La nueva sonda robot de la NASA, Curiosity, ha pasado ocho meses y medio surcando el espacio rumbo a Marte. El domingo deberá posarse al pie de una montaña junto a un cráter gigantesco en el planeta en la decimonovena misión de la NASA con ese destino y el octavo intento de posarse sobre nuestro planeta vecino.
Persiste una gran incógnita. Los científicos quieren determinar si existió alguna forma de vida alguna vez allí y eso significa la presencia o vestigio de organismos microscópicos. Desde la década de 1960, han pasado sondas de la NASA cerca de Marte o se han posado sobre su superficie. Dos pequeños exploradores marcianos que llegaron en 2004 inspeccionaron diferentes cráteres y uno sigue funcionando en la actualidad.
Curiosity es el esfuerzo más ambicioso hasta ahora. Durante su exploración de dos años, tratará de averiguar si el cráter donde se posará tuvo alguna vez las condiciones adecuadas como para albergar microbios.
La sonda lleva un conjunto de 10 instrumentos, incluso un láser para pulverizar rocas y un laboratorio portátil de Química. También porta un brazo largo que puede punzar rocas y el suelo.
Buscará ingredientes básicos de la vida, como compuestos carbónicos, nitrógeno, fósforo, sulfuro y oxígeno, así como minerales que puedan suministrar claves sobre posibles fuentes energéticas.
La sonda espacial se llama formalmente Laboratorio de Ciencia Marciana. En 2008, la NASA lanzó un concurso de nombres entre estudiantes y entre respuestas numerosas seleccionó el nombre Curiosity, propuesto por un alumno de sexto grado de primaria de Lenexa, Kansas.
La misión ha costado 2 mil 500 millones de dólares, mil millones más que el presupuesto original. La nave espacial debía ser lanzada en 2009 para llegar a Marte en 2010, pero su desarrollo tardó más de lo previsto.
El presidente Barack Obama ha fijado un plazo para que los astronautas viajen a Marte a mediados de la década de 2030, pero antes hay planes de enviar astronautas a un asteroide.
Fuente: AP.