A tres días del paso de Sandy por Estados Unidos, la recuperación continúa, aunque en algunos lugares es a paso lento.
El fenómeno meteorológico afectó drásticamente la vida de los pobladores de los diez estados que encontró en la ruta que siguió.
Las reacciones al día de hoy son contrastantes: unos alaban el trabajo contingente de autoridades y gobierno mientras que otros enfatizan la gravedad de la devastación.
La resaca
Sandy hace recordar irremediablemente la llegada de Katrina hace siete años, cuando 1833 norteamericanos perdieron la vida en uno de los peores sucesos en la historia de Estados Unidos.
Esta vez, sin embargo, la cifra de víctimas fue mucho más reservada, aunque en cualquier evento trágico un muerto ya es bastante.
Hasta el día de ayer AP reportó que 55 personas habían perdido la vida.
Entre las principales causas estaban la caída de árboles, accidentes eléctricos, inundaciones y motivos desconocidos, como le ocurrió a una mujer que fue encontrada en la playa Georgica, en Long Island.
Nueva York, el corazón financiero de Estados Unidos y una de las urbes más grandes del mundo, sintió toda la furia de la considerada “supertormenta”.
Al día de ayer, autoridades neoyorquinas intentaron por todos los medios restablecer los servicios y la vida de los ciudadanos a la normalidad.
Michael Bloomberg, alcalde de la ciudad de Nueva York, informó que el metro tardaría de cuatro a cinco días en operar de nuevo en su totalidad, después de sufrir el peor daño en 108 años de historia.
Los túneles y puentes aún presentaban la resaca de Sandy este miércoles.
Los inspectores encargados de medir el nivel de daño de la tormenta vieron imposibilitado su trabajo debido a los altos niveles de agua que todavía tenían algunas partes de la ciudad.
Igualmente, los diez túneles que pasan debajo del río Este se encontraban anegados.
Se estima que el desastre natural dejó a 8.2 millones de estadounidenses sin electricidad siendo Nueva York la ciudad más afectada.
Y apenas cruzando el río Hudson, la situación no era muy diferente en Nueva Jersey.
El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, tenía razón al declarar que el daño aún es “incalculable”, pues el estado está bajo el agua en algunas zonas y en llamas en algunas otras.
Hoboken, por ejemplo, tenía el día de ayer un severo problema para rescatar a sus habitantes, quienes permanecían atrapados en sus hogares, víctimas de la inundación.
La alcaldesa Dawn Zimmer dijo este martes que al menos 20 mil personas no podían salir de sus casas por el agua.
En Mantoloking, los bomberos atendieron los incendios ocasionados por fugas de gas.
10 estados de la Unión Americana son considerados zonas de desastre.