Las metas y retos de Keir Starmer tras 100 días al frente de Reino Unido

El arranque del nuevo gobierno laborista presenta más tropiezos de los esperados mientras trata de revertir 14 años de gobiernos conservadores y posicionar a Gran Bretaña en el mundo
Pablo Abundiz Pablo Abundiz Publicado el
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Tras 15 años de administraciones tories, hace 100 días el Partido Laborista regresó al gobierno de Reino Unido con una mezcla de entusiasmo y dudas acerca de su gestión.

La que representó por años la oposición, llegó a liderar un país con una economía creciendo a un ritmo lento, problemas en el sistema de salud y esquemas de migración que imponían una presión fiscal; retos que Keir Starmer debía solucionar.

Tras una centena de días en el número 10 de Downing Street, la falta de soluciones a corto plazo han minado el capital político obtenido previo a las elecciones generales, lo que es presagio de una administración que tardará más de tres meses en encontrar su ritmo.

Si el hartazgo hacia el Partido Conservador llevó a Starmer y a sus huestes a ganar las elecciones de manera contundente, su labor en el poder ha cobrado factura en la aprobación del primer ministro. En los primeros días de octubre, 52 por ciento de los británicos tenía una opinión desfavorable del mandatario. Lo mismo ocurrió con su partido que pasó de ganar las votaciones a ser calificado negativamente por la mayoría de los votantes.

El profesor Daniel Muñoz, internacionalista y académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM, señala que una evaluación tan corta a una administración que enfrenta más de una década de políticas contrarias “es poco útil”.

“En realidad es difícil aterrizar muchas de las promesas por las que él llegó a Downing Street, pero el electorado británico votó con mucho hartazgo contra los conservadores y entonces este gobierno, como muchos otros que llegan en un momento crítico, tiene que hacer acciones de forma inmediata para mantener la confianza del electorado. Muchas de las ideas por las que llegó aún no logran aterrizar, pero aún tienen que generar acciones y presupuestos para apuntalarlas”, apunta el especialista.

Las promesas de campaña de Starmer a Gran Bretaña

La administración de Starmer se encontró con un país en peor forma de lo que el gabinete había previsto.

Rachel Reeves, ministra de Hacienda, inauguró su gestión al frente de las finanzas públicas acusando a los gobiernos tories de un déficit de 22 mil millones de libras en las cuentas de este año, lo que obligó al gobierno a pausar proyectos de infraestructura y la construcción de hospitales prometida por sus antecesores.

Mientras Reeves y Starmer batallan para presentar un presupuesto que mantenga sus promesas de campaña (lograr estabilidad económica sin aumentar impuestos o incurrir en más deuda), Resolution Foundation, un Think-tank de centro izquierda, estima que para evitar recortes a los servicios públicos el gobierno laborista debería aumentar impuestos por 20 mil millones de libras.

La organización señala que si los temores de mayor endeudamiento e impuestos más elevados pueden causar incomodidad al corto plazo, los beneficios de inversiones a largo plazo en sistemas de salud, educación e infraestructura son lo que Gran Bretaña necesita para crecer fuerte a futuro, en especial cuando las cifras de crecimiento marcan que en agosto la economía creció apenas el 0.2 por ciento y el índice de confianza del consumidor bajó.

Si la realidad económica ha atado de manos al primer ministro en los primeros meses de su gobierno, las presiones sociales lo han puesto contra la pared en materia migratoria y de seguridad. Por ejemplo: la desinformación surgida a raíz del asesinato de tres niños en un acto de violencia masiva al oeste de Inglaterra destó una oleada de disturbios anitmigrantes en Inglaterra e Irlanda del Norte, lo que puso bajo lupa la decisión previa de Starmer de presentar un esquema de liberación anticipada para personas presas por delitos menores que hubieran cumplido el 40 por ciento de su sentencia.

Ante ese caso, los disturbios por la campaña de desinformación y las 800 personas detenidas pusieron en evidencia las promesas rotas de la plataforma del primer ministro.

De los seis “primeros pasos por el cambio con los que el laborista pretendía arranca su gobierno para que diera un viraje decisivo en materia de economía, educación, salud, seguridad, migración y energía, el único que ha logrado mantener ha sido el energético, donde su ministro revocó las barreras a las granjas eólicas costeras.

La inmediatez que requieren las acciones planteadas por Starmer durante su campaña y los tropiezos que ha cometido para realizarlos lo pone en una posición difícil ante el electorado que confío en él. El profesor Muñoz comenta que si bien en Gran Bretaña los líderes electos son tradicionalmente cercanos al pueblo, este gobierno tiene que comunicar su encrucijada.

“El primer gran reto que tiene es aumentar el estado de bienestar que los conservadores se encargaron de minar en una época de vacas flacas, y en el corto plazo tendría que hacer una campaña de concientización para comunicar los ajustes que realizará a los programas en los que él apuesta el crecimiento de Reino Unido”, apunta el académico.

Retomar el papel de Reino Unido en el mundo

Pese a que Keri Starmer ha enfrentado un reto dentro de Reino Unido, la proyección internacional de su gobierno lo ha puesto en muchos Estados durante los primeros 100 días de su administración, con el objetivo de llevar a la política exterior británica al papel de influencia que perdió.

Aunque parte de los viajes del mandatario lo han llevado a Washington para convencer al presidente Joe Biden de permitir el uso de los misiles Storm Shadow con tecnología estadounidense en la guerra de Ucrania, su mayor apuesta es revertir los efectos del Brexit y acercarse de nuevo al continente europeo, a lo que Bruselas exige más claridad en sus intenciones.

“El mayor problema que desencadenó la crisis de Reino Unido fue el Brexit, un acto de populismo en el que no hubo un razonamiento económico (…) Lo que los británicos tienen que tratar de asegurar es su relación con la Unión Europea, seguir negociando acuerdos de libre tránsito y mecanismos de comercio. Al final por más que quieran romper la relación todavía necesitan seguir colaborando”, asegura el internacionalista.

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