Protestas en Francia y Alemania contra el avance de la extrema derecha
Los problemas de movilidad en la entidad, así como la crisis de inseguridad y los altercados entre los partidos políticos son parte de las vicisitudes con las que los neoleoneses deben lidiar a diario
Pablo AbundizEn Francia y Alemania cientos de miles están inconformes con las políticas ultraderechistas impulsadas por partidos que aspiran al gobierno.
Mientras que en tierras germanas el partido Alternativa para Alemania (AfD) ha tomado la migración como bandera y a quienes buscan nuevas oportunidades en su país como un chivo expiatorio al cual culpar por los problemas de la nación, en Francia, el grupo político Agrupación Nacional de Marine Le Pen se ha convertido en la segunda fuerza política a pesar de sus orígenes abiertamente racistas y xenófobos.
Hasta hace algunos años, estos dos movimientos no eran sino marginales, sus ideas y sus discursos los colocaban al borde del espectro político, donde era difícil encontrar votantes; sin embargo, la coyuntura de ambos países les ha permitido ocupar espacios relevantes en el acontecer de sus naciones.
En las elecciones presidenciales de 2022, la opositora francesa Marine Le Pen obtuvo más del 40 por ciento del voto, un récord histórico para un partido de sus credenciales. En Alemania, se prevé que suceda lo mismo con el AfD al obtener un 20 por ciento en el Bundestag, el Parlamento alemán, en las siguientes elecciones federales, lo que representaría un crecimiento comparado con el 10.3 por ciento del voto obtenido en 2021.
Le grand rendez-vous avec la Nation s’est transformé en un énième et interminable bavardage ; un entre-soi sans hauteur, sans vision et surtout sans solutions aux problèmes critiques des Français. Le fond comme le ton ne sont pas au niveau d’un président de la République.
— Marine Le Pen (@MLP_officiel) January 16, 2024
La población alemana y francesa rechaza la radicalización mediante protestas
A pesar de la relevancia que la extrema derecha goza en Alemania y Francia, los dos movimientos enfrentan una fuerte oposición en las calles.
El fin de semana pasado, cientos de miles de ciudadanos marcharon en distintas ciudades germanas en contra del AfD y sus políticas etnonacionalistas luego de que se diera a conocer que el partido de oposición tuviera una reunión secreta con extremistas del Movimiento Identitario.
Durante la reunión, se discutió el plan de “remigración” propuesto por Martin Sellier, ciudadano austriaco que busca deportar a millones de migrantes que no sean étnicamente germanos sin importar si cuentan con ciudadanía alemana.
Ante la revelación del tema en la reunión, difundida por el medio investigativo Correctiv, el canciller alemán, Olaf Scholz, condenó el plan y aseguró que cualquier que viva, trabaje y crea en los valores básicos de su democracia, le pertenece a Alemania independientemente de su origen o color de piel.
Wer hier lebt, hier arbeitet und sich zu den Grundwerten unserer Demokratie bekennt, gehört zu uns.
Unabhängig von Herkunft oder Hautfarbe.
Punkt. #UnwortdesJahres— Bundeskanzler Olaf Scholz (@Bundeskanzler) January 15, 2024
Las marchas en contra del AfD y sus posturas no se dieron únicamente en las grandes ciudades. Mientras que en Múnich 100 mil personas salieron a las calles y en Berlín lo hicieron 60 mil, en regiones rurales la gente marchó en una docena de localidades.
Si bien la extrema derecha ha ganado impulso en Alemania, en un reciente estudio realizado por la Fundación Friedrich Ebert se encontró que solo un ocho por ciento de la población se identifica como tal, en tanto las muestras de políticos como de ciudadanos dan la impresión de sostener el orden democrático.
Por su parte, en las calles de París, miles de personas ignoraron el frío de enero para marchar y exigir al gobierno del presidente Emmanuel Macron detener la nueva ley de migración, impulsada por él mismo, que haría más fácil al gobierno deportar migrantes al tiempo que hace más difícil para ellos acceder a servicios sociales.
La legislación ha sido criticada por jugar bajo las reglas de Marine Le Pen no solo por los miles que marcharon el domingo para exigir su veto, sino también por miembros de la administración del presidente Macron; la primera ministra Élisabeth Borne incluso renunció al gobierno en oposición a la ley.
Los manifestantes franceses argumentan que la ley no solo va en contra de los principios liberales en los que se funda el país, también contiene artículos que contravienen la Constitución. La Corte Constitucional será la que decida su estatus legal y si continúa su proceso de ratificación.
¿Por qué los extremos son tan populares?
En opinión de Daniel Muñoz, internacionalista y jefe de la carrera de Relaciones Internacionales de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la UNAM, la reciente aceptación de las ideas extremistas en Europa se debe a que estos políticos han sabido capitalizar el descontento de la población.
“Han crecido de una manera bastante rápida, sobre todo porque han entendido el descontento de esas sociedades ante sus políticos, la falta de empleo o la pérdida de seguridad social, eso ha sido el caldo de cultivo para que estos partidos de extrema derecha ganen cada vez más seguidores”, explica el académico.
Muñoz aclara que el perfil de los votantes de estos partidos no es tan cerrado como se podría pensar. Su atractivo no se limita al margen de la sociedad, al contrario, su discurso atrae a una gran diversidad de electores, desde personas con bajos estudios y pocas habilidades para el mercado laboral, hasta profesionistas urbanos de clase media.
Hamburg hat den Rechtsextremen und Demokratiefeinden in unserem Land heute eine klare Botschaft gesendet: Nie wieder! Unsere Demokratie ist wehrhaft. Wir sind an einem Punkt, an dem alle Demokratinnen & Demokraten aufstehen und Haltung zeigen müssen. pic.twitter.com/oFJFVw8Ikg
— Peter Tschentscher (@TschenPe) January 19, 2024
Debido al amplio espectro de sus votantes, poner un freno a estos movimientos resulta complicado, en particular porque cualquier medida legal que limite sus derechos políticos será un arma de doble filo. No sólo contravendría la voluntad de una parte importante de la población, sino que al hacerlo deslegitimaría sus demandas.
“Los medios de comunicación, los políticos de centro y de izquierda, han tratado de desacreditar a la extrema derecha con estas marchas, por ejemplo, pero con este crecimiento que han tenido en los últimos años impide detener su avance […] Tendría que hacerse algo muy radical por parte de los gobiernos para detener estos movimientos, (como) asumir las demandas legítimas y que la sociedad pueda ver que no solo es un argumento de la extrema derecha. Estas manifestaciones son un reflejo de la división en estos países, de la polaridad de opiniones, pero no pueden detener el avance de la extrema derecha”, remata el profesor.