Unas dos mil personas se congregaron para protestar contra el gasto de 52 millones de dólares por la visita papal
Nadie es moneda de oro para agradarle a toda la gente.
El nuevo Papa, tan aclamado a nivel internacional por romper con el paradigma de la ostentación y predicar el discurso de la humildad –además de ponerlo en práctica–, provocó la ira de un sector de la población a su llegada a Brasil.
Los inconformes no estaban en contra de la figura religiosa que eligió Río de Janeiro como punto de partida en su gira fuera de Europa, sino con el manejo de las finanzas del gobierno.
“No tenemos nada contra el Papa, nadie aquí está en contra de él. Ésta es una protesta contra nuestra dirigencia política”, dijo Christopher Creindel, estudiante de 22 años, a la agencia de noticias The Associated Press.
La visita de Jorge Mario Bergoglio a tierras cariocas para encabezar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ha costado al gobierno de Brasil alrededor de 52 millones de dólares.
Por ello, unas dos mil personas fueron convocadas por los grupos Anonymous Río y Anonymous Brasil para dar una réplica de las protestas que sacudieron al país y a la Copa Confederaciones el mes pasado.
La JMJ también ha afectado el transporte público.
Con la prohibición del tránsito para evitar el tráfico en Copacabana, las líneas de metro se han visto saturadas de pasajeros. Ayer, la línea 1 y 2 colapsaron ante una falla en la estación Uruguayana, ubicada en el centro de Río de Janeiro.
