Hartazgo y represión en Irak sin tregua
Las manifestaciones en Irak no se detienen porque los ciudadanos no confían en las promesas de su clase política. En respuesta, las fuerzas de seguridad y la policía antidisturbios reprimen de forma violenta las protestas
Mariana RecamierLas protestas no cesan en las calles de Irak. Las manifestaciones comenzaron hace un mes y se reanudaron con fuerza el 25 de octubre tras dos semanas de pausa impuesta por la represión policial.
El primer ministro iraquí Adel Abdul Mahdi incluso ofreció su renuncia a cambio de lograr un acuerdo con los manifestantes, pero las protestas continúan y la represión violenta provoca muertes.
Las iraquíes protestan porque están cansados por la corrupción de su clase política que no cambia desde la caída de Sadam Husein en 2003.
Irak es una de las naciones más corruptas en el mundo. Se encuentra en el lugar 168 de 180 países analizados en el Índice de Percepción de la Corrupción 2018, un ranking realizado por la organización Transparencia Internacional.
Las personas que salen a las calles de las principales ciudades también reclaman empleo, servicios básicos y una nueva Constitución.
Las peticiones se suman al hecho de que el 2.5 por ciento de la población en Irak vive en situación de pobreza y 41 por ciento del total de quienes residen en las provincias controladas por el Estado Islámico, de acuerdo con los datos del Ministerio de Planificación local.
Estas cifras contrastan con el hecho de que esta nación de Medio Oriente es el segundo mayor productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Aunque el gobierno intenta lograr acuerdos, los manifestantes continuaron con sus actos políticos el domingo y lograron cerrar el tráfico de las principales arterias del centro de Bagdad, la capital del país, tras prorrogarse una huelga decretada en las escuelas, de acuerdo con información del periódico español El Mundo.
Los estudiantes universitarios bloquearon los accesos a las principales calles de la capital iraquí con sus automóviles.
La huelga nacional, lanzada la semana pasada por el sindicato de profesores, también permaneció en vigor el domingo, la primera jornada de la semana laboral en Irak. Al paro se sumaron las asociaciones de ingenieros, abogados y médicos.
Por los bloqueos, las oficinas gubernamentales tampoco lograron abrir sus puertas y el ministerio de Comercio reconoció este domingo que el cierre de las carreteras impide la descarga de productos básicos.
Represión violenta en Irak
Además, las fuerzas de seguridad y la policía antidisturbios iraquíes reprimieron de forma violenta las manifestaciones, pero estas acciones gubernamentales provocaron que las acciones en las calles fueran más numerosas.
La represión violenta provocó la muerte de 250 personas desde el 1 de octubre, cuando comenzaron las protestas, de acuerdo con los datos oficiales del gobierno iraquí.
Organizaciones en defensa de derechos humanos como Amnistía Internacional denunciaron que los agentes lanzan botes de gases lacrimógenos contra las personas como si se trataran de granadas, lo que provoca “horribles heridas e incluso la muerte después de que se incrusta en el cráneo”.
La organización internacional también identificó el uso de munición real para dispersar protestas como la que surgió la noche del pasado martes en la ciudad de Kerbala, en la que murieron al menos 14 personas.
Las fuerzas de seguridad iraquíes también utilizaron munición real este lunes para reprimir las protestas en Bagdad, donde murieron cinco manifestantes, de acuerdo con información de agencias.
Un fotógrafo de Reuters dijo haber observado cómo un hombre recibía una bala cuando los policías disparon contra los manifestantes cerca del puente de Ahrar, uno de los 13 que conectan las dos orillas del Tigris en Bagdad. Además, vio otros cuatro cadáveres.
En el mismo sentido, la agencia France Presse publicó testimonios de personas que afirman que las fuerzas de seguridad dispararon balas reales contra los manifestantes que avanzaban hacia la sede de la televisión estatal, que se encuentra cerca del puente Ahnar.
Fuentes médicas y de seguridad informaron que las víctimas eran cuatro personas muertas y 34 heridos, pero sólo confirmaron un muerto por heridas de bala; otros dos, dicen, fallecieron alcanzados por pelotas de goma y cartuchos de gas lacrimógeno, y no compartieron datos sobre la muerte del cuarto.
Estas personas que fallecieron el lunes se suman a las 157 que murieron en todo el país durante la primera semana de octubre, 149 de ellos civiles.
El informe oficial al respecto concluyó que el 70 por ciento de las muertes habían sido causadas por heridas de bala en la cabeza o el pecho, y responsabilizó a los cuerpos de seguridad de un excesivo uso de la fuerza.
También se usó munición real en Kerbala, donde cuatro manifestantes murieron tras enfrentarse a los policías que protegían el Consulado de Irán en esa ciudad.
Según la Alta Comisión de Derechos Humanos de Irak, la multitud pretendía entrar en el Consulado y bajar la bandera de Irán que ondea sobre el edificio. Según fuentes policiales, intentaba incendiar el edificio.
Los manifestantes rechazan la influencia del gobierno de Irán sobre la clase política iraquí y el financiamiento que otorga a las milicias.
Sin salida
Ante las demandas de los manifestantes, el primer ministro iraquí Adel Abdul Mahdi anunció desde el 6 de octubre un plan de reformas, que incluye subsidios de vivienda para los pobres y préstamos para los desempleados, no obstante, las protestas continuaron.
Como una medida desesperada, el primer ministro ofreció el martes pasado presentar su dimisión si las principales y rivales fuerzas del Parlamento acuerdan un relevo para evitar un hueco en el poder.
“El primer ministro ha expresado su voluntad de enviar su renuncia, reclamando a los bloques políticos que alcancen una alternativa aceptable”, dijo el presidente iraquí Barham Salih.
El presidente añadió que no puede haber una elección para seleccionar a un nuevo primer ministro hasta que no se expida una nueva ley electoral, la cual se espera sea presentada esta semana en el Parlamento.
Ante la continuidad de las protestas el fin de semana, el primer ministro pidió el domingo el cese de la la movilización popular porque asegura que tiene graves costes económicos y ya se han atendido gran parte de las reclamaciones.
Sin embargo, los manifestantes no quieren dejar las calles porque no confían en las elecciones anticipadas, el reemplazo de un un político por otro ni en la revisión de las pensiones.