La ‘Ley Mordaza’ de Putin

Nadie hubiera imaginado hace doce años que aquel hombre que ascendía al poder de nombre Vladimir Putin dominaría por completo la escena política rusa.

Sin embargo, la actual plataforma de gobierno se enfrenta a una galopante oposición que sacude los cimientos sobre los que se sostiene.

Un caso es el perpetrado por la banda Pussy Riot, grupo punk femenil que se manifestó el 21 de febrero de este año en la catedral de Cristo Salvador en Moscú, gritando el estribillo de una de sus canciones: “Ave María, líbranos de Putin”.

Jorge Mireles Jorge Mireles Publicado el
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"Putin ha desmembrado todos los centros de poder y se ha desecho de sus rivales por medios poco éticos"
Masha LipmanAnalista del Centro Carnegie de Moscú
Después de la entrada de Putin al poder, Rusia entró en un acuerdo tácito de intercambiar la estabilidad económica por la libertad de expresión y el control del gobierno

Nadie hubiera imaginado hace doce años que aquel hombre que ascendía al poder de nombre Vladimir Putin dominaría por completo la escena política rusa.

Sin embargo, la actual plataforma de gobierno se enfrenta a una galopante oposición que sacude los cimientos sobre los que se sostiene.

Un caso es el perpetrado por la banda Pussy Riot, grupo punk femenil que se manifestó el 21 de febrero de este año en la catedral de Cristo Salvador en Moscú, gritando el estribillo de una de sus canciones: “Ave María, líbranos de Putin”.

Tres integrantes de la agrupación fueron arrestadas bajo cargos de vandalismo y profanación (Caso detallado más adelante en la sección Piensa Índigo).

Ésta ha sido una de las tantas muestas de inconformismo hacia un presidente que consideran, se empeña en silenciar las voces en su contra.

Es una realidad que desde 2000, mejoraron las condiciones de vida del país.

Pero con la entrada de Putin al poder, Rusia entró en un acuerdo tácito de intercambiar la estabilidad económica por libertad de expresión y control del gobierno.

Según Marc Bennets de la agencia de noticias rusa Ria Novosti, al actual presidente se le dio la libertad de modificar la agenda política a placer gracias a que brindaba el confort material que buscaban los rusos.

Ahora, un amplio sector reclama la libertad que por derecho le pertenece.

Ley Mordaza

Hoy parece ficción el discurso que Vladimir Putin dijo en diciembre de 1999, justo para recibir al nuevo milenio, prometiendo que protegería “la libertad de expresión, la libertad de conciencia y la libertad de los medios”.

Hoy, la televisión se encuentra bajo el control del presidente y es una de sus principales herramientas de propaganda.

A Putin se le acusa de utilizar la televisión estatal para manipular la información y beneficiar su partido, Rusia Unida.

Esto pudo verse reflejado cuando, el 20 de noviembre de 2011, el presidente acudió a la pelea entre el ruso Fedor Emelianenko y el estadounidense Jeff Monson en Moscú.

Con el escenario ideal después de la victoria rusa, sucedió lo inesperado, pues cuando el presidente pasó a tomar la palabra, el público comenzó a abuchearlo.

La televisora estatal editó las grabaciones y explicó que los abucheos iban para Monson y no para Putin.

El video original se volvió viral en internet y puso en evidencia la creciente oposición.

Alexei Navalny, uno de los más importantes activistas en contra del gobierno, argumentó que el rechazo del público en aquella pelea había sido “el fin de una era”.

Meses después a aquel altercado, Moscú y otras provincias rusas experimentaron una erupción civil que tomó las calles para condenar la censura del mandatario.

Como respuesta, el Kremlin lanzó una ofensiva para vetar las manifestaciones a través de tres leyes aún pendientes por aprobarse.

La primera obligará a las ONG que reciban financiamiento internacional a registrarse como “agentes extranjeros”.

En Rusia un “agente extranjero” se consdiera tan grave como ser un “espía”, según un artículo del diario El País.

De acuerdo al artículo, “ser un agente extranjero es como llevar la estrella amarilla”, haciendo referencia a los judíos que eran identificados por los nazis para ser enviados a los campos de concentración.

Quizás mucho tenga que ver el pasado de Putin, quien fuera agente de la extinta policía secreta soviética, la KGB.

“Putin no cree que las personas puedan actuar de manera independiente, cree que todos son espías de alguien más”, mencionó Andrei Soldatov, analista de seguridad para la agencia RIA Novosti.

Otra ley pretende restablecer la “calumnia” como delito a pesar de haber sido despenalizada hace un año.

Ahora, las multas por calumnia pasarían de 125 a 125 mil euros, además de 480 horas de trabajos obligatorios.

Y en respuesta al activismo político electrónico en contra de Putin, otra legislación busca crear una lista de sitios web que deberán ser bloqueados, alegando proteger a los niños de contenido inadecuado.

Además, en libertad periodística, Rusia presenta números poco favorables.

Está rankeada en el puesto número 9 del índice de impunidad  del Comité para la Protección de Periodistas, detrás de países como Irak y Somalia.

Gadzhimurad Kamalov, fundador del semanario independiente Chernovik de Daguestán, fue asesinado en diciembre de 2011, siendo constantemente amenazado antes de su muerte por la cobertura que daba a la corrupción gubernamental.

El crimen de Kamalov sigue impune, junto con el de otros periodistas más.

Una Rusia no tan dividida

A pesar de las multitudinarias protestas, la realidad es que Putin aún se mantiene popular entre la población.

Una encuesta de Associated Press mostró que el presidente tiene un 60 por ciento de aceptación en las provincias, mientras que en la capital un 62 por ciento está inconforme.

Para gran parte de los ciudadanos del territorio ruso, la situación actual de la política del país parece no tener ningún inconveniente.

No obstante, esto responde en parte a los recursos utilizados por Putin desde que asumió  la presidencia, como lo es la propaganda política en los medios.

Para ello, la “otra mitad” inconforme de Rusia ha encontrado alternativas, más allá de los mítines y marchas.

El activista ruso Alexei Navalny, ha buscado darle pelea a la televisión estatal, usando otros canales aparte del Internet.

Y es que más de la mitad de la población rusa (70 millones de personas) no usa medios electrónicos.

Según un estudio de la Fundación de Opinión Pública, 92 por ciento de los rusos identifican a la televisión como su principal fuente de noticias.

Por ello, el activista ruso lanzó el proyecto “Maquina de la Buena Verdad”, con el objetivo de informar a la audiencia que no utiliza Internet, publicando lo que los demás medios no hacen.
Según Navalny, el proyecto busca “derrotar el absoluto monopolio de la televisión”, a la cual describe como la “caja zombie”.

¿Qué pasará con una Rusia que se niega a quedarse callada y con un presidente que insiste en hacer que guarden silencio?

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