Las mujeres jóvenes están levantando la voz en contra de las armas. Como parte de la Marcha Por Nuestras Vidas, una protesta que se realizó este fin de semana en Washington, niñas y adolescentes pronunciaron discursos para homenajear a sus amigos y familiares que murieron por culpa de las balas, pero sobre todo para exigir a Donald Trump y el Congreso estadounidense que frene la violencia armada.
El discurso más potente porque en el silencio encontró la herramienta para impulsar el activismo antiarmas fue el de Emma González, una joven con ascendencia cubana que sobrevivió al tiroteo del 14 de febrero en Parkland, Florida.
Emma cruzó el escenario este sábado en la capital de Estados Unidos y dijo los nombres de los 13 jóvenes y cuatro adultos que murieron en su escuela secundaria. La estudiante no sólo mencionó los nombres de quienes fallecieron en el tiroteo de la institución educativa Marjory Stoneman Douglas, sino que también rememoró las actividades en las que no volverán a participar. Una frase le devolvió el carácter humano a los 17 fallecidos.
Después de los nombres vino el silencio y las lágrimas. Emma no pronunció ni una palabra hasta que se cumplieron los 6 minutos y 20 segundos que duró el tiroteo en su escuela. Luego de ese homenaje, la estudiante incitó a los jóvenes estadounidenses a hacer algo para erradicar la violencia.
“Seis minutos y cerca de 20 segundos, 17 amigos murieron, 15 resultaron heridos y absolutamente todos en la comunidad Douglas se vieron alterados para siempre”, dijo ante cientos de personas antes de los minutos en silencio.
No era la primera vez que Emma usaba sus palabras para generar conciencia sobre las consecuencias del uso de las armas. Esta joven de cabeza rapada y 18 años apareció en el centro de la discusión sobre la violencia armada días después del tiroteo que ocurrió en su escuela. En un primer discurso exigió que el gobierno de Estados Unidos hiciera algo para frenar el asesinato de estudiantes.
“Cada uno de los aquí presentes, deberíamos estar en casa afligidos. Sin embargo, estamos aquí juntos porque si todo lo que nuestro presidente y nuestro gobierno pueden hacer es enviar recuerdos y oraciones, entonces tal vez es momento de que las víctimas sean el cambio que necesitamos”, dijo la estudiante días después de la tragedia en Parkland.
Desde ese momento la estudiante fue muy crítica con la relación entre la Asociación Nacional del Rifle, una organización que defiende el derecho a poseer armas, y los políticos estadounidenses. Emma expuso en su primer discurso que los funcionarios que reciben dinero de esta organización también son culpables de que los estudiantes mueran por la violencia armada.
Antes del tiroteo
Emma es sólo una de las jóvenes que se ha convertido en activista después del incidente en el que murieron sus compañeros. En un ensayo que publicó en la revista Harper’s Bazaar, la estudiante afirmó que antes del tiroteo era como cualquier otra adolescente. Dibujaba, pintaba, tejía, bordaba o hacía cualquier cosa que mantuviera sus manos ocupadas mientras veía Netflix.
Es la mayor de tres hermanos. Su madre es profesora de matemáticas y su padre es un abogado que se refugió del régimen de Fidel Castro en Nueva York.
A Emma le encanta escribir y la astronomía. Se identifica como bisexual y es la presidenta de la asociación de Alianza Gay-Heterosexual de su instituto.
Desde el 14 de febrero, la estudiante dejó de lado la cotidianidad llena de bordados y series y se convirtió en una activista contra las armas. Cambió el miedo que sintió mientras se ocultaba en el auditorio de su escuela por un deseo irrefrenable de cambio.
En contra de armar a los profesores
Emma no sólo exige la erradicación de la violencia armada y critica que los políticos reciban dinero de la organización más grande de armas en Estados Unidos, también está en contra de algunos paliativos que sugirió Trump, tales como dar armas a los docentes.
“Los profesores no necesitan estar armados con pistolas para proteger sus clases, deben estar armados con una educación sólida para poder impartir sus clases. Eso es lo único que debe estar en la descripción de su trabajo”, escribió Emma en el artículo que publicó en Harper’s Bazaar.
La estudiante agregó que lo que quiere el movimiento estudiantil que surgió a partir del incidente en Parkland es que los civiles tengan que pasar por más trámites burocráticos para obtener armas. “Si cualquiera de estos trámites puede evitar que los que no deberían poseer un arma sean dueños de un arma, entonces nuestro gobierno habrá hecho algo bien”.
