Recorte presidencial

Para Barack Obama el segundo período presidencial ha sido todo, menos fácil. Desde que fue reelecto, en el 2012, el mandatario estadounidense ha tenido que lidiar con guerras en Medio Oriente, Vladimir Putin, disturbios antirracistas en Ferguson, republicanos enardecidos, la reforma sanitaria, el ébola y un sinfín de problemas internos que han hundido su popularidad. 

Andrea B. Assunto Andrea B. Assunto Publicado el
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39.1%
de popularidad tenía George W. Bush durante las elecciones de medio término del 2006
"Para algunos de los candidatos por ahí es difícil tenerme en el estado ya que los republicanos usarán eso para tratar de aumentar la participación republicana"
Barack ObamaPresidente de EU
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Para Barack Obama el segundo período presidencial ha sido todo, menos fácil. Desde que fue reelecto, en el 2012, el mandatario estadounidense ha tenido que lidiar con guerras en Medio Oriente, Vladimir Putin, disturbios antirracistas en Ferguson, republicanos enardecidos, la reforma sanitaria, el ébola y un sinfín de problemas internos que han hundido su popularidad. 

Según la encuestadora Gallup, el jefe de Estado llegó a un 41.5 por ciento de nivel de aprobación, que aunque presenta unos puntos más altos que hace dos trimestres es una caída fuerte comparado con el 63 por ciento que tenía cuando entró en gestión en el 2008. 

Y a dos semanas de las elecciones de medio término el peor herido por el descontento puede ser su partido.

“Normalmente, la fortuna del partido político del presidente en las elecciones está muy atado a su popularidad. Por ejemplo, los republicanos sufrieron grandes pérdidas en las medio término del 2006 con Bush, perdiendo el control de la mayoría de la Casa de Representantes y del Senado”, informó Gallup el pasado 20 de octubre. 

George W. Bush tenía para ese entonces 39.1 por ciento de aceptación entre sus ciudadanos. 

Ahora, con la intención de que la historia no se repita, los candidatos demócratas en estas elecciones optaron por separarse del presidente Obama para no salir salpicados de sus problemas de popularidad y perder de nuevo asientos en el Congreso. 

“Ningún demócrata quiere estar atado a un presidente que promete prosperidad y entrega malestar”, publicó en su editorial The Washington Times el pasado miércoles.  

“El vuelo de pánico de los demócratas lejos del presidente Obama –y de alguna de las posiciones más importantes del partido– no es ninguna sorpresa. El señor Obama sigue siendo muy impopular entre los votantes blancos, sobre todo en los estados del sur donde candidatos como la señora Nunn, la señora Grimes y varios otros están luchando para mantener sus contactos. Pero una de las razones de la impopularidad del presidente es que miembros nerviosos de su propio partido han hecho un trabajo muy pobre al defender sus políticas durante los seis años de presidencia, permitiéndole a los republicanos apostarle al fracaso de los demócratas”, indicó el editorial de The New York Times el pasado martes.

Y es así como cada vez que pueden, los republicanos sacan el tarjetón del presidente Obama para hundir a los demócratas postulados al Congreso. 

“Si usted logra que un votante crea que un senador o congresista vota hombro a hombro con el presidente, todos los sentimiento negativos que un votante pueda tener hacia el presidente se podrían transferir al candidato”, dijo Benjamin Bates, experto en mensajes políticos de la Universidad de Ohio. 

‘Hagan lo que tengan que hacer’

El presidente Obama, sin embargo, no se ha dejado caer por el rechazo de sus colegas de partido. 

“La conclusión es que estos son individuos que que votan conmigo; han apoyado mi agenda en el Congreso. Así que esto no se trata de que hieran mis sentimientos. Estas son personas que son aliados fuertes y me apoyan… yo les digo… hagan lo que tengan que hacer para ganar. Yo seré el responsable de que los votantes asistan a las elecciones”, dijo Obama en un programa radial el pasado 20 de octubre.

Estas declaraciones más que ayudar al Partido Demócrata, le han causado dolores de cabeza a todos aquellos que habían intentado generar una imagen separada del presidente y que han repetido en varias ocasiones que ellos no son Barack Obama. 

“Es una cosa que un presidente tenga malos números en las encuestas en los últimos seis años de su mandato y sea un lastre. Y es otra cosa que un presidente aplaste el mensaje de los candidatos de su partido y sea incapaz de ocultar su propia vanidad. Los candidatos demócratas no quieren que el presidente haga campaña con ellos y ahora no quieren ni siquiera que otorgue entrevistas. Los candidatos demócratas están corriendo, pero el presidente Obama no los dejará ocultarse”, aseguró The Washington Post el pasado martes. 

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