Los políticos hacen su juego

Aunque la pelota no estará en la cancha hasta en dos meses, los partidos políticos ya libran su propio enfrentamiento en Brasil.

El Mundial de Futbol 2014 no es el único evento para el que se alista la presidenta Dilma Rousseff, pues en octubre ella buscará la reelección en las urnas.

Las manifestaciones contra la Copa del Mundo han golpeado desde el año pasado a la popularidad de Dilma, cuyo nivel de aprobación cayó de 63 por ciento a 36 por ciento de marzo del 2013 al mismo mes en el 2014, informa la encuestadora Ibope.

Pedro Pablo Cortés Pedro Pablo Cortés Publicado el
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millones de empleos espera crear el Gobierno de Brasil con el Mundial del 2014
"Hay que criticar, pero creo que no va a ser el caos que están promoviendo, porque me parece que la propaganda del caos favorece a un discurso de oposición frente a las elecciones presidenciales de octubre”
Edison GastaldoAntropólogo brasileño de la UFRRJ

Aunque la pelota no estará en la cancha hasta en dos meses, los partidos políticos ya libran su propio enfrentamiento en Brasil.

El Mundial de Futbol 2014 no es el único evento para el que se alista la presidenta Dilma Rousseff, pues en octubre ella buscará la reelección en las urnas.

Las manifestaciones contra la Copa del Mundo han golpeado desde el año pasado a la popularidad de Dilma, cuyo nivel de aprobación cayó de 63 por ciento a 36 por ciento de marzo del 2013 al mismo mes en el 2014, informa la encuestadora Ibope.

Las protestas, que exigen cancelar el Mundial para destinar los recursos a salud y educación, provocaron cuestionamientos de la prensa internacional sobre la capacidad de Brasil de organizar el evento.

Sin embargo, expertos brasileños explican a Reporte Indigo que los partidos de oposición aprovecharon el descontento social para intensificar las manifestaciones y desprestigiar a la mandataria brasileña.

Además, añaden, los medios y la FIFA han exagerado los problemas de Brasil.

Un Mundial politizado

La oposición politizó los problemas de la Copa para ganarle votos a Dilma Rousseff, advierte Edison Gastaldo, antropólogo de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro.

“A la oposición le gustó muchísimo esto”, expone, “porque le pareció una oportunidad para desestabilizar la situación política del país.

“Lo que pasó fue que a la gente que participaba en las manifestaciones con sus carteles pidiendo paz y justicia, se le incorporaron actitudes violentas, de arrojar piedras a las tiendas y saquear las mercancías”.

Estos actos violentos, en los que participan anarquistas, propiciaron que los ciudadanos repudiaran las marchas en las calles, agrega Gastaldo.

“La gente se dio cuenta de que estaba siendo manipulada para provocar una situación política, entonces hay mucha gente que dice: ‘no va ha haber Copa’, pero se me hace muy ingenuo decir que no va a haber”.

Contrario a la opinión de otros académicos, el antropólogo afirma que no habrá una violencia aguda en las calles, pues la sorpresa ocurrió en el 2013.

“Va a haber manifestaciones, pero no va a ser lo mismo. A la gente le gusta mucho el futbol y creo que cuando el equipo brasileño entre al campo, las personas van a apoyar a Brasil”, sostiene.

Sensacionalismo y exageración

Los problemas que enfrenta Brasil rumbo al Mundial son normales en un país en vías de desarrollo, pero los medios extranjeros caen en la exageración, señala Juliano de Souza, de la Asociación Latinoamericana de Estudios Socioculturales del Deporte (Alesde).

“En época de Copa del Mundo, puede abrirse una especie de ‘válvula de escape’ para que tales problemas vengan a tono o, por lo menos, se aborden de forma más explícita e incisiva por los medios”, apunta el estudioso de las prácticas deportivas de Brasil. 

 “No todo lo que se ha hecho circular socialmente en términos de información en esa cuestión es verdadero. Siempre es importante cuestionar cuáles son los intereses subyacentes a la difusión de ciertas ideas”, agrega el investigador brasileño.

El sociólogo deportivo advierte que la FIFA también ha sido injusta con un país emergente y ha provocado que los brasileños perciban una invasión a su cultura.

“Precisamos encarar con cautela muchas de esas críticas y tomar en cuenta que son tendencialmente tejidas teniendo como base el estándar de modernización europea o, metafóricamente hablando, el estándar de exigencia FIFA”, subraya De Souza.

“Ese discurso, convertido en prácticas y acciones concretas, también acaba incidiendo en cuestiones de autonomía y aspectos sociohistóricos de la cultura deportiva local”.

El académico de la Alesde considera que el Gobierno de Rousseff no supo mostrar los beneficios concretos del evento deportivo, pero también considera que las protestas son un reclamo general contra el neoliberalismo y la intervención cultural.

Reclamo legítimo

Uno de los organizadores de las protestas, Ricardo Vieira, reconoce que hay partidos políticos que se infiltran en las protestas, pero coincide con los expertos en que el reclamo es genuino.

“Muchos partidos políticos están detrás, también por estar contra el Gobierno de Dilma”, cuenta el líder del movimiento “Nao queremos a Copa”, “entonces hasta gastan dinero en muchas manifestaciones contra el Mundial.

“Ahora, la mayoría de los manifestantes son simplemente personas que no aceptan a los partidos políticos en su manifestación, pero hay muchos partidos de la oposición que se infiltran en estos eventos”.

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