‘Quién soy yo para juzgar a un gay’
Francisco, ya al final de la Jornada Mundial de la Juventud, aun cansado por lo extenuante del viaje, cumplió a los medios y charlo de pie por más de 80 minutos con los periodistas en el avión de Alitalia durante su regreso a Roma.
Pablo Mier y TeránFrancisco, ya al final de la Jornada Mundial de la Juventud, aun cansado por lo extenuante del viaje, cumplió a los medios y charlo de pie por más de 80 minutos con los periodistas en el avión de Alitalia durante su regreso a Roma.
Ya en sus primeros días en Brasil había dicho con claridad y libertad que no es una solución legalizar la droga porque la legalización no ataca el fondo del problema y a muchos nos gusto ese estilo directo y claro de enfrentar las cuestiones; pues de regreso, en el avión, dijo a los periodistas y por lo mismo al mundo entero que él no es nadie para juzgar a los homosexuales y que no se debe marginar a nadie de la sociedad.
El problema, dijo, son los “lobbies” y de cualquier tipo, no las tendencias, esto en referencia a que hace unas semanas reconociera que en el Vaticano existe un “lobby gay” muy poderoso. “Si una persona es gay y busca a Dios con buena voluntad, quién soy yo para juzgarla”, cuestionó el Papa durante el viaje de regreso a Roma, en el que ofreció una larga conferencia de prensa dentro del avión.
“El catequismo de la Iglesia dice –explicaba Francisco a los periodistas- que estas personas no deben ser discriminadas sino apoyadas, el problema no es tener esta tendencia, son hermanos, el problema es hacer ‘lobby’, es este el problema más grave”.
Si le ponemos números al tema, en Estados Unidos según el censo del 2011, había 4 millones de adultos homosexuales de ambos sexos, es decir el 1.7 de la población mayor de 18 años.
“Nadie elije el sentimiento homosexual”, bajo este sugestivo título aparecerá próximamente en el suplemento SOMOS HERMANOS, que publica cada mes la Fundación para la Promoción del Altruismo, que usted puede encontrar en www.anunciacion.com.mx, un reportaje sobre la homosexualidad en el mundo, fenómeno al que el nuevo Papa acaba de dar un baño de caridad y amor a más de 10 mil metros de altura mientras sobrevolaba el Atlántico.
Sobre los sentimientos no debe haber juicios, Dios no juzga sobre lo que sentimos y sobre las acciones actúa siempre su misericordia, son nuevamente palabras de Francisco en el vuelo: “si una persona, laica, padre o monja, comete un pecado y después se convierte, el Señor perdona y cuando el Señor perdona, el Señor olvida y esto para nuestra vida es importante, pues cuando vamos a confesarnos y decimos ‘he pecado en esto’, el Señor olvida y nosotros no tenemos derecho de no olvidar porque corremos el riesgo de que el Señor no se olvide de nuestros pecados, es un peligro”, dijo Francisco y recordó a San Pedro, quien cometió uno de los pecados mayores que fue negar a Cristo y que después de este pecado lo hicieron Papa.
“Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas -dice en el punto 2358 el catecismo de la Iglesia Católica- no eligen su condición homosexual; esta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”.