Hubo pájaros en el alambre

Los “SnowdenLeaks” siguen causando problemas al gobierno de Estados Unidos.

Un programa de televisión brasileño reveló que tanto la presidenta carioca Dilma Rousseff como el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto fueron objeto de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana (NSA, por sus siglas en inglés).

Jorge Mireles Jorge Mireles Publicado el
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"Esta revelación es sumamente delicada porque cualquier tipo de espionaje está fuera de la ley”
Marcela Guerra Senadora y presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores de América del Norte de la Cámara alta
La Cancillería mexicana catalogó el espionaje como ‘contrario’ a la Carta de la ONU y 
a la jurisprudencia de la Corte Internacional 
de Justicia
http://youtu.be/y2QIooAX9OM

Los “SnowdenLeaks” siguen causando problemas al gobierno de Estados Unidos.

Un programa de televisión brasileño reveló que tanto la presidenta carioca Dilma Rousseff como el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto fueron objeto de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana (NSA, por sus siglas en inglés).

El hombre a cargo del destape no fue otro sino Glenn Greenwald, periodista británico a quien el exempleado de la inteligencia estadounidense Edward Snowden entregó cerca de 5 mil documentos clasificados, los cuales dejaron al descubierto el monitoreo a la actividad de millones de personas por parte del gobierno del presidente Barack Obama.

Greenwald mostró al programa Globo Fantástico la presentación titulada “Intelligently Filtering your data: Brazil and Mexico case studies” (“Filtrado inteligente de datos: los casos de estudio de Brasil y México) –proporcionada por Snowden–, en la que se explica el “éxito” de la intervención de las comunicaciones entre los ya mencionados jefes de Estado y sus respectivos colaboradores.

La noticia generó revuelo en los gobiernos y medios de comunicación de ambos países, aunque provocó malestar especialmente en el sector brasileño.

O Globo, uno de los medios de mayor difusión en Brasil, resaltó la “indignación” que se sintió entre los senadores después de enterarse del espionaje de Estados Unidos.

“Siento una mezcla entre sorpresa e indignación. Parece que ya no hay límites”, dijo el presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara alta, Richard Ferraço.

“Cuando el teléfono de la propia presidenta es interceptado, es difícil imaginarte qué más pueda pasar”, continuó Ferraço.

Rousseff, por su parte, convocó la primera hora del lunes una reunión urgente en el palacio presidencial.

Entre los llamados a asistir estaban el ministro de Asuntos Exteriores brasileño Luiz Alberto Figueiredo y el embajador de Estados Unidos en el país amazónico, Thomas Shannon.

En el caso mexicano, la Secretaria de Relaciones Exteriores emitió un comunicado por la tarde en el que mostraba mesura y decía: “Sin prejuzgar sobre la veracidad de la información presentada en dichos medios de comunicación, el Gobierno de México rechaza y condena categóricamente cualquier labor de espionaje sobre ciudadanos mexicanos en violación del Derecho Internacional”.

La cancillería mexicana catalogó estas prácticas como “contrarias a la Carta de las Naciones Unidas y a la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia”.

Ambos países han solicitado la respuesta del gobierno norteamericano para que esclarezca la que, de confirmarse, sería una bochornosa intromisión.

¿Cómo sucedió?

En julio pasado, los diarios The Washington Post y The Guardian revelaron los programas de espionaje de la NSA a los ciudadanos norteamericanos.

De acuerdo a las filtraciones, la agencia monitoreó y recopiló los registros telefónicos y la actividad en Internet de cientos de millones de usuarios en pos de prevenir un atentado terrorista como el sucedido en el maratón de Boston.

Sin embargo, en esta ocasión el espionaje norteamericano traspasó fronteras e intervino en las comunicaciones de otros gobiernos, lo cual representa una grave violación al derecho internacional y a la soberanía de los países.

“Está claro (…) que el espionaje ya se hizo porque (en los documentos) no se está hablando de algo que (Estados Unidos) estuviera planeando. 

“Están celebrando el éxito del espionaje”, dijo Glenn Greenwald en entrevista con la reportera Bridi Sonia de Fantástico el pasado domingo.

El gobierno de Estados Unidos habría intervenido la comunicación entre Dilma Rousseff y sus principales colaboradores.

De acuerdo a la presentación expuesta por Greenwald en televisión, “el programa permite encontrar, cuando sea, a la ‘aguja en el pajar’”.

Funciona de la siguiente manera: se monitorea los números telefónicos, el correo electrónico y la identificación IP de un objetivo en específico. 

Lo mismo se aplica para los interlocutores seleccionados de cada caso. Lo que ellos llaman “salto” es la comunicación entre el objetivo y sus asesores. 

Un “salto y medio” es cuando los consejeros se hablan entre ellos. “Dos saltos” cuando ellos hablan con terceras personas.

A Enrique Peña Nieto lo intervinieron cuando todavía era candidato a la presidencia de México, antes de julio de 2012.

Para espiarlo, el servicio de seguridad internacional de la NSA para América Latina llamado S2C usó dos programas.

Uno denominado “Mainway”, que fungió como recolector de una gran cantidad de datos que fluían a través de los servidores.

El otro, conocido como “Association”, interceptó mensajes de texto de teléfonos celulares e información que circuló en redes sociales.

¿Cómo era útil esta enorme masa de metadatos? Antes de ser analizada, pasaba por un filtro conocido como “Dishfire”, en el cual se podían hacer búsquedas de palabras específicas.

El documento se refirió a los programas como capacitados para ser “replicados”, lo que indica que ya fueron operados.

Espionaje interfiere con soberanía 

“ Esta revelación (de Glenn Greenwald) es sumamente delicada porque cualquier tipo de espionaje está fuera de la ley”, comentó en entrevista para Reporte Indigo la senadora Marcela Guerra, actual presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores de América del Norte de la Cámara alta mexicana.

A pesar de que el caso, consideró la legisladora, “no deja de ser una especulación” –a falta de la respuesta del gobierno de Estados Unidos al respecto– el hecho no puede pasarse por alto ya que la filtración viene directamente del informático Edward Snowden, cuyo trabajo en la inteligencia norteamericana le permitió adquirir documentos clasificados como secretos.

“Este tema sí amerita que la Cancillería (mexicana) intervenga (…) No es la primera vez que se especula que nuestro país vecino recurre a esas prácticas en aras de la seguridad interior o nacional.

“Creemos que ellos (el gobierno de EU) están en todo el derecho de tener sus propias reglas pero, en este caso, están interfiriendo en la soberanía nacional”, agregó.

“Yo soy de las que piensa que todo se debe manejar en una caja de cristal”, dijo Guerra en alusión a que los temas de seguridad deben de tratarse con transparencia, y más cuando se involucra a otros países.

Marcela Guerra consideró que a México le hace falta mayor énfasis en lo que a la seguridad informática se refiere ya que hay muchos delitos cibernéticos que no están legislados.

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