Hispanos contra hispanos
Lupe Moreno ha vivido rodeada de inmigrantes mexicanos en su natal California. Su padre, uno de ellos, acogía en su casa a los que llegaban al país ilegalmente y su exmarido, también mexicano, vivió sin papeles durante años.
Moreno, sin embargo, lucha por reforzar la vigilancia de la frontera con México, frenar la inmigración ilegal y descarrilar la reforma migratoria.
“Estos son extranjeros ilegales, extranjeros que quebrantaron la ley, y ¿sólo porque hacen mucho ruido con sus campañas tenemos que escucharles?”, dice la mujer, de 55 años y quien vive en Santa Ana.
Indigo Staff
Lupe Moreno ha vivido rodeada de inmigrantes mexicanos en su natal California. Su padre, uno de ellos, acogía en su casa a los que llegaban al país ilegalmente y su exmarido, también mexicano, vivió sin papeles durante años.
Moreno, sin embargo, lucha por reforzar la vigilancia de la frontera con México, frenar la inmigración ilegal y descarrilar la reforma migratoria.
“Estos son extranjeros ilegales, extranjeros que quebrantaron la ley, y ¿sólo porque hacen mucho ruido con sus campañas tenemos que escucharles?”, dice la mujer, de 55 años y quien vive en Santa Ana.
Moreno forma parte de un sector poco visible de hispanos que se opone a la reforma a las leyes de inmigración recien aprobada en el Senado pero pendiente de debatirse y votarse en el Congreso, donde con una mayoría de republicanos se espera encuentre obstáculos. Al igual que Ted Cruz, el senador republicano hispano de Texas, para Moreno el plan supone una amnistía para millones de personas que violaron las leyes al venir a Estados Unidos ilegalmente y no soluciona el problema de la inmigración ilegal.
Aunque la mayoría de los hispanos no piensan igual, algunos estadounidenses de origen latinoamericano expresan su oposición a la reforma con llamadas, visitas a legisladores, ruedas de prensa y protestas en varios puntos del país.
En mayo, varios de estos grupos participaron en una jornada nacional de conferencias de prensa, uniendo esfuerzos bajo una coalición llamada “Remember 1986”, en referencia al año de la última reforma de este tipo. Al mes siguiente, al menos dos hispanas hablaron ante las cámaras en Washington en contra de la inmigración ilegal. Lo hicieron rodeadas de senadores como Jeff Sessions (republicano de Alabama), durante una rueda de prensa organizada por el grupo Tea Party Patriots.
El ser hispano, aseguran, no significa defender de forma automática los derechos de inmigrantes indocumentados.
Joanna Marzullo, una estadounidense de origen nicaragüense que vive en Nueva York y es presidenta del grupo New Yorkers for Immigration Control and Enforcement dijo que “Hay muchos estadounidenses de descendencia hispana que quieren que se impongan las leyes de inmigración existentes y que las fronteras queden aseguradas de forma efectiva”.
Organizados
El grupo de Marzullo, conocido como NYICE, dice en su portal de internet que hace “lo que el gobierno no hará” respecto a la inmigración ilegal.
En California, Moreno es parte del grupo Latino Americans for Immigration Reform.
Los grupos no son numerosos y se habla poco de ellos en los medios de comunicación, aunque sus dirigentes aseguran que tienen cientos de miembros, hispanos y no hispanos.
Expresan un alto sentimiento patriótico hacia Estados Unidos y aseguran que no deben nada a hispanos que violan las leyes y que luego se benefician de servicios públicos como la educación o el sistema de salud, lo cual refleja desinformación y prejuicios.
Próximos a los republicanos
Algunos hispanos pertenecientes a estos grupos están a favor de posiciones como las de los congresistas republicanos Steve King (representante de Iowa), Sessions o Chuck Grassley (senador de Iowa), quienes promueven leyes que restrinjan la inmigración ilegal.
La Cámara de Representantes aprobó en junio una medida propuesta por King para paralizar el financiamiento del plan de suspensión de deportaciones de jóvenes que impuso Barack Obama el año pasado.
Cruz, de origen cubano, es una de las voces más críticas de la reforma a las leyes de inmigración y fue uno de los pocos en su partido que votó en contra de debatir la reforma en el Senado.
“El señor Cruz es más el tipo de estadounidense latino con el que me identifico”, dijo Moreno, quien trabaja en un programa del gobierno de ayuda para niños discapacitados.
La hispana asegura que a pesar de haber crecido rodeada de inmigrantes sin papeles y de haberse casado con uno, siempre supo que la inmigración ilegal “era algo que estaba mal”.
Asegura que se casó cuando era demasiado joven e ignorante y que al cabo de siete años de matrimonio logró que su marido mexicano obtuviera un estatus migratorio legal.
El matrimonio duró 26 años, asegura, y las peleas empezaron debido a sus distintos puntos de vista sobre la inmigración .
“Ahora, nuestra organización llama a las legislaturas todos los días y les envía faxes. Vamos a protestas. Hacemos lo que podemos”, dijo Moreno. “El proyecto de reforma es terrible, pero tengo esperanzas de que nunca sea aprobado”.
Pozzolo, un uruguayo de Kentucky, opina lo mismo. Asegura que la reforma no ofrece soluciones para detener la inmigración ilegal y recompensa a personas que quebrantaron la ley. Hace poco entregó 12 mil cartas de ciudadanos de Kentucky hablando en contra de la reforma al senador republicano de ese estado, Rand Paul.
“Cruzar una frontera, saltar una valla no te hace inmigrante”, afirma Pozzolo, que vive en la ciudad de Lexington y trabaja en el sector automovilístico. “La ciudadanía (estadounidense) es un privilegio que se gana respetando las leyes de un país”.
Pozzolo, de 41 años, llegó a Estados Unidos en el 2004 con un visado y en la actualidad es ciudadano estadounidense.
Marzullo, dice que estudió en el Hunter College, en Manhattan, rodeada de estudiantes sin papeles. “Como ciudadana estadounidense, no debería estar forzada a competir con estudiantes ilegales”, asegura. Para Marzullo, de 39 años, el plan de reforma no asegura el cierre de las fronteras para evitar la llegada de más inmigrantes sin papeles. La reforma de 1986 supuso el mismo problema, indica.
Estos grupos locales colaboran a veces con organizaciones más grandes como el Center for Immigration Studies, NumbersUSA o la Federation for American Immigration Reform, que abogan por leyes más restrictivas que frenen la inmigración ilegal y que son señalados a veces como los principales responsables de que no prosperase la reforma migratoria en el Congreso en el 2007.
Roberto de la Garza, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Columbia y experto en inmigración, dijo que hay hispanos en contra de la inmigración ilegal que no están en contra de los inmigrantes, sino del hecho de quebrantar la ley.
“También está la gente que se vuelve tan conservadora a medida que accede a la sociedad estadounidense que se convierte en anti-extranjera. Y eso ocurre tanto con latinos como no latinos”, opinó. “Se trata de un americanismo exagerado que se manifiesta en la oposición a los indocumentados”. (AP)