Aunque es italiano, Pietro Parolin tiene un español fluido, pues se desempeñó como nuncio en México de 1989 a 1992 y, antes de ser nombrado como la segunda máxima autoridad de la Santa Sede, cumplía con la misma misión en Venezuela.
El pasado 31 de agosto el Papa Francisco anunció que Parolin reemplazaría al cardenal Tarcisio Bertone como secretario de Estado del Vaticano, pero fue hasta ayer cuando en una ceremonia en el Palacio Apostólico, el Sumo Pontífice dio la bienvenida a quien será su “mano derecha”.
El arzobispo, reconocido diplomático, reemplazará al polémico Bertone, a quien se culpó de muchos de los problemas del papado de Benedicto XVI, incluyendo el “VatiLeaks”.
La elección de Parolin, de 58 años, no solo destaca porque es el más joven en ocupar el cargo desde Eugenio Pacelli (secretario de 1930 a 1939 y después elegido Papa), sino porque llega en medio de una serie de reformas emprendidas por Jorge Bergoglio.
Él, como Francisco, es un hombre “ajeno” a los juegos de poder dentro de la Iglesia Católica.
“La verdad es que no he hablado mucho con él y creo que, cuando tenga la oportunidad, le preguntaré por qué me designó”, dijo Parolin al periódico venezolano El Universal cuando se enteró de la decisión del Papa.
A pesar de que fue una sorpresa para él, cardenales celebraron.
Y es que el exnuncio de Venezuela ha logrado diversos “milagros” diplomáticos como reabrir este año la comunicación entre el Gobierno venezolano y el Vaticano, luego de que la relación se viera afectada por las declaraciones del difunto presidente Hugo Chávez contra la Iglesia.
“Es una gran elección, un hombre eficaz, buen negociador, muy equilibrado” declaró a la Radio Vaticano Monseñor Jean-Louis Tauran, antiguo jefe diplomático de Juan Pablo II.
El nuevo secretario de Estado vaticano también trabajó en otros asuntos delicados, como las relaciones con China comunista y Vietnam. Además ha sido una voz importante en el conflicto palestino-israelí y en temas como el tráfico de personas.
Según Vatican Insider, en México apoyó en la fase final de un proyecto que en 1992 culminaría con el reconocimiento jurídico de la Iglesia Católica.
John L. Allen, experto del Vaticano citado por The New York Times, cree que el nombramiento de un diplomático de carrera sugiere que Francisco “no pretende empezar de cero” la reforma del Vaticano, ni tampoco “quiere que la capacidad diplomática de la Iglesia disminuya mientras él se ocupa de los desafíos internos”.
También se piensa que el poder de Parolin será menos centralizado, pues recientemente el Papa nombró a un consejo de ocho cardenales alrededor del mundo para que lo ayuden a gobernar.
Parolin no pudo asistir a su investidura pues tuvo que ser sometido de urgencia a una cirugía menor.
