La tragedia de Sandy Hook reactivó la discusión de cómo frenar la violencia que genera las armas de fuego en Estados Unidos.
Pero una madre norteamericana pide que el debate de cómo evitar que nuevas masacres, como la que Adam Lanza cometió en Newtown, Connecticut, ocurran de nuevo vaya más allá de las restricciones a los fusiles.
Liza Long, quien tiene cuatro hijos, escribió para The Blue Review su historia a la cual tituló “Yo soy la madre de Adam Lanza. Es tiempo de hablar de salud mental”.
El asesino de Sandy Hook no es precisamente hijo de Long, pero la autora del escrito que causó revuelo en las redes sociales durante días siguientes a la tragedia, propone hacer a un lado las disputas de regular o no la venta de armamento y voltear a ver un problema mayor: las personas vulnerables por su estado de salud psicológico y un sistema hospitalario quebrado.
La madre de un hijo de 13 años de edad escribió:
“Tres días antes de que Adam Lanza matara a su madre y luego abriera fuego a un salón lleno de niños de preescolar en Connecticut, mi hijo de Michael (nombre cambiado) perdió su autobús por usar el color de pantalones equivocados.
‘Puedo usar estos pantalones’ dijo él. ‘Son azul marino’, le contesté. ‘El código de vestimenta de tu escuela dice que solo pantalones negros o cafés’.
‘Eres una estúpida perra. Puedo usar los pantalones que yo quiera. Esto es Estados Unidos. Yo tengo derechos’, contestó.
Vivo con un hijo que está mentalmente enfermo. Yo lo amo, pero me aterra”.
Liza Long relató cómo su hijo la ha amenazado en más de una ocasión de suicidarse e incluso llegar a decirle que la mataría con un cuchillo.
Michael, dotado con un coeficiente intelectual muy elevado, presentó problemas psicológicos que nunca pudieron atender los doctores.
“Cuando él está de buen humor, amablemente te contará de temas que van desde la mitología griega hasta la diferencia entre la física de Einstein y Newton. Él está de buen humor casi todo el tiempo. Pero cuando no, ten cuidado”, escribió la madre.
Cuando no tuvo más opción, Long internó a su hijo en una clínica psiquiátrica.
El primer día que ella lo llamó después de estar hospitalizado, él le dijo: “Te odio. Yo tendré mi venganza en cuanto salga de aquí”.
Las opciones de la madre eran: no hacer nada o levantar cargos contra su propio hijo.
“Nadie quiere enviar a un genio de 13 años que ama a Harry Potter a la prisión. Pero nuestra sociedad, con un estigma en las enfermedades mentales y un sistema de salud en bancarrota, no hay otras opciones”.
Como Michael puede haber muchos casos más que eventualmente pueden tomar la trágica decisión de entrar a disparar a una universidad, un centro comercial, una sala de cine, un jardín de niños.