Rusia lanzó proyectiles a Ucrania y dejó al menos tres muertos y 20 heridos, al tiempo que el presidente Vladimir Putin prometió expandir la cooperación militar con sus aliados y señaló que Moscú está listo para ofrecerles su armamento más avanzado.
Putin elogió el desempeño del Ejército ruso en Ucrania, que ayer atacó las ciudades de Donetsk y Járkiv.
Señaló que “Rusia valora sinceramente sus relaciones históricamente sólidas, amistosas y de confianza con países de América Latina, Asia y África. Estamos listos para ofrecer a nuestros aliados y socios los tipos de armas más avanzados: desde armas de fuego, blindaje y artillería hasta aviones de combate y drones”.
Mientras Putin elogiaba las actividades militares, en Ucrania la juventud vive una crisis social producto de la estela que ha dejado la guerra: la falta de socialización.
Anastasiia Aleksandrova ni siquiera levanta la vista del celular cuando el estruendo de la artillería resuena en la casa que la niña de 12 años comparte con sus abuelos a las afueras de Sloviansk, en el este de Ucrania.
En el vecindario no queda nadie de su edad y las clases solo se imparten por internet desde la invasión rusa, de modo que los videojuegos y los medios sociales han ocupado el lugar de los paseos a pie y en bicicleta que daba antes con los amigos que se han marchado.
“No tengo nadie con quien pasar el rato. Me siento todo el día con el celular. Mis amigos se fueron y mi vida ha cambiado. Empeoró por esta guerra”.
En la ciudad industrial de Kramatorsk, 12 kilómetros al sur de Sloviansk, la amistad entre Roman Kovalenko, de 19 años, y Oleksandr Pruzhyna, de 18 años, se ha estrechado porque todos sus demás amigos se han ido de la ciudad.
“No hay casi nadie en las calles, tengo la sensación de estar en un apocalipsis”, dijo Pruzhyna, que perdió su empleo en una barbería después de la invasión y ahora pasa la mayor parte del tiempo en casa jugando con la computadora.
“Siento que todo lo que iba a hacer se volvió imposible. Todo se derrumbó en un instante”.
En Kramatorsk, Sofia Mariia Bondar, de 16 años, pasa la mayoría de los días sentada en la sección de zapatería en la tienda de ropa donde trabaja su madre.
Sofia Mariia, pianista y cantante que quiere estudiar artes en la universidad, dijo que no hay “ningún sitio al que ir ni nada que hacer.
“Ojalá pudiera viajar al pasado y hacer que todo fuera como antes. Entiendo que la mayoría de mis amigos que se fueron nunca volverá, no importa lo que ocurra en el futuro. Es muy triste que no pueda divertirme como los otros adolescentes, pero no puedo hacer nada al respecto, solo lidiar con ello”.
En el casi desierto Parque Pushkin de Kramatorsk, Rodion Kucherian, de 14 años, hacía acrobacias en su patineta, en un recinto de rampas, tubos y barandillas que tenía solo para él.
Antes de la guerra, dijo, sus amigos y él hacían acrobacias en el parque junto a muchos otros niños. Pero ahora, su única conexión con sus amigos, que han huido a Polonia y Alemania, son los medios sociales.
“Es muy triste no ver a mis amigos. No he visto a mi mejor amigo en más de cuatro meses. Empecé a pedalear en casa para no extrañarles tanto”.
En Sloviansk, Anastasiia, de 12 años, dijo que no recordaba la última vez que había jugado con alguien de su edad, pero que había hecho amigos nuevos en los juegos a los que juegan en internet.
Su mejor amiga, Yeva, vivía en su calle, pero evacuó con su familia a Leópolis, en el oeste de Ucrania.
Anastasiia lleva un colgante plateado en el cuello, la mitad de un corazón roto con la palabra “amor” grabada. “Nunca me lo quito, y Yeva tampoco”, dijo.
Los desplazados en Ucrania
- De los casi 275 mil niños de 17 años o menos que había en la región de Donetsk antes de la invasión rusa quedan 40 mil
- Según cifras oficiales, 361 niños han sido asesinados y 711 han resultado heridos
- De los casi 18 mil niños en edad escolar que había en Kramatorsk, quedan apenas tres mil 200, incluidos 600 niños de preescolar
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