¿Por qué renunció Ratzinger?

Fue en el último mes de 2012 cuando Benedicto XVI tomó la decisión de abdicar.

El Papa acababa de sostener un encuentro con el presidente palestino Abu Mzen. Después, ese 17 de diciembre, llegaron a sus oficinas los cardenales Julián Herranz, Salvatore de Giorgi y Josef Tomko. Le entregaron un informe confidencial: la segunda parte de sus indigaciones en torno a los “Vaticanleaks”. 

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Tres cardenales le entregaron en diciembre un segundo informe sobre Vaticanleaks, que mostraba la resistencia al cambio en el Vaticano

Fue en el último mes de 2012 cuando Benedicto XVI tomó la decisión de abdicar.

El Papa acababa de sostener un encuentro con el presidente palestino Abu Mzen. Después, ese 17 de diciembre, llegaron a sus oficinas los cardenales Julián Herranz, Salvatore de Giorgi y Josef Tomko. Le entregaron un informe confidencial: la segunda parte de sus indigaciones en torno a los “Vaticanleaks”. 

Las primeras revelaciones de sus pesquisas las recibió el Papa el pasado mes de julio. En teoría, según Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, la labor de los purpurados ya había finalizado formalmente. Sin embargo, el jueves pasado se hizo publicó que no fue así y que los religiosos prosiguieron con su investigación.

El voluminoso expediente que entregaron a Joseph Ratzinger está compuesto de diversas entrevistas e interrogatorios a partir de los cuales se supo de la resistencia generalizada a los cambios en el interior de la iglesia católica. Quedaron de relieve los múltiples obstáculos para frenar los esfuerzos que promovían la transparencia solicitada por el Sumo Pontífice.

Estas son las revelaciones publicadas el jueves pasado en “Panorama”, el semanario italiano que en 2011 dio a conocer los primeros testimonios de Paolo Gabriel, el ex mayordomo del Papa, que entonces usaba el alias de “El Cuervo”.

El rotativo hizo una reconstrucción de los hechos que habrían llevado a Joseph Ratzinger a anunciar su intención de dimitir el próximo 28 de febrero.

De acuerdo con “Panorama”, tras el delicado encuentro con los cardenales, el religioso solo tuvo fuerzas para hablar con su hermano Georg. Ante él habría admitido, quizás por vez primera, haber descubierto “un rostro de la curia vaticana que jamás había imaginado”. 

Fue en la antesala de los festejos de la Natividad cuando Ratzinger comenzó a idear en secreto su renuncia al pontificado. Se percató que su dimisión no debía postergarse por más tiempo.

Ante el terrible panorama de la Curia Romana, así como las intrigas y divisiones de los cardenales miembros del Estado Vaticano, Benedicto XVI reconoció no tener más fuerzas para estar a la altura del gran reto: realizar una urgente limpieza y de renovación al seno de la Iglesia católica.

“Las denuncias recíprocas, los ataques, los episodios que permanecieron cubiertos por años y nunca develados son una chocante y dramática revelación para el Pontífice”, indicó “Panorama”.

Hasta el momento, no hay una confirmación oficial de la Santa Sede respecto a la existencia del informe al que alude el diario italiano. Sin embargo, se refiere que en la agenda del Pontífice está consignado su encuentro con Herranz, Giorgi y Tomko a casi dos meses de celebrarse.

El “rostro desfigurado” de la Iglesia

Durante el Miércoles de Ceniza celebrado en la Basílica de San Pedro, el Papa hizo un exhorto a superar las rivalidades y pidió hacer una reflexión sobre la cara deforme de la Iglesia.

“Debemos reflexionar –dijo– sobre la importancia del testimonio de fe y de vida cristiana de cada uno de nosotros y de nuestras comunidades para manifestar el rostro de la Iglesia y cómo este rostro es, a veces, desfigurado”.

El aún Papa en funciones hizo un llamado a superar la división interna.

“Pienso en particular en las culpas de la Iglesia, en las divisiones del cuerpo eclesial. (Hay que) vivir la Cuaresma en una más intensa y evidente comunión eclesial, superando individualismos y rivalidades, es un signo humilde y precioso para quienes están alejados de la fe o indiferentes”, consideró Ratzinger.

En su discurso pronunciado ante obispos de Roma, adelantó que, tras su pontificado, se mantendrá lejos del mundo. Benedicto XVI indicó que a partir de marzo se concentrará en la oración:

“Estaré retirado en la oración, oculto al mundo, aunque siempre cerca de todos ustedes”.

El Banco Vaticano ya tiene presidente

Antes de su partida, Benedicto XVI ha dejado nombrado al titular del Instituto para las Obras de Religión (IOR).

Ernst von Freyberg es, desde el viernes pasado, el nuevo presidente del llamado Banco Vaticano, designado por la comisión de cardenales que supervisa el IOR. 

Su nombramiento se produce en medio de las denuncias por corrupción que han tocado a la institución financiera que administra cerca de 33 mil cuentas abiertas por cardenales, movimientos, congregaciones, grupos, archidiócesis y fundaciones católicas.

Nacido en 1958 y licenciado en derecho por la Universidad de Munich Von Freyberg es miembro de la Soberana Orden de Malta –una organización católica internacional de ayuda humanitaria– y de la Asociación para las Peregrinaciones a Lourdes de la Archidiócesis de Berlín.

Según un comunicado de la Santa Sede la decisión es producto “de una profunda valoración y de diversas entrevistas que la comisión cardenalicia cumplió, siempre con el apoyo del consejo de superintendencia”.

El portavoz de la Iglesia católica, Federico Lombardi, además explicó que esta designación implicó “un recorrido de algunos meses, meticuloso y articulado, que permitió valorar numerosos perfiles de alto nivel profesional y moral, con la asistencia de una agencia internacional independiente, líder en la selección de altos dirigentes de empresa”.

Von Freyberg reemplaza a Ettore Gotti Tedeschi, destituido en mayo pasado año por el Consejo de Supervisión. Fue acusado por su presunta  violación de las normas sobre blanqueo de dinero.

El italiano fue objeto de una moción de censura tras argumentarse era incapaz de cumplir su rol al frente del Banco Vaticano.

Gotti se enfrentó con diversas personalidades de la Curia Romana sobre cuestiones como la transparencia y la certificación contra el lavado de dinero, emprendida por la Santa Sede en años pasados.

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