Uruguay está a un paso de iniciar una “revolución verde” en América Latina.
Y esta nada tiene que ver con el cuidado de la ecología. El gobierno uruguayo aprobó un proyecto que pretende legalizar el uso de la mariguana en todas sus modalidades: consumo, cultivo y comercialización.
Una vez superado el primer escollo el pasado miércoles únicamente faltará que el Senado apruebe la propuesta, decisión que podría concretarse al final del año.
La despenalización de las drogas levanta, en la gran mayoría de las ocasiones, intensos debates entre quienes están a favor y lo ven como una solución viable al problema del narcotráfico, y quienes se oponen y consideran que esta vía solo agravará la situación. Este caso no es la excepción.
Una vez pasado por la Cámara de Representantes de Uruguay, los detractores del proyecto alzaron la voz y pidieron que esta se someta a un referéndum, situación que alentaría más de lo previsto el proceso.
La única certeza en esta disyuntiva la comentó el diputado del partido político Liga Federal, Darío Pérez, quien dijo: “Con o sin ley el problema va seguir pasando”.
A favor y en contra
El gobierno del presidente José Mujica propuso regular el uso, cultivo y distribución de la cannabis para así terminar con la contradicción que se vive en el país: es legal consumir pero ilegal vender.
Además, buscan aumentar los derechos jurídicos y sanitarios de quienes usan estas sustancias, así como mejorar las condiciones de abastecimiento, según publicó el medio uruguayo El Observador.
Entre los detractores a esta normativa se encuentran miembros de la oposición y del oficialismo, que afirman que solo aumentará el consumo y propiciarán nuevas adicciones.
Con tantos puntos por tomar en cuenta, el congresista Pérez dijo durante la maratónica sesión del miércoles pasado en el Congreso: “Estamos tratando uno de los proyectos de ley más impactantes (pero) es una ecuación con muchas variables.
“Tiene un alto grado de incertidumbre, excepto por quienes creen que esto puede ser una vía real de solución”.
En dicha disertación, Darío Pérez mantuvo una línea que podría definirse como de zigzag, haciendo comentarios que se podrían interpretar como a favor de la legalización para después reprobar el proyecto.
“A mí no me gusta hablar mal pero la mariguana es una ‘bosta’ (mierda). Es una ‘bosta’ con o sin ley, y va seguir pasando a pesar de nosotros, con o sin ley”, argumentó el frenteamplista.
Naciones Unidas, por su parte, se mostró “preocupada” por la decisión del Legislativo.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (INCB, por sus siglas en inglés) externó a través de un comunicado que, en caso de que el proyecto sea aprobado por la Cámara Alta uruguaya, el gobierno de Mujica estaría en “completa contravención” con lo estipulado en los tratados internacionales sobre drogas, a los que Uruguay está adherido.
La INCB dice que la normativa que regularía la mariguana contradice las provisiones establecidas en la Convención de Drogas de 1961.
El órgano de la ONU “lamenta” que Uruguay se haya saltado a la Junta antes de enviar la ley a votación al Poder Legislativo.
¿En qué consiste?
Permitir a los consumidores cultivar sus propias plantas es el eje de este proyecto de ley.
“Van a existir clubes de autocultivo y también se podrá comprar mariguana a través de las farmacias”, dijo el diputado oficialista Sebastián Sabini, uno de los redactores de la normativa, a la agencia de noticias The Associated Press.
Estos “clubes de autocultivo” podrán tener hasta 45 socios, los cuales podrán producir un número proporcional de plantas al año.
La otra alternativa será adquirir el producto a través de farmacias autorizadas con un máximo mensual de venta de 40 gramos.
Por último está el autocultivo personal, limitado a seis plantas por año con un máximo de 480 gramos por cosecha al año.
De igual forma, se planea crear el Instituto de Regulación y Control de Cannabis (Ircca), el cual estará dotado de facultades para autorizar las licencias a cadenas privadas para producir cannabis para diferentes usos: recreativo, medicinal o industrial.
“Nuestro país tiene una amplia experiencia en la regulación de mercados. ¿Qué produjo la ley seca en Estados Unidos? Miles de muertos y detenidos, por no mencionar todos los aspectos relacionados con la mafia.
“En cambio, nuestro país fue por otro camino, reguló el mercado del alcohol”, comentó Sabini en la sesión.
Críticas por ‘verdes’
Una de las principales críticas de la ley, además de las ya mencionadas implicaciones sanitarias, es que el documento que engloba el proyecto no especifica los criterios para otorgar licencias, ni cuánto costarán o quienes son candidatos a recibir dichas autorizaciones.
Asimismo, se omiten las limitantes a los productores privados –aquellos que no son para autoconsumo individual o los “clubes de autoconsumo”–.
“Sabemos que la mariguana es una puerta de entrada (a otras drogas). El 98 por ciento de los que hoy están destruyéndose con pasta base (de cocaína), empezó algún día con mariguana”, afirmó el diputado centrista Gerardo Amarilla.
Los opositores a la normativa cuestionan la banalización de los enervantes con estas campañas, ya que los proyectan como “un mal necesario” cuya regulación y uso es el remedio más efectivo.
Mariguana, sí. Alcohol… ¿no tanto?
La misma semana que el gobierno uruguayo cominó hacia la legalización de la mariguana, el Ejecutivo presentó un nuevo proyecto que busca regular el mercado del alcohol, limitando su venta hasta las 22:00 horas.
La propuesta vetaría por completo la promoción de bebidas embriagantes conocida como “happy hours” o “dos por uno” en establecimientos nocturnos, restaurantes, pubs, bares y otros negocios con licencias de venta.
“No es un tema puritano en contra del alcohol, sino en contra de una conducta abusiva que ha cambiado el relacionamiento entre la sociedad, en el incremento de la violencia y en el deterioro de muchas pautas de convivencia”, dijo el prosecretario de la Presidencia uruguaya, Diego Cánepa, al momento de presentar el proyecto. Según Cánepa, las dos drogas más consumidas en Uruguay son el alcohol y el tabaco.