Sin papeles, pero sin miedo
Karina Galicia cambiaba de tema cuando sus amigos hablaban de los inmigrantes sin papeles. Vivía asustada, pensando que sería arrestada si alguien se enteraba de que estaba en el país ilegalmente.
Pero después de varios años viviendo escondida, decidió que contar su historia era importante. Comenzó a asistir a actos sobre una reforma a las leyes de inmigración, a usar camisetas con consignas pidiendo más derechos para los inmigrantes sin papeles y superó el temor de ser deportada. Galicia tiene 23 años y fue traída a Phoenix desde México a los siete años.
AP
Karina Galicia cambiaba de tema cuando sus amigos hablaban de los inmigrantes sin papeles. Vivía asustada, pensando que sería arrestada si alguien se enteraba de que estaba en el país ilegalmente.
Pero después de varios años viviendo escondida, decidió que contar su historia era importante. Comenzó a asistir a actos sobre una reforma a las leyes de inmigración, a usar camisetas con consignas pidiendo más derechos para los inmigrantes sin papeles y superó el temor de ser deportada. Galicia tiene 23 años y fue traída a Phoenix desde México a los siete años.
En todo el país, estudiantes, padres y trabajadores que alguna vez temieron revelar su condición de inmigrantes sin papeles están contando sus historias, asistiendo a actos, realizando manifestaciones pacíficas y presionando a legisladores por sus derechos. Dicen que están dispuestos a ser arrestados e incluso deportados con tal de sacar a esa comunidad de las sombras.
Cambio de mentalidad
Desde hace décadas activistas aislados vienen reclamando un reconocimiento político de los derechos de los inmigrantes que residen en Estados Unidos sin una autorización legal, pero el movimiento ha crecido en los últimos años, se ha hecho más diverso y más organizado.
En parte por la frustración derivada del hecho de que el Congreso no termina de aprobar una reforma migratoria que resuelva la situación de los 11 millones de extranjeros que viven en el país sin permisos.
La creciente influencia política de los hispanos, evidenciada en las elecciones presidenciales del año pasado, le ha dado ímpetu al movimiento, aunque no está claro si logrará la reforma que busca en el Congreso.
Sus actos y manifestaciones contrastan con la forma de operar del movimiento que propone mano dura hacia los inmigrantes sin papeles, que recurre a llamadas telefónicas y cartas.
El movimiento a favor de los derechos de los inmigrantes sin papeles mostró de nuevo su fuerza ayer en marchas en todo el país, incluido Washington.
Las victorias
Los promotores de la reforma ya llevan varios logros, incluido uno en Carolina del Norte, donde frenaron un plan por el cual se hubieran entregado a los inmigrantes sin papeles licencias de conducir con el cartel “no tiene un status legal”.
También se asesoraron con abogados y demandaron a los estados de Michigan y Arizona por su negativa a concederles licencias de conducir a jóvenes que se acogieron al programa de Barack Obama que deja en suspenso las deportaciones de personas que fueron traídas ilegalmente cuando eran menores, llevan viviendo al menos cinco años en el país y estudian o sirven en las fuerzas armada.
La trayectoria
El movimiento a favor de los derechos de los inmigrantes sin papeles cobró prominencia en el 2007, cuando el presidente George W. Bush y un grupo de legisladores de ambos partidos impulsaron infructuosamente una reforma integral a las leyes de inmigración. Estudiantes de secundaria y universitarios traídos al país de niños comenzaron a dar la cara en actos.
El movimiento ganó nuevos adeptos en 2010, cuando el Congreso analizó, pero no pasó, el Dream Act, como se denominó al proyecto de ley que hubiera regularizado a esos jóvenes.
Otro momento clave fue cuando padres, estudiantes y trabajadores comenzaron a darse cuenta el año pasado de que sus movilizaciones estaban generando reacciones positivas de numerosos legisladores.
Obama anunció en junio del año pasado el programa que deja en suspenso las deportaciones de los jóvenes que satisfacen ciertos requisitos y les da permisos de estadía y de trabajo por dos años, renovables.
La primera dama Michelle Obama y líderes demócratas invitaron en febrero a un puñado de jóvenes indocumentados al informe anual sobre el estado de la nación. En su discurso, Obama exhortó al Congreso a aprobar pronto una reforma.
Las influencias
Gaby Pacheco, inmigrante ecuatoriana de 28 años que fue traída al país de niña, dijo que el movimiento se ha hecho más estructurado a medida que los activistas comenzaron a coordinarse y a recibir asesoramiento de veteranos de luchas por los derechos civiles y de las movilizaciones en defensa de los trabajadores agrícolas.
Pacheco dijo que ella y otras organizaciones han instado a los migrantes a expresar su lealtad hacia EU en lugar de portar banderas de otras naciones en las marchas por sus derechos.
“Tuvimos que luchar para que nos bajasen de esas sillas altas para niñitos, en las que nos daban comida en la boca, y ahora les decimos que queremos sentarnos en la mesa con ellos”, dijo Pacheco, que se ha reunido con los senadores Harry Reid, demócrata, y Marco Rubio, republicano, por la reforma.
Una red consolidada
En el 2010 se fundó la Alianza Nacional Juvenil de Inmigrantes, con miembros de ocho estados. Hoy tiene organizadores en casi todos los estados y sucursales en más de 20.
Realizaron huelgas de hambre en Arizona, ceremonias de graduación para estudiantes que viven en el país ilegalmente en San Francisco y marchas desde Nueva York hasta Washington. El año pasado, siete jóvenes se hicieron arrestar en Miami para poder describir los procesos de deportación.
“Antes había poca gente dispuesta a dar la cara. Ahora ves gente en Twitter con el nombre de usurario ‘soy indocumentado’’’, comentó Sonia Guinansaca, organizadora de la alianza que llegó a EU con cinco años.
En Arizona, donde la legislatura aprobó estrictas medidas contra la inmigración ilegal, los extranjeros que están en el país sin permiso han reclamado sus derechos a viva voz. Casi todas las semanas hay manifestaciones y protestas frente al complejo del Capitolio en Phoenix.
El representante estatal demócrata de Arizona, Rubén Gallego, dijo que las movilizaciones obligaron a los republicanos a suavizar su retórica contra los indocumentados y que en la actual sesión legislativa no se han aprobado proyectos contra los hispanos sin papeles por primera vez en nueve años.
“Esas leyes fueron aprobadas para asustar a la gente de Arizona, para asustar a los latinos, no solo los indocumentados. Quieren que te escondas. Que tengas miedo. No quieren que salgas de las sombras”. (AP)