Sudán, sin ayuda en medio de una guerra civil

La comunidad internacional continúa sin actuar en el conflicto interno sudanés mientras las facciones ahondan sus violaciones a derechos humanos y la violencia ética persiste
Pablo Abundiz Pablo Abundiz Publicado el
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Tras dos años de guerra civil en Sudán entre las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), lo que empezó como escaramuzas regionales se convirtió en una guerra extendida por todo el territorio que ha generado la mayor crisis humanitaria de la actualidad.

A medida que el conflicto avanza, las facciones se vuelven más violentas y recurren a acciones contra población civil sospechosa de albergar al enemigo.

Con las RSF en control del suroeste del país y las SAF con influencia en el este de Sudán, la lucha entre ambas facciones ha devastado la capital y sus zonas aledañas, lo que ha obligado al gobierno apoyado por las Fuerzas Armadas a trasladar la administración del país a Puerto Sudán.

En su lucha contra el régimen, las RSF han sido acusadas de prender fuego a aldeas, atacar centros de salud, tomar cosechas y violaciones; sin embargo, las SAF no son ajenas a acciones que se podrían clasificar como crímenes de guerra.

Emergency Lawyers, un grupo de derechos humanos sudanés, denunció la “indiferencia de las Fuerzas Armadas por proteger a civiles indefensos”, lo que ha provocado cientos de muertes en los 18 meses de conflicto.

La superioridad en el terreno de las RSF ha obligado a las SAF a depender de su superioridad aérea para combatir al grupo paramilitar, con el objetivo de retomar el control de la capital, lo que han aumentado los ataques aéreos en zonas ocupadas por sus enemigos.

Ante ese panorama de combates, Emergency Lawyers remarcó que durante el primer fin de semana de octubre al menos 100 personas, 51 de ellas infantes, murieron producto de ataques aéreos de las Fuerzas Armadas; en anteriores ocasiones, el Ejército denunció a las RSF de usar viviendas civiles para montar ofensivas.

Pese a la presencia de organizaciones internacionales, el costo humano de la guerra no es fácil de calcular. Mientras que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados estima que en el transcurso de la guerra más de 11 millones 300 mil personas han sido desplazadas de sus hogares, la mayoría de ellos internamente, otras agencias internacionales que operan en el terreno hablan de las crisis sanitarias y alimenticias que se viven en Sudán.

La cifra de muertos continúa elevándose, mientras que Naciones Unidas calcula 18 mil fallecidos, Estados Unidos estima al menos 150 mil.

Investigaciones internacionales sin acciones concretas en Sudán

A nivel internacional, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas votó para renovar el mandato de la Misión Descubridora Internacional Independiente que investiga las violaciones a los derechos fundamentales cometidas por las facciones que pelean la guerra civil.

El objetivo de la Misión es recabar y preservar evidencia de los crímenes presuntamente cometidos por los combatientes para avanzar en un proceso de justicia que vería a los perpetradores enfrentar cargos. En su primer reporte, recomendó a Naciones Unidas el despliegue de una fuerza de paz independiente que proteja a los civiles en las zonas más álgidas del conflicto, así como mecanismos de justicia internacionales y embargos de armas al país.

Sin seguridad para proteger a sus operativos en el terreno, algunas organizaciones internacionales comenzaron a retirar a su personal de las zonas de guerra. El pasado viernes, Médicos sin Fronteras anunció que suspendería sus servicios en el campo de refugiados Zamzam, en la región de Darfur, debido al hostigamiento de las RSF y al bloqueo de suplementos médicos y ayuda humanitaria por parte de las Fuerzas Armadas.

Pese a los acuerdos internacionales que persuadieron a las partes a dejar pasar la ayuda internacional, menos de 200 camiones han cruzado la frontera con Chad desde agosto, lo cual ahonda la crisis humanitaria.

El componente étnico de la violencia en Sudán

Si bien los esfuerzos humanitarios se esfuerzan para contener el conflicto entre facciones, la violencia étnica ha comenzado a asomarse en el país.

En Sudán, donde la mayoría étnica controla ambos grupos armados, mujeres de la tribu Masalit han reportado violaciones masivas por parte de las RSF como de milicias aliadas al gobierno en una campaña de limpieza étnica que se ha realizado a la par del conflicto.

En opinión de Rubén Peña Carmona, jefe de Relaciones Internacionales de la Universidad La Salle y miembro del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África (PUEAA) de la UNAM, es importante recordar que aunque no sea el motivo del conflicto, el componente étnico siempre está presente en las guerras del continente.

“En los conflictos armados en Sudán, y en todo el continente, el factor étnico siempre está presente. Sin que sea el trasfondo del problema, siempre es usado como una herramienta de movilización política. Particularmente en Sudán, lo que está pasando tiene historia y viene desde principios de siglo, cuando Omar al Bashir crea a las que hoy son las Fuerzas de Apoyo Rápido (que) también cometieron crímenes en contra de la población no árabe para despojarlos de sus tierras”, señala el especialista.

Omar al Bashir, expresidente de Sudán, creó las Fuerzas de Apoyo Rápido como un grupo paramilitar para combatir la insurgencia en la región de Darfur. Foto: Especial

En un momento de tensiones en tres continentes, el doctor Peña Carmona apunta que gran parte de las medidas propuestas por la Misión de Naciones Unidas no son puestas en marcha por la falta de interés de la comunidad internacional.

“Lo que hace falta es voluntad política, a un año de que se estableció la Misión Independiente su reporte dice lo que ya se sabía: se están cometiendo violaciones a derechos humanos e incluso crímenes de guerra y contra la humanidad; entonces, ¿qué falta para que se pueda enviar una misión para proteger a la población de Sudán? Voluntad”, comenta el doctor Peña Carmona.

El académico puntualiza que si bien una fuerza de paz es necesaria en Sudán, lo más prudente sería que los integrantes de esta no fueran tropas de países vecinos debido a las sospechas de parcialidad que suelen caer sobre lo que debe ser una misión neutral; esta falta de voluntad complica aún más la posibilidad de procesos de justicia una vez terminado el conflicto.

“La Misión acepta que estos crímenes ya han sucedido antes en Sudán y han quedado impunes, lo que sucede ahora con el pueblo Masalit ya ocurrió en 2003 y los perpetradores permanecen impunes. No sabemos cuándo termine el conflicto, pero una de las partes va a resultar triunfante y cuando eso pase no van a mandar a su gente a los tribunales internacionales, quizá manden a los enemigos, pero como ambas partes son responsables de violaciones a derechos humanos es muy difícil que los criminales lleguen a los tribunales”, puntualiza el especialista.

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