De acuerdo al texto, la adolescente está a favor de un mayor cuidado de la salud mental de los estadounidense para evitar tiroteos, sin embargo, no quiere que se criminalice a cualquiera sólo porque tiene una enfermedad.
“Queremos un mayor cuidado de la salud mental para todos aquellos que lo necesiten, incluidos los hombres enojados y frustrados que casi siempre cometen estos delitos. Las enfermedades mentales y la violencia armada no están directamente correlacionadas, pero cuando ambas van de la mano, los estadounidenses, a menudo niños, pierden sus vidas”, finalizó Emma.
Ese sábado no sólo Emma y sus compañeros protestaron contra las armas en Washington. En total se realizaron más de 800 protestas en Estados Unidos y otros países para exigir el control de armas. Otros jóvenes organizaron actos de solidaridad en Edimburgo, Londres, Ginebra, Sydney y Tokio.
El sueño de otra King
Yolanda Renee King fue una de las participantes más jóvenes que ofreció un discurso en la Marcha Por Nuestras Vidas. Como su abuelo, Martin Luther King, la niña de nueve años exclamó que tiene un sueño: un mundo libre de armas.
“Mi abuelo tenía un sueño: que ninguno de sus cuatro hijos fuera juzgado nunca por el color de su piel, sino por lo que eran”, afirmó la joven en el escenario frente a la Casa Blanca.
Para terminar, Yolanda pidió a todas las voces de la concentración que se unieran a ella y repitieran sus palabras. “¡Difunde la palabra! ¿Lo has oído? ¡Por toda la nación, vamos a ser una gran generación!”, finalizó la niña.
Por las otras víctimas de las balas
Emma González ya es un estandarte de la lucha en contra de la violencia armada, pero no fue la única mujer joven que exigió el control de armas este sábado durante la Marcha Por Nuestras Vidas. En el escenario participaron otras jóvenes que no han aparecido en portadas de revistas ni han sido entrevistadas por los medios, pero que con sus discursos lograron representar a todas las mujeres negras y latinas que murieron por las balas.
Naomi Wadler es una de las mujeres jóvenes que habló con voz firme para exigir que cese la violencia armada. Con sus palabras centró la atención en las muertes de las mujeres negras. La niña que tiene once años pronunció un discurso que representó a las afroamericanas que no aparecen en los medios de comunicación.
“Represento a las mujeres (…) que son simplemente estadísticas en lugar de chicas vibrantes y hermosas llenas de potencial. Estoy aquí para dar a conocer sus historias, decir que importan, decir sus nombres. Desde hace demasiado tiempo, estos nombres, estas chicas y mujeres negras sólo han sido números. Estoy aquí para decir nunca más por ellas”, agregó.
Naomi finalizó diciendo que su voz no debe ser menospreciada por su edad y que nadie debe creer que es manipulada por adultos. “La gente dice que soy muy joven para tener estas ideas por mi cuenta. La gente dice que soy una herramienta de algún adulto sin nombre. No es verdad. Mis amigos y yo tendremos 11 años y estaremos en el colegio, pero sabemos lo que está mal y lo que está bien”, expresó la niña no sin antes recordar que en siete años podrá votar.
Cuidarse de las armas antes de aprender a leer
Los latinos no sólo fueron representados por la bandera cubana que llevó Emma en el hombro. Con su discurso, Edna Chávez habló por los latinoamericanos que viven en Los Ángeles y que también han sido asesinados como parte de la crisis de la violencia armada. Edna comenzó su discurso en castellano para desde el principio hablar en el idioma de los hispanos que murieron por culpa de las armas, como su hermano Ricardo.
“Yo soy una sobreviviente. He vivido en el sur de Los Ángeles toda mi vida, he perdido a muchos seres queridos por la violencia armada y es normal ver las armas hasta el punto en que aprendí a esconderme de las balas antes que a leer”, compartió la joven.
Edna se dirigió a los legisladores al afirmar que armar a los profesores e implementar estrategias de seguridad en las escuelas no frenará la violencia provocada por las armas. La joven opinó que es mejor invertir en programas de asesoría, recursos de salud mental, pasantías pagadas y oportunidades laborales.
Edna es una líder juvenil que forma parte de Community Coalition (COCO), una organización en el sur de California que apoya a los jóvenes para que estos busquen un cambio en sus comunidades. La joven aspira a ser una enfermera y llegó en autobús a la capital del país para exigir un mayor control en la venta de armas.