La cumbre de la tensión

Muchas cosas han cambiado desde la última vez que se reunieron los líderes de los 20 países industrializados y emergentes en septiembre de 2016.

El presidente de los Estados Unidos era Barack Obama, y en esta ocasión Donald Trump hará su debut ante los demás socios después de haber abandonado el acuerdo climático de París y con la amenaza de romper otros convenios firmados por su antecesor.

El ausente en la cumbre será el mandatario brasileño Michel Temer, quien canceló su participación debido al proceso abierto en su contra por corrupción
Esta será la primera reunión del G20 para los presidentes estadounidense y francés, Donald Trump y Emmanuel Macron, respectivamente
“Quien crea que los problemas de este mundo se pueden resolver con aislamiento y proteccionismo comete un gravísimo error”
Angela MerkelCanciller alemana, previo a la cumbre

Muchas cosas han cambiado desde la última vez que se reunieron los líderes de los 20 países industrializados y emergentes en septiembre de 2016.

El presidente de los Estados Unidos era Barack Obama, y en esta ocasión Donald Trump hará su debut ante los demás socios después de haber abandonado el acuerdo climático de París y con la amenaza de romper otros convenios firmados por su antecesor.

Otro que debutará en la cumbre es el mandatario francés Emmanuel Macron, que ha liderado este año una transformación en la política de su país y que en su agenda exterior tiene anotados los cambios necesarios para sumar y no para dividir. El recién electo presidente ha reconocido que los riesgos a nivel internacional nunca han sido tan altos como ahora.

Para la Premier británica, Theresa May, será su segunda cumbre, aunque en circunstancias totalmente opuestas. Hace menos de un año llegaba tras haber sucedido a David Cameron y como el rostro firme de las negociaciones rumbo al brexit, hoy su mandato transcurre con más dudas que certezas, lo mismo que su negociación con la UE.

Uno de los ausentes será el presidente brasileño, Michel Temer, que canceló su participación en días recientes en medio de la crisis interna y el proceso abierto en su contra por corrupción. Esto a pesar que algunos miembros del gabinete pensaban que su ausencia en Hamburgo enviaría un mensaje de inestabilidad.

Sin duda los temas que robarán la atención en la cumbre, y en los que ya están avanzando en las tareas previas los representantes del gobierno, son el cambio climático, el terrorismo global, la migración, la globalización y la digitalización, entre otros.

Lo que a todos los participantes les queda claro es que no será fácil alcanzar acuerdos y que las reuniones pueden hacerse largas y poco fructíferas por la tendencia -encabezada por Trump- al aislacionismo y al cierre de fronteras, en aras del fomento a las políticas unilaterales que lo único que causan es división.

El presidente estadounidense ya dio una muestra muy clara de esta política al abandonar de forma unilateral el acuerdo de París y se teme que hay otros temas sensibles, como la migración y el terrorismo, en los que podría estar en desacuerdo, convirtiéndolos en un eje de conflicto también.

“Quien crea que los problemas de este mundo se pueden resolver con aislamiento y proteccionismo comete un gravísimo error. La lucha contra el cambio climático, la amenaza que representa el terrorismo internacional, las chances de la globalización y la digitalización, las causas de la migración, ninguno de esos desafíos se detiene ante la frontera de un país”, son palabras de la canciller alemana Angela Merkel previo a la cumbre, una dedicatoria directa para Trump.

Según lo que ha trascendido de manera extraoficial, los líderes mundiales están dispuestos a alcanzar acuerdos en relación al cambio climático y otros rubros, con o sin el presidente estadounidense.

La verdadera negociación

Más allá de las reuniones formales en el marco de la cumbre se espera que el encuentro pueda servir para rebajar la tensión entre algunos países, y en ese escenario, el papel mediador de Merkel y quizá de Macron, su principal aliado, se antoja clave para que se alcancen los acuerdos tácitos, esos que no se firman en público pero que muchos mandatarios están buscando.

Los ojos estarán puestos sin duda alguna en un hipotético encuentro -privado seguramente- entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos, al día de hoy probablemente los líderes más poderosos del mundo, tal vez junto a la alemana Merkel.

Sobre la administración Trump pesa la sospecha de los vínculos de sus más cercanos colaboradores -y quizá del propio mandatario- con la inteligencia rusa durante las elecciones presidenciales. Una trama que ha sacudido a la Casa Blanca y cuya conclusión y alcances aún se ven lejanos.

Esta intervención del Kremlin en el proceso electoral ha sido confirmada por los organismos de inteligencia estadounidenses, por lo que en las más recientes elecciones en Europa (Holanda y Francia) las autoridades redoblaron la seguridad ante el temor del intervencionismo ruso.

En el encuentro los líderes europeos podría pedir explicaciones al respecto al presidente ruso, Vladimir Putin.

El encuentro más esperado: Trump-Putin

Tanto la Casa Blanca como la Presidencia de México han confirmado una reunión entre los mandatarios Donald Trump y Enrique Peña Nieto, con ambos países en el momento más delicado en la historia de sus relaciones bilaterales.

Sin embargo, sin duda alguna uno de los encuentros más esperados sería el del presidente estadounidense con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Principalmente porque la tensión entre estas naciones ha llegado a un punto máximo con la participación de las dos potencias en la guerra civil de Siria; por un lado, los rusos con un apoyo abierto y público al régimen, y por el otro, los estadounidenses con un posicionamiento en contra de Bashar Al-Assad, incluso ya realizando incursiones militares.

La cumbre también ofrece la oportunidad a los líderes de Corea del Sur y China para intentar rebajar la presión en el sudeste asiático, en parte por la beligerancia de Corea del Norte y por el despliegue del sistema de defensa THAAD de Estados Unidos en la península de Corea.

En pocas ocasiones había llegado una cumbre del G20 con tantos frentes abiertos y nunca había sido tan necesaria la diplomacia para evitar que las diferencias se conviertan en conflictos y para propiciar la cooperación por encima de las decisiones unilaterales.

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