La noche del primero de octubre los ciudadanos israelíes se guarecían en refugios antibombas de un ataque aéreo ejecutado por Irán como represalia a la movilización terrestre que Israel había comenzado en el Líbano; en respuesta, el primer ministro Benjamin Netanyahu prometió retribución.
“Irán cometió un gran error esta noche y pagarán por ello (…) El régimen no entiende nuestra determinación por defendernos y ni nuestra determinación por vengarnos en contra de nuestros enemigos”, declaró el mandatario en un mensaje en redes sociales.
Diplomáticos, miembros del gobierno israelí y políticos de oposición se unieron a la condena del ataque y llamaron a la comunidad internacional a denunciar las acciones de Irán. La cúpula militar israelí informó que durante el ataque se utilizaron 180 misiles balísticos, y aunque se reportaron impactos al centro y al sur del país, los bombardeos no ocasionaron muertos ni heridos gracias a la intercepción de los proyectiles por parte de Israel y Estados Unidos.
Daniel Hagari, vocero de las Fuerzas de Defensa de Israel, llamó a la ofensiva iraní una “seria y peligrosa escalada” y advirtió que la respuesta de su país se dará en sus propios términos de acuerdo a las directivas del gobierno encabezado por Netanyahu.
Alrededor del mundo la escalada de violencia entre Israel y sus rivales regionales se ha visto con preocupación y las llamadas a la paz se conjugan a la par de las condenas por las acciones iraníes. El primer ministro britanico, Keir Starmer, así como el vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, condenaron los ataques del régimen iraní y advirtieron de los riesgos que un ciclo de retribuciones puede traer a la región y al mundo.
Por su parte el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, aseguró que su país está completamente comprometido a la defensa de su aliado en Medio Oriente. Las declaraciones del Ejecutivo tuvieron resonancia en las palabras de la vicepresidenta, y candidata a la presidencia, Kamala Harris, quien llamó a Irán una “fuerza desestabilizadora en la región”.
En contraposición, las fuerzas armadas iraníes advirtieron a los aliados de Israel en contra de intervenir directamente y señalaron que una respuesta de su parte tendría efectos contraproducentes en sus intereses en la región. La misión de Irán ante las Naciones Unidas justificó el bombardeo como una defensa de su soberanía e intereses, los cuales han sufrido bajo las acciones “terroristas” del “régimen zionista”.
A diferencia del ataque pasado, cuando el 13 de abril el régimen del Ayatola Jameneí bombardeó Israel en respuesta al bombardeo de una sede diplomática iraní en Siria, en esta ocasión Irán no dio aviso de sus intenciones a Israel, Estados Unidos o sus aliados regionales; sin embargo, inteligencia estadounidense advirtió de la inminencia del ataque horas antes.