detención, que alberga aproximadamente a 164 presos y que es parte del sistema de prisiones de Estados Unidos (EU) en el exterior, comenzó a operar en 2002 bajo la presidencia de George W. Bush. 

Ubicado en la Bahía de Guantánamo en Cuba, esta cárcel ha sido blanco de un sinfín de acusaciones de abuso de los derechos humanos. 

En un discurso que pronunció en mayo pasado, Obama afirmó que cerrar este centro era crucial para lograr los objetivos antiterroristas de EU. 

La iniciativa, que podría generar otra colisión dentro del Congreso, plantea transferir a los detenidos a sus países de origen u otras naciones. 

El cumplimiento de esta promesa está pendiente desde 2008, cuando el mandatario estadounidense la incluyó en sus propuestas durante la campaña presidencial. 

Pero 20 organizaciones no gubernamentales (ONG) defensoras de los derechos humanos no han olvidado esta iniciativa. De hecho, el pasado 7 de octubre le enviaron una carta a Obama para exigirle que acelerara el cierre de Guantánamo.

Denuncias incesantes

Desde que empezó a operar este centro de detención, las denuncias de acciones inhumanas han sido parte de su día a día. 

El martes pasado, la Comisión Interamericana de Human Rights condenó las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en Guantánamo. Pidió explicaciones a la Casa Blanca sobre estos abusos, en particular, de las huelgas de hambre y la alimentación forzada a través de tubos de plástico insertados en la nariz.

Rodrigo Escobar Gil, uno de los siete comisionados del organismo con sede en Washington, aseguró que tenían informes sobre tortura y trato degradante. Sin embargo, no han podido comprobar los hechos porque todos los intentos de realizar una visita al centro han sido infructuosos. 

“Queremos saber cuándo van a permitir las visitas sin condiciones previas”, agregó. 

Sin libertad, sin derechos

En una carta hecha pública el pasado 25 de octubre, los abogados de distintos prisioneros acusados de los atentados del 11 de septiembre de 2001, pidieron a Obama publicar la información sobre los programas carcelarios de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para “obtener pruebas sobre las torturas a las que fueron sometidos” sus clientes. 

El programa de Rendición, Detención e Interrogatorio (RDI), que fue autorizado por la administración del presidente Bush, permite arrestar y transferir, sin una revisión judicial, a los sospechosos de tener vínculos con Al Qaeda.

Los presos son sometidos a “técnicas de interrogatorio mejoradas”, como privación del sueño, exposición a temperaturas extremas y ahogamiento simulado (waterboarding).

La violación de los derechos no es únicamente física. El abogado de Mustafa al Hawsawi, acusado de financiar a los secuestradores de los aviones utilizados en el 11-S, aseveró que los guardias de esta prisión incautaron documentos que estaban marcados como “privilegio de abogado-cliente”.

Esto viola la ley de EU que permite que un acusado tenga comunicación confidencial con su abogado y documentos jurídicos privados. 

“Tenemos un problema con la autoridad ilegítima”, dijo Walter Ruiz, representante de Hawsawi. 

Este es solo uno de los problemas que aquejan a los procesados ignorados por la Casa Blanca. ¿Será por miedo a una nueva disputa entre partidos? 

Barco-prisión

Además de Guantánamo, el Gobierno estadounidense utiliza sus barcos de guerra como cárceles internacionales.

Anas al Libi, supuesto miembro de Al Qaeda que presuntamente estuvo involucrado en la muerte de cientos de personas, permaneció varios días a bordo del USS San Antonio en el Mar Mediterráneo. 

Fue detenido el 5 de octubre y se le mantuvo retenido mientras las autoridades decidían si lo llevaban ante la justicia ordinaria o ante un tribunal militar. 

‘Que Dios nos siga sosteniendo’

De los 164 detenidos que se encuentran en la base cubana, 15 están en huelga de hambre y son alimentados a la fuerza, de acuerdo al portavoz de Guantánamo John Filostrat. 

Moath al-Alwi, ciudadano yemení que fue de los primeros en ingresar al recinto, escribió una carta que fue traducida por su abogado Ramzi Kassem y publicada por Al Jazeera el pasado 15 de octubre.

“Escribo esto al regreso de mi sesión de alimentación forzada, aquí en la Bahía de Guantánamo. Escribo en medio de un combate de vómitos violentos y fuertes dolores de estómago. 

“… Tengo en huelga de hambre casi nueve meses, desde febrero de este año. 

“Los guardias me sacaron de mi celda a las 8 de la mañana. Mientras me llevaban, esposado, hacia las sillas de sujeción –mis hermanos y yo las llamamos sillas de tortura–, apenas podía respirar por el olor. Algunos están manchando las paredes de sus celdas y bloqueando las rejillas del aire acondicionado con sus heces en señal de protesta. 

“… El resultado de la alimentación forzada se empieza a ver en mi cuerpo. Mi nariz está ensangrentada e hinchada por los tubos; mi piel está amarillenta porque se me niega la luz del sol; mis rodillas, pies y espalda están hinchados por los largos periodos en la silla de tortura, y mi voz apenas se escucha porque me ahogan cada vez que me amarran a la silla. 

“Ninguna forma de presionarnos es cruel o inofensiva para nuestros captores. Me han privado de medicamentos hasta que termine con la huelga de hambre…

“La semana pasada, cuando me disponía a hablar con mi familia, los guardias me sometieron a una humillante e innecesaria revisión de mis áreas privadas. Muchos de mis hermanos, para evitar estas revisiones, han dejado de recibir llamadas de sus seres queridos. 

“… Que Dios nos siga sosteniendo a todos hasta que logremos nuestro objetivo de justicia”. 

 

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