El domingo pasado, en las elecciones que registraron la participación más alta en los últimos 15 años, Venezuela eligió al presidente que los gobernará durante los próximos cuatro años y, de acuerdo con el Consejo Nacional Electoral, es Nicolás Maduro, el representante del chavismo que, de terminar su mandato habrá logrado que esa corriente política cumpla casi 30 años en el poder.
Venezuela vive una crisis política y económica desde hace varios años, esta vorágine social ha obligado a muchos venezolanos a migrar, para quienes los ingresos no alcanzan para vivir.
Las dos Venezuelas
“La desgracia de Venezuela es ser muy rica, con mucho petróleo, con mucho oro”, asegura Anabel Ortega, politicóloga e internacionalista, con una maestría en política internacional por la Universidad de Westminster.
Históricamente, Venezuela es tierra fértil para los conflictos de intereses, tanto nacionales como extranjeros, por las grandes reservas de petróleo y de oro con las que cuenta, lo que hacen de ella un país siempre en la mira, no sólo de otros países, sino también de grandes trasnacionales y por supuesto, de grupos de interés dentro de su misma sociedad.
Venezuela enfrenta un proceso de polarización que se ha ido a agravando con los años, en parte, empujados por la crisis económica y política que ha sido el común en los últimos años de la gestión de Nicolás Maduro.
“Hay dos Venezuelas, aquellos que tienen empleo, o conocidos en el gobierno, los que tienen posibilidades económicas y de desarrollo, y aquellos que no tienen nada, los que tienen que emigrar, entonces dependen de dónde te toque, entonces es difícil de entender, porque sí son dos países”, asegura la experta.
La realidad es que la crisis económica ha provocado la salida de miles de venezolanos, agravando una crisis humanitaria en la región. De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), cerca de siete millones de venezolanos abandonaron su país durante el régimen de Maduro.
“Es muy desalentador para la gente, genera muchísima disonancia con sus vecinos latinoamericanos, esto te habla de una sociedad totalmente en descomposición, pero, por otro lado, la economía de Venezuela no ha estado tan mal a pesar de las sanciones, ha resistido, pero como está polarizada la población, los que están del otro lado lo usan a favor, es decir, la base dura del gobierno de Maduro”, aclara.
Las sanciones que han precipitado una oleada migratoria en la región y los intereses de EU
Sí, una buena parte de la población venezolana sufre problemas económicos, padece inseguridad alimentaria y enfrenta problemas de criminalidad en la región en la que vive, pero los expertos coinciden en que la crisis actual económica, y principal factor por el que se ha incrementado la salida de la población fue detonado por las 930 medidas coercitivas (sanciones) que han impulsado el gobierno de Estados Unidos y sus aliados, no necesariamente como consecuencia directa de las políticas de Nicolás Maduro.
Para Aníbal García, doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, comprender la etiología de la crisis actual es necesaria para poder comprender la complejidad del conflicto venezolano.
“Venezuela, desde el 2008-2009 en adelante y mucho más fuerte a partir del 2014, vive una situación de bloqueo económico con 930 medidas coercitivas unilaterales impulsadas por Estados Unidos, principalmente, y países europeos”, aclara.
Las sanciones repercuten en que Venezuela deba allegarse suministros e insumos a precios más altos, pues no puede comprar a precio del mercado, sino que debe encontrar a un proveedor por fuera de las leyes extraterritoriales de Estados Unidos y eso incrementa los costos.
Además de las sanciones, el precio del petróleo impacta a la economía, que obtiene entre 80 y 90% de sus divisas a través de la venta de hidrocarburos.
Anabel Ortega considera que estas sanciones también han sido utilizadas por el régimen de Maduro como un ejemplo para afianzarse. “Son ejemplos de que pueden ser autosuficientes en varios sectores, pese a las sanciones, pero como la sociedad está tan polarizada, unos lo ven tan mal, otros lo ven clarísimo”.
