Resistencia en Chile, protestas generalizadas en Santiago
Los chilenos protestan en contra del aumento a las tarifas del transporte sin olvidar la huella de la dictadura. Diversos sectores socioeconómicos y generaciones participan en los actos políticos
Mariana RecamierMarcelo es un arquitecto de 53 años que vive las protestas en Chile con el recuerdo de la dictadura en las manos. En las calles nota que los jóvenes reaccionan diferente que quienes pertenecen a su generación, pero también percibe un hartazgo generalizado en todo Santiago.
“Recuerdo septiembre de 1973 y todo lo que fueron las jornadas durante la dictadura, pero mis hijos no tienen esos recuerdos. La presencia de militares a mi generación nos evoca un periodo muy complejo de la historia y nuestras vivencias, pero las generaciones más jóvenes no lo vivieron y la presencia de los militares no los mueve de las calles”, comparte el chileno que vivió el golpe de Estado cuando era niño y participó en las movilizaciones estudiantiles durante su juventud.
El arquitecto participa en las protestas que iniciaron cuando el gobierno del presidente Sebastián Piñera decidió subir el precio del pasaje del metro y recorre la ciudad para saber cómo los diferentes sectores de Santiago presentan sus demandas. Le sorprende en especial cómo cada generación actúa de forma distinta.
“Los grupos de estudiantes increpan directamente a patrullas militares, les piden que se vayan a sus cuárteles y les sacan fotografías. A las personas de mi generación y de generaciones anteriores nos costaría mucho por la historia de vulneración de derechos humanos”, narra el chileno.
También le sorprende que las protestas se dan en todas las zonas de la ciudad: comunas de estrato social alto, los barrios estudiantiles y sectores populares.
La alta participación en las movilizaciones se debe a razones más allá del aumento en las tarifas del transporte. Los chilenos salen a las calles por la desigualdad económica, un sistema de pensiones que jubila a la mayoría con rentas inferiores al salario mínimo, costos en salud y educación elevados e incluso la privatización del agua.
“Yo tengo la suerte de vivir en un barrio de estrato alto, donde uno supondría que no habría ningún tipo de manifestación, pero los vecinos sonaron las cacerolas desde las calles, edificios y casas todos los días desde que comenzaron las protestas. Hay una sensación de una crítica muy global al nuevo proceso de desarrollo chileno”, dice el arquitecto.
El chileno añade que también observó rastros de protestas, supermercados quemados y barricadas en los sectores populares.
Las movilizaciones y la represión se tornaron violentas en diferentes regiones de Santiago desde la semana pasada. Once personas murieron en las protestas, de acuerdo con cifras del gobierno chileno.
El ministro de Salud, Jaime Máñalich, informó que hay 239 civiles heridos. La Fiscalía notificó dos mil 151 detenidos en todo Chile. El Instituto de Derechos Humanos reportó en tanto 37 heridos por arma de fuego.
“Las protestas comenzaron a ser violentas cuando hubo convocatoria para evitar pagar el transporte subterráneo al principio de la semana pasada y se empezó a incrementar la violencia con la presencia de carabineros”, describe el arquitecto.
El hombre agrega que no sabe quienes son las personas que actúan de forma violenta, pero llama su atención que algunas personas usaron vehículos costosos para entrar a supermercados.
“Los saqueos no tienen que ver con la demanda social ni con la presión de descontento social que han sido muy tranquilos y muy específicos”, aclara Marcelo.
Violencia en las protestas de Chile
Manuel Férez, profesor mexicano que vive en Santiago, Chile, agrega que en los últimos días comenzaron a aparecer grupos violentos que hicieron algo sin precedentes en las protestas chilenas: quemar el metro.
“Antes se manifestaban y quemaban barricadas y camiones, pero el metro no lo tocaban porque es un símbolo de Santiago”, comenta el docente de la Universidad Alberto Hurtado.
El profesor comparte que en su colonia grupos de encapuchados robaron en el interior de las residencias, entonces los vecinos decidieron hacer rondas para vigilar.
“Es muy parecido a lo que ha pasado en México: en un primer momento es todo tranquilo con vecinos y de pronto llega gente que no tiene nada que ver con el vecindario y avienta piedras”, dice el docente.
En respuesta a las protestas violentas, el gobierno decretó estado de emergencia, lo que significó el despliegue de militares, quienes ordenaron toque de queda desde el sábado.
“El estado de emergencia se tradujo en la imposición de un toque de queda y fue acatado en general. Durante las horas en las que se obliga el retiro de las personas a sus hogares se produce una situación de calma, pero con una tensión importante: anoche en mi barrio la presencia de carros policiales y helicópteros a muy baja altura fue intimidante. Eso hace que durante el día las movilizaciones surjan de forma inmediata”, describe el arquitecto Marcelo.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera anunció la suspensión del alza en la tarifa del metro el sábado en la noche, pero las protestas se mantuvieron en varios puntos este lunes. Personas de todas las generaciones bailaron, golpearon con fuerza cacerolas y aplaudieron cada que sobrevolaba un helicóptero militar en Santiago, de acuerdo con información de agencias.
“Lo que ocurrió en el golpe militar es que los militares secuestraron la ciudad y tomaron presas a las personas… Eran los militares los que ocupaban el espacio público, hoy es la ciudadanía la que toma toda la ciudad y yo nunca había visto eso”, narra Marcelo con el recuerdo de la dictadura de Chile en la mano.