Tras la esperada reunión de representantes de los gobiernos de Corea del Sur y Corea del Norte -los primeros diálogos de alto nivel en más de dos años-, desde Washington también llegan señales que abren la puerta para rebajar la tensión entre Estados Unidos y sus aliados con el régimen norcoreano.
El presidente estadounidense Donald Trump le comunicó a su homólogo de Corea del Sur, Monn Jae-in, la disposición de su gobierno a sostener conversaciones con Corea del Norte “en el momento adecuado, bajo las circunstancias adecuadas”, según recoge un comunicado oficial de la Casa Blanca. Es el primer paso en firme de la administración de Trump.
El posicionamiento oficial significa también un respaldo a las conversaciones que iniciaron entre funcionarios de alto nivel de las dos Coreas, en un principio para acordar la presencia de una delegación norcoreana en los Olímpicos de Invierno en Corea del Sur, pero en donde también se intentará mejorar las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
Moon informó vía telefónica a Trump sobre el resultado de las primeras reuniones entre Corea del Sur y Corea del Norte y también le dio crédito al mandatario estadounidense por su papel para hacer posibles estas conversaciones, aunque ambos líderes coincidieron en mantener la ‘máxima presión’ sobre el régimen norcoreano.
Las declaraciones de Trump llegan en el momento más álgido de las tensiones entre Washington y Pyongyang, con el régimen de Kim Jong-un elevando el desafío con su programa armamentista y Estados Unidos presionando a la comunidad internacional para aumentar las sanciones a Corea del Norte.
No solo eso, apenas la semana pasada, el mandatario estadounidense utilizó su herramienta predilecta -su cuenta de Twitter- para responder a las provocaciones de Kim Jong-un (quien presumió de tener en su oficina un botón nuclear) enviándole un mensaje para decirle que él también tiene un botón, pero más grande y poderoso.
Según diversos especialistas, derivado de la crisis en el sureste asiático y la escalada armamentista de Corea del Norte, el mundo nunca había estado en tal riesgo de catástrofe nuclear desde los momentos más tensos de la Guerra Fría, por lo que cualquier resquicio para el diálogo entre las partes es bien recibido por la comunidad internacional.
Tanto Corea del Sur y Corea del Norte han dado ya el primer paso con el inicio de las conversaciones bilaterales y desde Washington también han enviado un mensaje claro a Pyongyang con una inesperada apertura al diálogo. En este prólogo solo falta la respuesta de Kim Jong-un.
Escenario complicado
A pesar de que los recientes acontecimientos y declaraciones parecen abrir una puerta a la posibilidad de buscar una salida diplomática a las tensiones entre las naciones involucradas en el conflicto, hay muchos factores y variables que conforman un escenario complicado para alcanzar acuerdos firmes.
Si bien la reunión entre funcionarios de las dos Coreas el pasado 9 de enero fue considerada como un gran logro por las partes, y el acuerdo para la participación de una delegación norcoreana en los juegos invernales en Corea del Sur fue un éxito, no se abordaron -ni hay ninguna aproximación aún- en los temas más delicados.
Cuando se anunciaron estos encuentros, aún no había claridad sobre la postura de Estados Unidos, pero con el comunicado de ayer quedó claro que fueron respaldados por Washington, y ahora, con las señales enviadas por Trump queda la incógnita si continuarán los diálogos bilaterales o podría abrirse una tercera vía con Estados Unidos.
A pesar de la apertura al diálogo, la Casa Blanca también reafirmó que se continuará con la campaña de presión al régimen norcoreano, lo que significa que podría continuar el boicot comercial y las sanciones a Corea del Norte en caso de que continúe con su programa nuclear.
La postura de Washington será inamovible: cualquier acuerdo con Pyongyang debe partir en la suspensión de su programa nuclear y armamentista, un escenario que en las condiciones actuales está lejos de concretarse.
Pese a todas las sanciones, cada vez más severas, y a la condena de la comunidad internacional, el régimen encabezado por Kim Jong-un ha continuado su escalada balística y recientemente se declaró un estado nuclear y con capacidad de alcanzar el territorio continental estadounidense.
En contraparte, el gobierno norcoreano ha puesto como primer condición para relajar la tensión y abrir el diálogo la suspensión de los ejercicios militares entre Corea del Sur y los Estados Unidos, los cuales son un claro medio de disuasión.
Sin embargo, ante la beligerancia de su vecino del norte, los surcoreanos no están dispuestos en principio a abandonar estos ensayos.
El gobierno de los Estados Unidos tampoco ve con buenos ojos disminuir su presencia en la región debido a la amenaza norcoreana ni tampoco dar la espalda a sus aliados en la región, principalmente Corea del Sur y Japón.
En la ecuación también podrían intervenir China y Rusia, quienes siguen viendo con recelo el aumento en la presencia militar de los Estados Unidos tan cerca de sus fronteras.
Al final todo podría quedar en una cuestión de confianza y voluntad entre los gobiernos, si es que ambas partes reducen su escalada militar, aunque hoy esa confianza no existe.
El punto de partida podría ser una muestra de buena voluntad entre las partes, una suspensión temporal del programa balístico norcoreano y de los ensayos militares conjuntos en Corea del Sur, pero serán los líderes quienes tengan la última palabra.