Para el doctor Aníbal García, no se pueden obviar los intentos de Estados Unidos para cambiar el régimen político de Venezuela, lo que ha llevado a acciones injerencistas no directas, como el financiamiento de organizaciones internacionales o grupos humanitarios que inciden dentro de la realidad venezolana.
“Una pretensión por parte de las principales potencias, principalmente Estados Unidos, de cambiar el régimen político de Venezuela para conseguir el petróleo, para conseguir el oro que, además Venezuela (…) tiene este tipo de minerales, tienen este tipo de recursos que son estratégicos en la actualidad”.
Claudia Serrano, doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, el problema migratorio va de la mano con las sanciones, sí, pero también con las acciones del gobierno de Estados Unidos para favorecer a los grupos que sean más afines a sus intereses.
“La desestabilización que se llevó a cabo sobre todo en el periodo en el que se decide que se iba a reconocer el gobierno de Juan Guaidó (2019), este personaje también de la oposición, en el que también, pues se llevó a cabo ahí una operación, supuestamente de carácter humanitario, en la que intentaron derrocar al gobierno de Nicolás Maduro”, dice la experta.
Estados Unidos ha empleado estrategias y tácticas diplomáticas, humanitarias y militares para hostigar al gobierno, afirma.
Serrano reconoce que hay políticas nacionales que no se han implementado bien por el gobierno de Maduro, lo que abona a la crisis económica y política, tanto interna como externa, de Venezuela. Políticas como la represión de manifestaciones que han terminando en arrestos arbitrarios han sido cuestionados por sus connacionales.
Críticas al proceso interno: denuncias de una oposición acosada
Si bien, la crisis económica que enfrenta Maduro no se debe exclusivamente a su gestión, sino que también responde a presiones externas, sí podemos hablar sobre sus acciones contra la oposición, que él asegura, es financiada por agentes extranjeros, principalmente estadounidenses, y que alimenta la crisis política interna.
Estas acciones contra la oposición son la semilla para la crítica de la equidad en el proceso electoral venezolano y también para las acusaciones de fraude electoral. Para comprenderlas hay que visualizar a la figura más fuerte de la oposición de los últimos años: María Corina Machado.
La candidata más eficaz para contender contra Maduro, la mejor posicionada y con mayor respaldo entre las fuerzas opositoras, que en el caso venezolano se conforma de varias corrientes.
Luego de su apoyo a Guaidó y a las sanciones que ha recibido Venezuela, el gobierno de Maduro le pasó la factura a Machado, que fue inhabilitada por 15 años para ocupar cargos públicos. Por lo tanto, no pudo registrarse como candidata para el proceso electoral, por ello terminó haciendo campaña de la mano de su delfín, Edmundo González Urrutia.
Para comenzar, Machado no puede viajar en avión, por lo que debió recorrer el país en auto para hacer campaña, a menudo encontrando carreteras cerradas por obras, en mal estado y en otras regiones, inexistentes. Se le llegó a ver cruzando ríos en lancha. La realidad es que las condiciones en las que se dio la campaña no fueron equitativas.
A los problemas de la campaña opositora se suman las denuncias de la población ya en el día de los comicios, algunas sobre casillas presentando demoras para abrir, que derivaron en que muchos decidieran irse. Además de la presencia de grupos chavistas rodeando las urnas, lo que generó entre los opositores una sensación de amenaza, que, acusaron, también servía de táctica para desincentivar el voto.
A ello, se suma una intento de hackeo denunciado por el Consejo Nacional Electoral venezolano horas después del cierre de casillas.
Los Acuerdos de Barbados y las críticas por la falta de transparencia
En 2023, tras la mediación de muchos países, incluido México, la oposición y el gobierno de Maduro establecieron los lineamientos para que se llevara a cabo este proceso electoral. Ambos, en un comunicado conjunto, establecieron que estaban de acuerdo en jugar con esas reglas.
Para los expertos, este proceso fue un buen indicador de la posible apertura del gobierno de Maduro para una mayor diversidad democrática que es necesaria para el país, sin embargo, no son sino un primer paso.
