Si bien Puerto Rico añora convertirse en la entidad 51 de la Unión Americana, el referéndum votado el martes no es vinculante. Foto: Especial

Puerto Rico elige nueva gobernadora

Con Jenniffer González a la cabeza de la isla, los puertorriqueños también votaron por la integración a Estados Unidos; sin embargo la presidencia de Donald Trump podría impedirlo

Mientras el mundo observaba a millones de estadounidenses ejercer su derecho para la elección a presidente, tres millones de sus ciudadanos puertorriqueños radicados en Estados Unidos elegían a su mandataria.

Con la victoria de Jenniffer González, candidata oficialista que representa el tercer mandato consecutivo del Partido Nuevo Progreso, la isla tendrá un nuevo gobierno para los próximos cuatro años.

González, quien fue congresista en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, obtuvo 39 por ciento de los votos con una plataforma cuyo principal diferenciador es la apuesta por una integración plena a la Unión Americana. En su discurso de aceptación, la gobernadora electa declaró que esta elección es el “inicio de un brillante futuro para nuestro país”; sin embargo, la decisión de 72 millones de estadounidenses pueden poner en riesgo las intenciones de la mandataria.

La relación de Estados Unidos con Puerto Rico, un territorio no constituido con autogobierno limitado, acaparó los reflectores en la última semana de las elecciones presidenciales cuando en un evento de campaña de Donald Trump un comediante se refirió al territorio como una isla de basura, lo que generó críticas al republicano, pero no impidieron que se convirtiera en el 47 presidente de su nación.

En opinión del doctor Carlos Hernández López, internacionalista de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM, la integración total de Puerto Rico como el estado 51 de la Unión Americana parece casi imposible debido a la agenda impulsada por el presidente Trump, tanto en campaña como en su pasada administración.

“A la luz de la victoria de Trump el tema se lee de forma muy diferente, sobre todo por las mayorías republicanas que obtuvo en la Cámara Alta, esto configura un escenario muy complicado para Puerto Rico.

“La oferta política de Donald Trump ya es conocida por los ciudadanos y esta nueva administración lo va hacer un “Trump Reloaded”, lo que anticipa la vuelta del discurso nacionalista con reservas frente a la migración, a la que asocia con criminalidad por considerar que han sacado provecho de su país, lo que configura un escenario complicado para Puerto Rico”, anota el académico.

¿Puerto Rico puede convertirse en el estado 51 de Estados Unidos?

Si por décadas la relación entre Estados Unidos y Puerto Rico se ha mantenido en un “impasse”, las elecciones del martes pasado brindaron un foro en el que los ciudadanos contrastaron dos posibilidades opuestas respecto al futuro de esa relación.

Juan Dalmau, del Partido Independentista y del recientemente fundado Movimiento Victoria Ciudadana, obtuvo el segundo lugar en las elecciones con un 33 por ciento de los votos; con él, la fuerza política que representa fue la que más crecimiento tuvo en este periodo electoral.

Pese a que los resultados no favorecieron a Dalmau en su mensaje de concesión, el candidato señaló que el apoyo recibido para él y su causa era el inicio de una transformación para Puerto Rico.

En el séptimo referéndum respecto al estatus político de la isla, solo 31 por ciento de los puertorriqueños favorecieron la opción de independencia, mientras que 57 por ciento de ellos se decantaron por una integración completa a Estados Unidos.

El doctor Hernández López menciona que los resultados obtenidos por Dalmau son muestra de que los votantes puertorriqueños están dispuestos a entretener opciones políticas más allá de las presentadas por las opciones bipartidistas tradicionales, sin que eso signifique una aceptación difundida de la causa independentista.

“(La independencia) era el principal activo de este candidato, su postulación se mantiene en esa idea, pero el segundo lugar también funciona como un plebiscito de esta opción política; con el triunfo de la gobernadora se da un mensaje claro de que la mayoría de los puertorriqueños prefiere no seguir la vía que plantea Dalmau respecto a su relación con Estados Unidos”, anota el especialista.

Si bien Puerto Rico añora convertirse en la entidad 51 de la Unión Americana, el referéndum votado el martes no es vinculante, y para ser integrado como parte de Estados Unidos se necesita una acción del Congreso; una Legislatura que tras las elecciones es controlada por el Partido Republicano, en cuya plataforma no aparece la isla como prioridad.

“Para un presidente o para el Congreso admitir a Puerto Rico como estado es una factura muy alta; es decir, la clase política sabe que en Puerto Rico hay más población estadounidense que en muchos estados y que muchos puertorriqueños tienen una asimilación exitosa, pero los republicanos no quieren pagar esa factura con sus votantes y pasar a la historia como quienes cambiaron la historia de la relación entre Puerto Rico y Estados Unidos. No está en la agenda de Trump ni en la del Congreso, que en este momento tiene como prioridad las promesas que hizo en campaña”, anota el doctor Hernández López.

Más allá de Estados Unidos: los problemas internos de Puerto Rico

Más allá de su relación con Estados Unidos, Jennifer González va a presidir sobre un Puerto Rico con muchos problemas internos. Las últimas dos décadas, el PIB de la isla ha presentado una caída considerable, en parte debido a políticas fiscales implementadas desde el Congreso estadounidense, lo que ha significado medidas de austeridad que limitan su capacidad de ofrecer servicios básicos, como suministro constante de energía eléctrica, educación pública o incluso médicos subsidiados por el Estado.

Durante su campaña a la gubernatura, González promovió una plataforma de crecimiento económico de tintes neoliberales en el que se comprometió a atraer la inversión que dejó la isla y cumplir con la misión social del gobierno al costo más bajo posible. El profesor Hernández López considera que ello es posible aunque también muy complicado.

“Habría que partir la situación sui generis de Puerto Rico, porque no solamente están los mecanismos institucionales para la gobernabilidad sino también la capacidad que tienen los gobernadores en Estados Unidos para negociar con la Federación y generar sus propios recursos; sin embargo, para ello cuentan con el respaldo de sus legisladores en el Congreso y con la ayuda de la Casa Blanca, y en este caso los recursos de la gobernadora González no son los mismos”, finaliza el académico.

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