Las dos caras del asesino
La vida de Aaron Alexis resultó ser una contrariedad.
El autor del asesinato de 12 personas en el Astillero de la Marina de Washington de este lunes tenía un historial violento, pero también contaba con un perfil positivo.
Alexis, de 34 años, fue abatido por la policía el mismo día del tiroteo, donde incluso se llegó a especular que tenía uno o dos cómplices más, información que fue desmentida posteriormente.
Fue hasta ayer cuando los detalles de su vida se comenzaron a revelar, los cuales merecen ser parte de un caso de estudio.
Jorge MirelesLa vida de Aaron Alexis resultó ser una contrariedad.
El autor del asesinato de 12 personas en el Astillero de la Marina de Washington de este lunes tenía un historial violento, pero también contaba con un perfil positivo.
Alexis, de 34 años, fue abatido por la policía el mismo día del tiroteo, donde incluso se llegó a especular que tenía uno o dos cómplices más, información que fue desmentida posteriormente.
Fue hasta ayer cuando los detalles de su vida se comenzaron a revelar, los cuales merecen ser parte de un caso de estudio.
Alexis fue reservista de la Armada, contratista del Departamento de Defensa, era budista y tomaba clases de aeronáutica por Internet.
Sin embargo, su pasado tenía un lado bastante oscuro. Tuvo varios episodios de estallidos de ira que lo llevaron a cometer agresiones documentadas por la policía en los estados de Texas y Seattle.
Se quejaba de la Armada, de ser víctima de la discriminación, portaba una pistola continuamente, sufría trastorno de estrés postraumático y de alucinaciones que no lo dejaban dormir.
El motivo por que orilló al fallecido agresor a cometer una de las peores masacres documentadas en un complejo militar de Estados Unidos –empatada con la tragedia en el Fuerte Hood de Texas en 2009, donde también murieron 13 personas– es todavía desconocido.
Las autoridades que investigan el caso no logran dar con el móvil aunque dicen que el perfil del homicida encaja con el de un asesino solitario.
Los claroscuros del asesino
Resultaría improbable que un hombre con el pasado de Aaron Alexis –ex miembro de las Fuerzas Armadas, con antecedentes criminales por uso de armas de fuego y con problemas psicológicos– se abriera paso en las instalaciones navales de la capital estadounidense con tal facilidad de no ser por que contaba con un pase de acceso válido para entrar al edificio donde abrió fuego.
Su vida, llena de claroscuros, mezcla lo mismo agresiones a vecinos y vehículos, alucinaciones provenientes del microondas que halagos hacia su persona por ser alguien amable.
Se dice que adquirió el trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) posterior a los ataques terroristas al World Trade Center el 11 de septiembre de 2011, donde participó en las tareas de rescate.
En mayo de 2004, la policía de Seattle, Washington, reportó un incidente con arma de fuego donde Alexis estuvo involucrado.
Portando una chamarra negra, el hombre 34 años disparó a las llantas del vehículo Honda de dos trabajadores de la construcción que sin que estos lo hubieran agredido o siquiera dirigido la palabra.
Según el reporte, Aaron Alexis sacó una pistola Glock calibre 45, abrió fuego los neumáticos traseros del vehículo estacionado, lanzó uno más al aire y después se marchó “caminando lentamente”.
Luego de que oficiales dieron con su paradero, el hombre confesó que les disparó porque lo habían molestado y que sufrió un “bloqueo mental por la ira”. Dijo no recordar haber jalado el gatillo hasta una hora después.
Fue encerrado por vandalismo pero recibió su libertad después de pagar los daños materiales y con la condición de no volver a tener contacto con los dos trabajadores agredidos.
Alexis tuvo nuevamente problemas con las autoridades seis años después. El 4 de septiembre de 2010, disparó al departamento de una mujer que vivía un piso arriba, supuestamente porque hacía mucho ruido.
El pistolero ya había reportado a su vecina con la policía por la misma situación, sin embargo, después de que oficiales arribaron al lugar, estos dijeron no escuchar nada y no emprendieron ninguna acción.
Durante la investigación, Aaron Alexis argumentó que la pistola se disparó por accidente porque “tenía las manos mojadas” mientras la limpiaba y la policía únicamente generó un reporte.
En el plano psicológico, el homicida padecía una serie de problemas mentales como paranoia y trastornos del sueño, según informaron funcionarios de Estados Unidos a la agencia de noticias The Associated Press.
Dijo que oía voces en su cabeza y que recientemente tuvo episodios en los que sintió que la gente le enviaba “vibraciones a su cuerpo” lo que le imposibilitaba coinciliar el sueño.
Apenas hace un mes, Alexis llamó a la policía de Rhode Island porque argumentó que un hombre con quien había tenido una discusión en el aeropuerto le envió “tres personas a que lo siguieran, que lo mantuvieran despierto y que le enviaran vibraciones a su cuerpo” a través de un microondas, de acuerdo al informe policial.
Fue tal la gravedad de las alucinaciones que el antiguo rescatista tuvo que cambiarse de hotel tres veces en la misma noche porque no podía dejar de escuchar voces.
Todo lo anterior contrasta con algunos logros que tuvo en la Armada, donde sirvió hasta 2011.
Recibió la Medalla al Servicio de la Defensa Nacional y la Medalla al Servicio de Guerra Global contra el Terrorismo. Viajó a Tailandia, donde aprendió tailandés, mismo que le sirvió en un empleo eventual como mesero.
Oui Suthametewakul, un hombre que le dio alojo a Alexis entre 2012 y 2013, lo describe como un “chico amable”, convertido al budismo y que rezaba con frecuencia en un templo local.
Este homicida de muchas caras estuvo más de una ocasión en la mira de las autoridades, aunque difícilmente se podrá evidenciar si este funesto atentado se pudo haber evitado.