La década perdida, se agudiza brecha de pobreza

La pobreza podría aumentar su brecha en los países con menos ingresos por lo que será necesario el apoyo de la comunidad internacional para impulsarlos a enfrentar la crisis después de la emergencia sanitaria
Mara Echeverría Mara Echeverría Publicado el
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La pobreza podría aumentar su brecha en los países con menos ingresos por lo que será necesario el apoyo de la comunidad internacional para impulsarlos a enfrentar la crisis después de la emergencia sanitaria.

La crisis sanitaria por el coronavirus amenaza con borrar diez años de progreso de los países de bajos ingresos, la mayoría de ellos ubicados en el continente africano.

Estos países, los más pobres del planeta, se han visto afectados por la pandemia y están sufriendo daños económicos internos como consecuencia de las medidas de distanciamiento social que han implementado los gobiernos para contener la propagación del virus.

República Centroafricana, Burundi, Malawi, Somalia y República Democrática del Congo, por mencionar algunos, enfrentan diversos retos internos y podrían tener un estancamiento económico, por lo cual, será necesario el apoyo de la comunidad internacional para que puedan hacer frente a los daños colaterales de la pandemia.

Para el Fondo Monetario Internacional (FMI) es probable que este año el crecimiento de este grupo de naciones quede estancado, a diferencia del avance de 5 por ciento que registraron en conjunto en 2019. A esto se añaden las probabilidades de que las expectativas para su desarrollo se vean afectadas.

Estas nuevas condiciones provocarán una mayor desigualdad, dado que por el freno de las actividades económicas, habrá una importante disminución de ingresos para las familias, declara el FMI en el análisis “COVID-19: Without Help, Low-Income Developing Countries Risk a Lost Decade”.

El organismo añade que en 20 países africanos cerca del 70 por ciento de la población está en riesgo de quedarse sin alimentos durante un confinamiento de más de dos semanas de duración, situación que lleva a las personas a romper las medidas de distanciamiento para poder trabajar y obtener comida.

“La mayoría de la población, tanto en zona urbana como en zona rural, vive al día y necesita salir de casa, no sólo para ganarse la vida, sino para comprar alimento ante la incapacidad de almacenaje y refrigeración en la mayoría de hogares”, dice en un comunicado la asociación Médicos en el mundo.

En estas naciones, en las que además existe una falta de acceso a servicios básicos, como el agua o la energía eléctrica, es casi imposible que los gobiernos cuenten con recursos para sustentar medidas estrictas de confinamiento, dado que los pocos ingresos que logran captar se han destinado a la atención de los enfermos de coronavirus.

A esto se suman los segmentos de la población que viven en niveles de subsistencia y los altos porcentajes de personas se emplean en la informalidad, mientras que los gobiernos no tienen la capacidad institucional para hacer llegar apoyos sociales, debido a los conflictos armados que se registran en algunos de estos países.

En África, el virus del COVID-19 se ha esparcido con mayor lentitud respecto a otras regiones en el mundo, aunque esto no significa que sus economías no recibirán una sacudida como resultado del cierre de escuelas, comercios y los decretos de cuarentena obligatoria.

“A pesar de todos los esfuerzos de los gobiernos de estos países, parece imposible evitar daños duraderos ante la falta de apoyo internacional. La cicatrización a largo plazo, es decir, la pérdida permanente de capacidad productiva, es una posibilidad particularmente preocupante”, escribe Johannes Wiegand en el análisis del FMI.

Continente en crisis de pobreza

El coronavirus llegó a África cuando el continente estaba severamente afectado por los conflictos bélicos de los últimos años, los cuales han provocado que 35 de 54 países requieran de ayuda humanitaria para su desarrollo

A esto se suma que de las 48 naciones más pobres del mundo, más de tres cuartas partes se encuentran en este continente, lo que supone que más de la mitad de los Estados están dentro de los menos desarrollados y con un mayor índice de pobreza.

Es por ello que África es foco de atención de diversas organizaciones en favor de la igualdad, quienes han emprendido diferentes campañas de ayuda a lo largo de los años, lo cual ha dado un impulso al desarrollo dado que se lograron aminorar problemas de acceso a educación, servicios de salud o a servicios como el agua potable, aunque aún falta camino por recorrer.

El apoyo de la comunidad internacional impulsó a algunas de las naciones africanas para acortar la brecha de pobreza. En este sentido, en un informe publicado el año pasado el Banco Mundial detalla que de 2000 a 2015 Tanzania redujo la pobreza extrema en 3.2 por ciento, Chad en 3.1 por ciento, Burkina Faso en 2.4 por ciento, República Democrática del Congo en 2.3 por ciento y Etiopia en 1.9 por ciento.

Sin embargo, las sucesivas oleadas de violencia y situaciones políticas inestables son las principales causas de que se mantenga la pobreza económica del continente, pese a la abundancia de recursos naturales, que ha resultado un gran atractivo para los inversionistas internacionales.

Prueba de ello es que en la lista de países con menores ingresos se encuentran algunos en los cuales se registran constantes enfrentamientos armados, ya sea políticos o de etnias, como es el caso de Burundi, República Centroafricana. Mozambique y Somalia.

“El respaldo de la comunidad internacional es clave para permitirles a los países afrontar la pandemia y recuperarse con fuerza. La pérdida de la capacidad productiva produciría fuertes reveses en términos del desarrollo de estos países, deshaciendo los avances logrados contra la pobreza en los últimos 10 años y exacerbando la desigualdad”, opina Johannes Wiegand, del FMI.

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