Joyce Labol murió ahogada hace unos 3 años cuando se inclinó para recoger agua de un estanque y le vino un repentino espasmo.
La adolescente es una de los 300 ugandeses que han muerto como resultado de una enfermedad misteriosa que está afectando a cada vez más niños en el norte de Uganda y en algunas zonas de Sudán del Sur.
A la enfermedad la llaman el síndrome del cabeceo, porque aquellos que lo tienen asienten con la cabeza y algunas veces hacen movimientos parecidos a un ataque epiléptico.
Este trastorno detiene el crecimiento de los niños, destruye sus habilidades cognitivas y los vuelve incapaces de realizar pequeñas tareas, algunos incluso no reconocen a sus propios padres.
Las autoridades ugandesas calculan que unos 3 mil niños en el país sufren de este mal.
Algunos cuidadores incluso atan a árboles a los niños que sufren de este síndrome para no tener que cuidarlos cada minuto del día.
Este lunes se inició en Uganda una conferencia internacional de 4 días sobre el síndrome del cabeceo que las autoridades de salud creen que ayudará a entender mejor a la misteriosa enfermedad.
A la conferencia asistirán unos 120 científicos de diversas partes del mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
Los científicos trabajan para encontrar la causa de una enfermedad que ataca principalmente a niños de entre 5 y 15 años de edad.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), a petición del gobierno ugandés, la investigan desde 2009.
Los científicos se están enfocando en la relación entre el síndrome y el parásito que causa la ceguera, dijo Scott Dowell, director de la división Global de Detección de Enfermedades y Respuesta de Emergencia del CDC.
Quienes habitan en los confines de Uganda creen que la enfermedad tiene su raíz en la violencia.
Dicen que es la razón por la que el síndrome prevalece en los lugares más afectados por el legado de una guerra brutal emprendida por Joseph Kony.
Fuente: AP.