Al revés de lo que pasa en Europa, la crisis ha pasado más factura a la oposición que al inquilino de Moncloa. Al Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy no le fue nada mal en las elecciones autonómicas de Galicia y el País Vasco.
Los grandes castigados en cambio fueron los socialistas (PSOE), desalojados del poder hace un año, y los mayores vencedores los nacionalismos, sobre todo el vasco que demuestra que el espejismo de un lehendakari (término por el que se conoce al presidente del Gobierno Vasco) no nacionalista fue sólo eso, un espejismo.
En su Galicia natal, Rajoy lo tenía fácil, gracias al tirón de su candidato Alberto Núñez Feijoó, que ha ganado tres escaños más, 41 de un total de 75 en el parlamento gallego, mientras el PSOE se queda con 17 y los nacionalistas con 16, aunque divididos.
Pese a que el PP pierde 200 mil votos con respecto a las últimas elecciones generales, el líder gallego, quien ya se perfila como el aspirante ideal de la derecha para sustituir en un futuro a Rajoy, consolidará un dominio que parece imbatible porque las cifras demuestran que los populares volverían a ganar unas elecciones generales por el desplome de la izquierda.
Quienes pensaban que el PSOE no podía ir a peor, se equivocaban. Si las últimas elecciones fueron su peor marca electoral, los resultados de este domingo en Galicia y Euskadi ponen de relieve su crisis. En la primera, región natal de Rajoy, ha pasado del 27.69% de los últimos comicios al 20%. En el País Vasco, son 40 mil votos menos desde 2011.
Estos números hacen peligrar el liderazgo de su secretario general, Alfredo Perez Rubalcaba, cuestionado dentro de sus propias filas.
Muchos hablan ya de sustitución y proponen al ex lehendakari Patxi Lopez, entre otros nombres, porque creen que el ex vicepresidente de José Luis Rodríguez Zapatero no da esa imagen de renovación que necesitan. Y aún podría quedar más debilitado tras las elecciones catalanas.
Sin embargo, Euskadi y las elecciones en Cataluña dentro de un mes pueden suponer más de un quebradero de cabeza para Rajoy, cuyo gobierno se ha pronunciado contra cualquier tentativa independendista en ambas regiones.
