Un tirador en masa atacó dos mezquitas y mató a 50 personas en un atentado terrorista en Nueva Zelanda. Su caso hace evidentes algunas características del supremacismo blanco contemporáneo.
Los aspectos del atentado demuestran que en la actualidad las personas que siguen esta ideología se encuentran en distintos países y algunas se comunican o difunden sus mensajes por redes sociales o foros en línea.
Además, los supremacistas encuentran eco de sus ideas en discursos o políticas de gobiernos de diferentes países, tales como Estados Unidos, Italia o Hungría.
Las redes sociales y los foros fueron una parte protagónica del ataque realizado por el presunto culpable identificado como Brenton Harrison Tarrant. El australiano de 28 años publicó un manifiesto en línea que detallaba su odio hacia los musulmanes y publicó un video con una parte del atentado.
El autor transmitió en vivo por redes sociales 17 minutos del ataque en la mezquita de Al Noor a través de una cámara colocada en su cabeza.
También compartió un manifiesto en sus redes sociales la mañana de la masacre. El texto sugiere que su autor se considera un discípulo y un camarada de asesinos supremacistas blancos de distintos países.
El autor del ataque estaba influenciado por las ideas y los métodos de Anders Breivik, el terrorista de extrema derecha noruego que mató a 77 personas en 2011 y cuyo propio manifiesto de mil 518 páginas inspiró a varios imitadores extremistas; entre ellos, según las autoridades, a Christopher Hasson, el teniente de la Guardia Costera que enfrenta cargos federales por planear un ataque terrorista en Estados Unidos que sigue el patrón de Breivik.
En su rifle, Tarrant garabateó una serie de frases nacionalistas popularizadas por el terrorista estadounidense y neonazi David Lane. Además, en su chaleco antibalas había un símbolo comúnmente utilizado por el Batallón Azov, una organización paramilitar neonazi ucraniana.
Por otra parte, mientras transmitía en vivo se escuchaba una canción dedicada a Radovan Karadzic, el serbio de Bosnia responsable de las muertes de miles de musulmanes bosnios y croatas durante la guerra étnica en los Balcanes de los años noventa.
Estas conexiones internacionales no son únicas en este caso. Alexandre Bissonnette buscó en Google al presidente Donald Trump cientos de veces y buscó obsesivamente en Twitter a los expertos estadounidenses que habían expresado puntos de vista antiislam, incluidos Ben Shapiro y Tucker Carlson, antes de matar a seis hombres musulmanes en una mezquita en Canadá.
No obstante, el consultor en tecnología Rubén Darío Vázquez asegura que las redes sociales y foros en línea son herramientas que potencian ideas que ya existen en la sociedad, pero eso no significa que provoquen ataques supremacistas.
El también profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que los supremacistas que atacan utilizan las redes sociales porque su finalidad no sólo es perpetrar el acto, sino transmitir un mensaje de odio.
El especialista agrega que mediante publicaciones en redes sociales los atacantes garantizan que los medios de comunicación retomen sus mensajes y los conviertan en contenidos virales.
En este sentido, poco más de 10 minutos antes del ataque en Nueva Zelanda, un usuario hizo una publicación extraña en la sección /pol/ de 8chan, un foro de discusión popular entre grupos de ultraderecha. El mensaje incluía un enlace al perfil de Facebook del sospechoso del atentado, donde anunció que estaría transmitiendo en vivo y publicó un manifiesto con mensajes de odio.
Vázquez advierte que foros de discusión masivos como 4chan, 8chan o Reddit tienen una serie de tableros donde hay secciones especializados en racismo o nacionalsocialismo. En estas plataformas se comparten aspectos de estas ideologías, fotografías y videos. El contenido de odio u ofensivo se baja en dos o tres días, puntualiza el especialista.
“Se tiene que apelar a la autorregulación de las redes y deben desarrollarse estrategias muy ceñidas entre plataformas digitales y autoridades para evitar este tipo de mensajes”, comenta el profesor.
Odio desde las instituciones
El ataque en Nueva Zelanda también recuerda que la retórica y las políticas en contra de los musulmanes se normalizan poco a poco en los gobiernos de todo el mundo. El autor del atentado citó al presidente estadounidense Donald Trump en su manifiesto como un “símbolo renovado de la identidad blanca”.
Trump dijo que el atentado era una “desgracia terrible”, pero cuando los reporteros le preguntaron si consideraba que el nacionalismo blanco era una amenaza que estaba en aumento en todo el mundo, el republicano contestó que no.
“Me parece que es un grupo pequeño de personas que tienen problemas realmente muy serios”, dijo el mandatario.
Sin embargo, Trump con frecuencia hace comentarios racistas, promulga políticas contra los migrantes y los musulmanes. Por ejemplo, una de las promesas clave de su campaña en las elecciones de 2016 fue la prohibición total de la inmigración musulmana. Trump cumplió como presidente y la política que afecta a siete países (cinco de ellos naciones de mayoría musulmana) provocó que más de 37 mil solicitudes de visa fueran denegadas en 2018.
Además, el principal objetivo del autor del atentado era evitar que los musulmanes y las personas que no son de raza blanca se apoderaran de la sociedad occidental, de acuerdo con su manifiesto. También pretendía hacer un llamado a los países de mayoría blanca a terminar con la migración, deportar a los que no son blancos y tener más hijos para detener el declive de las poblaciones blancas.
En este tenor, los objetivos de Tarrant también se nutren de la retórica de varios políticos en Europa, entre ellos el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, y Viktor Orbán, primer ministro de Hungría.
El partido de Salvini prometió deportar a 500 mil inmigrantes indocumentados. Por su parte, Orbán se presentó en repetidas ocasiones como un defensor de la Europa cristiana contra los islámicos percibidos como invasores e implementó políticas que alientan a las madres húngaras a tener más hijos.
El viernes, apenas unas horas después del tiroteo en Nueva Zelanda, Orbán regresó a los temas relacionados con la religión en un importante discurso en el que no mencionó directamente la tragedia.
“Sin la cultura cristiana, no habrá libertad en Europa. Si no protegemos nuestra cultura cristiana, perderemos a Europa”, dijo el mantario húngaro.
No obstante, internacionalistas comentan que los discursos de los gobiernos alientan un poco a los supremacistas, sin embargo, esta ideología racista existe previo a las retóricas gubernamentales actuales.
El ataque de Nueva Zelanda recuerda que el pensamiento supremacista y el odio hacia los musulmanes está presente en distintos países mediante redes sociales e incluso discursos de diferentes gobiernos.