Donald Trump vive su peor época: una estrepitosa caída en las encuestas rumbo a la Casa Blanca y crisis en su equipo de campaña marcan el momento del precandidato presidencial republicano.
Según datos de un sondeo publicado por The Washington Post y ABC, el 70 por ciento de los estadounidenses tienen una imagen desfavorable del aspirante republicano, y para el 56 por ciento el sentimiento de rechazo es ‘muy fuerte’.
Entre el segmento de los jóvenes, la proporción de rechazo sube a un 75 por ciento, entre las mujeres al 77 por ciento, y el rechazo se dispara hasta el 89 por ciento en el sector hispano y el 94 por ciento entre los afroamericanos.
Además, todas las encuestas siguen poniéndolo por debajo de Hillary Clinton en las preferencias electorales, con cifras que van desde los cinco puntos porcentuales, hasta los 12.
Tras la declinación de las aspiraciones de Ted Cruz y John Kasich, a principios de mayo, Donald Trump se convertía en el virtual candidato republicano, doblegando al partido conservador, que se oponía a su nominación.
La forma en que logró arrasar en las internas republicanas, así como su campaña poco convencional, sumado al desgastante camino de Hillary Clinton por la candidatura demócrata, llegaron a situar a Trump más cerca que nunca de su rival demócrata en algunos sondeos.
Sin embargo, la euforia parece que poco a poco ha ido disminuyendo, y aunque Hillary también genera un rechazo en la mayoría del electorado (55 por ciento), el radicalismo de Trump le está empezando a cobrar factura.
Trump se materializó como la antítesis del político tradicional, en un entorno en donde el stablisment político ya no conectaba con un amplio sector de la población estadounidense, y fue este factor, aunado a su discurso xenófobo, radical y aislacionista lo que lo impulsó.
Contra todo pronóstico, fue dejando en el camino a figuras políticas republicanas que también aspiraban a la candidatura, como Ted Cruz y Marco Rubio, y, envalentonado por su ascenso, no moderó su discurso, todo lo contrario, lo radicalizó.
Lo mismo atacaba a los migrantes, amenazaba a México con la construcción de un muro, prometía una guerra comercial contra mexicanos y chinos, lanzaba consignas contra el islam, incluso llegó a decir que podía disparar a una persona en la calle y que no perdería votantes por ello.
La fórmula le funcionó, y Trump se quedó con la nominación republicana, sin embargo, ahora tiene por delante una elección presidencial, donde las circunstancias y el electorado son totalmente distintas al universo republicano.
Su discurso no solo no convence al grueso de los votantes estadounidenses, sino que genera rechazo, la opinión pública le es desfavorable, los dueños del capital temen sus medidas económicas aislacionistas y difícilmente se quedarán al margen de la sucesión presidencial.
Trump, sin embargo, ha llegado mucho más lejos de las previsiones que se tenían hace poco más de un año, aún a pesar de él mismo, es ahora el candidato republicano, tan inesperado como contundente, y nadie puede asegurar, que esté totalmente descartado para convertirse en presidente.
Ajustes en el cuarto de guerra
La súbita caída en las encuestas, el fuerte rechazo que genera su discurso y sus formas, han orillado a Trump a realizar ajustes en su equipo más cercano de colaboradores, con el objetivo de llevar a cabo un cambio de estrategia.
El pasado lunes 20 de junio, el vocero de la campaña del precandidato republicano, Hope Hicks anunció en un comunicado que quien fuera el jefe de campaña de Trump, Corey Lewandowski, había sido separado del cargo.
Lewandowski, una figura tan controvertida como el propio Trump, es señalado de ser el principal artífice del ascenso de Trump, su principal operador, y de quien provenía la mayor influencia en el radicalismo de las posturas del republicano.
También ha sido señalado por ser especialmente hostil con la prensa, incluso fue acusado el pasado mes de marzo de haber agredido a una periodista en un acto de campaña, aunque no ha sido procesado por ello.
Con la salida de Lewandowski, se espera que el discurso y la estrategia de Trump se moderen, pues sabe que el elevado tono de su discurso fue efectivo para atraer a un segmento más radical republicano que necesitaba para obtener la nominación.
Pero ahora tiene que enfocarse en ganar un buen porcentaje del voto moderado e indeciso, sin el cual no tiene ninguna posibilidad; convertirse en un candidato serio y creíble, más allá de un aspirante controvertido.
Por otro lado, Trump tiene en su contra la estructura de su campaña presidencial, en primer lugar, el republicano cuenta con un staff de alrededor de 70 colaboradores en su equipo, mientras que Hillary cuenta con más de 700.
Además, los operadores de Clinton cuentan con mucha experiencia en campañas políticas, mientras que la gente más cercana a Trump vivirá por primera vez un proceso electoral de tal envergadura.
Trump, además, aún no ha logrado un apoyo incondicional del Partido Republicano, e incluso se ha planteado, según medios estadounidenses, cambiar los estatutos para la próxima convención republicana en un último intento por boicotear su nominación.
Mientras tanto, Hillary Clinton cuenta con todo el apoyo del aparato demócrata, además de contar con el respaldo de un expresidente, su esposo Bill Clinton y el presidente en funciones, Barack Obama. Bernie Sanders es el único que se resiste, aunque se espera que una vez negociadas sus condiciones, la respalde abiertamente.
La brecha económica es otro de los aspectos en los que Trump va a contracorriente, pues el último reporte de la Comisión Electoral Federal indica que, mientras que la campaña de Hillary Clinton contaba con más de 42 millones de dólares disponibles, Trump tenía apenas 1.3 millones de dólares.
El sitio de monitoreo opensecrets.org, reporta que hasta el 31 de mayo, el comité de campaña de Donald Trump había recaudado cerca de 63 millones de dólares, de los cuales ya había gastado 61, mientras que Clinton había recaudado 229 millones, y había gastado 186.
Las cifras reflejan no solo la capacidad de recaudación del equipo de Hillary Clinton, que contrasta con lo poco experimentados colaboradores de Trump, sino también podrían indicar que los donantes, simplemente, le están dando la espalda al magnate.
Atenta contra Trump
El pasado sábado 18 de junio, el británico de 19 años, Michael Steven Sandford fue detenido en un mitin de Donald Trump en Las Vegas, Nevada, al intentar arrebatarle su arma a un policía con el objetivo de disparar contra el precandidato republicano.
Trump se encontraba en un acto de campaña en un casino de la ciudad, a donde acudió Sandford, quien se acercó a un agente para comentarle que quería un autógrafo del magnate.
En ese momento, Sandford intentó sujetar la pistola, pero fue detenido por la policía antes de poder tomarla. El frustrado agresor se enfrenta a una pena máxima de 10 años de cárcel y 250 mil dólares de multa por ‘violencia en una propiedad privada’.