Se ha cuestionado entonces que ahora la oposición decida que no va a reconocer los resultados, cuando se habían comprometido, mientras expresa acusaciones de fraude. Mientras que el gobierno chavista sigue enfrentando un reclamo de falta de transparencia y de allí la exigencia de que se presentan las actas de la votación.
¿Se puede hacer fraude con las máquinas de votación venezolanas?
“Los resultados electorales son certeros”, afirma Aníbal García, que indica que el software, que es proveído por una empresa estadounidense, no se puede engañar.
Las máquinas funcionan mostrando a los candidatos, una vez que se elige, la máquina imprime una boleta, que se deposita en una urna, y al final de los comicios imprime los resultados por casilla, las llamadas actas.
Esas mismas se envían, de manera encriptada, a Caracas, donde se hace el recuento final. Ésa es la razón por la que la oposición y los gobiernos internacionales han pedido al régimen chavista que presente las actas.
Machado incluso ha asegurado que en las copias que ellos tienen, es decir, de las que se imprimieron en las casillas, Edmundo González tendría el 73% de los votos y no el 44% que se le otorgó de manera oficial.
¿Debe Venezuela mostrar las actas?
En términos de abonar a la trasparencia y evitar un mayor conflicto interno, sí. Pero eso representaría a Maduro aceptar el injerencismo de los gobiernos extranjeros y organismos internacionales, lo cual lo hace poco probable.
El reclamo de transparentar al gobierno es una de las principales críticas de la oposición para exigir un cambio de régimen.
La doctora Serrano considera que “si queremos abonar a un nivel de transparencia” el CNE debería presentar las actas, con los detalles de los resultados por cada distrito, ya que, de lo contrario, la negativa podría desembocar en otro escenario como el de Juan Guidó.
Ese sentido, los actores internacionales podría reconocer como presidente a González, abonando a que nuevamente haya una desestabilización interna, que puede ir de la mano de violencia civil.
Alejandro Martínez Serrano, maestro de tiempo completo en la Universidad La Salle México y docente en la UNAM, cree que el problema de la exigencia internacional de ver las actas toma dos caminos, uno sería el de poner en duda la elección del pueblo venezolano y con ello sus instituciones.
Y el otro, el más grave, es el intervencionismo de los organismos internacionales que piden que se entreguen las actas para realizar conteos propios. “Desafortunadamente, el proceso político en Venezuela, a partir de la llegada del Senado de Hugo Chávez hace 25 años, pues ha tenido siempre un contraste con la política de Estados Unidos hacia América Latina, lo que ha llevado incluso a presionar al gobierno venezolano”, explica.
Y es que mientras existe el reclamo para que Venezuela reciba misiones de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), a Estados Unidos sólo se le ha solicitado en una ocasión de las 91 misiones que la Organización ha desplegado en la región entre 1997 y 2017.
Para Martínez Serrano, lo mejor es esperar por ahora. “Este fenómeno estaría cuestionando las instituciones electorales venezolanas y todos, en un momento determinado, como parte de una comunidad internacional, tendríamos que respetar en ese aspecto”, indica.
Maduro y Machado tienen temperamentos explosivos
Tanto el presidente venezolano, como la líder opositora, suelen tener reacciones temperamentales, ya lo vimos con Maduro expulsando a los diplomáticos de los gobiernos que le han criticado, como a Machado acusando de fraude desde los primeros momentos del conteo.
No es que los temores de ambos sean infundados, pero abonan a la crisis civil que, desgraciadamente, ya ha cobrado la vida de una decena de personas en los enfrentamientos entre la Policía Bolivariana.
Por un lado, el régimen chavista teme una injerencia extranjera, comandada por Estados Unidos, que ponga en jaque su gobierno, como ocurrió con Guaidó, mientras que la falta de transparencia abona a los temores de Machado sobre la comisión de un fraude, es decir, que Caracas no esté respetando los resultados que enviaron las máquinas de votación.
De aumentar ambos su discurso ese tono, los conflictos podría acrecentarse en los próximos días.