El nuevo primer ministro de Haití, Alix Didier, tiene menos de año y medio para estabilizar un país con profundas crisis institucionales. Foto: Especial

Haití: Una crisis humanitaria, política y de seguridad

Los problemas del país caribeño se acentúan con la emergencia de seguridad y un gobierno interino sin tiempo para actuar y sin apoyo internacional de las instituciones más importantes

La situación en Haití empeora con mayores enfrentamientos en la capital y disputas al interior de un gobierno provisional, y lo que encrudece la situación es que las propuestas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para establecer una fuerza de paz se desvanecen.

Haití ha fracasado en proveer la más básica seguridad a sus ciudadanos, en un país de 11 millones de personas donde el éxodo se ha convertido en la cotidianidad, principalmente por razones de violencia.

Tan solo desde que comenzó el año, cuatro mil 500 asesinatos han sido registrados en la isla, con lo que se demuestra que los refuerzos de seguridad encabezados por tropas kenianas no son suficientes para alcanzar un mínimo de estabilidad en el país caribeño.

Mientras las fuerzas de seguridad en la isla batallan por el control del país, la coordinación de las bandas criminales en un grupo conocido como Viv Ansanm ha facilitado a las pandillas extender su territorio sobre al menos 80 por ciento de Puerto Príncipe, con lo que la violencia toma una escalada mayor que ha obligado a cerrar temporalmente el aeropuerto de la capital o que habitantes de zonas residenciales monten autodefensas.

La crisis social en Puerto Príncipe ha llevado a organizaciones internacionales a flaquear en su compromiso con Haití. Ejemplo de ello es que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) retirará a su personal de la capital y las reubicará en oficinas temporales alrededor del país; además, reducirá su presencia en la isla con la evacuación de alrededor de 200 personas con ayuda del gobierno panameño y policía internacional.

Por meses, aunque líderes haitianos han intentado que la Misión Multinacional de Apoyo en Seguridad, desplegada en junio, se convierta en una Misión de Mantenimiento de Paz, el último esfuerzo en el Consejo de Seguridad por transformar la naturaleza del apoyo fracasó tras la oposición de China y Rusia.

El representante chino argumentó que las Misiones de Mantenimiento de Paz solo deben ser usadas cuando existen condiciones de tranquilidad suficientes y no como un fuerza de combate contra las bandas criminales que plagan el país.

Seis meses después de haber sido desplegada la Misión Multinacional, sus resultados se han visto obstruidos por la falta de apoyo internacional. De los tres mil 100 efectivos que patrullarían las calles en ayuda de la policía haitiana, solo 400 se encuentran desplegados en el país, la mayoría provenientes de Kenia y con el apoyo de una docena de oficiales de países caribeños.

Si bien se espera que 600 refuerzos arriben pronto al país, la Misión se financia con contribuciones voluntarias por lo que apenas cuenta con 85 millones de dólares de los 600 que costaría el despliegue de una fuerza de dos mil 500 efectivos por un año.

Pugnas al interior del gobierno haitiano

Aunque los líderes haitianos se han acercado a instituciones internacionales para asegurar el apoyo a su nación, los conflictos internos del Consejo Presidencial de Transición que gobierna el país hasta 2026 han manchado su reputación internacional y la disposición de otros países para cooperar con una administración de lealtades divididas y legitimidad cuestionada.

El Consejo Presidencial de Transición, compuesto por representantes de todas las fuerzas políticas del país, tiene el mandato de lograr la estabilidad necesaria para organizar las votaciones por el próximo presidente de Haití, un hecho no visto en casi una década; sin embargo, escándalos de corrupción y peleas internas por imponer un gobierno obstaculizan su labor.

La crisis social en Puerto Príncipe ha llevado a organizaciones internacionales a flaquear en su compromiso con Haití. Foto: Especial

La falta de elecciones democráticas para establecer un liderazgo fue uno de los argumentos usados por la representación rusa en su voto en contra de la Misión de paz, aunado a que el despido del primer ministro Garry Conille atrajo críticas por parte de Francia, que ha aportado cuatro millones de dólares a la Misión de Seguridad.

La lucha dentro del Consejo Presidencial de transición se refleja en el perfil del más reciente primer ministro. Mientras que Garry Conile, un diplomático con trayectoria en Naciones Unidas y quien ya había ocupado el cargo en 2011, contaba con el apoyo de la comunidad internacional el nuevo gobernante, Alix Didier está respaldado por el sector empresarial haitiano y una de sus primeras acciones al ocupar el cargo fue la vigilancia carretera.

Desplazamiento, hambre y violencia en Haití

El gobierno de Alix Didier tiene menos de año y medio para estabilizar un país con profundas crisis institucionales que impactan todas las áreas de la cotidianidad. Sin embargo, en la última semana, la violencia ha provocado el mayor desplazamiento forzado de personas desde el inicio de la crisis. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, 41 mil personas han abandonado Puerto Príncipe en los últimos 10 días, en total, 700 mil personas han sido desplazadas internamente y viven en campamentos de refugiados a lo largo del país.

El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas considera a Haití dentro de su lista de más alto riesgo debido a los niveles de hambre que enfrenta la ciudadanía y proyecta que en los próximos meses 18 por ciento de la población enfrente condiciones catastróficas de hambre.

Sin embargo, una de las emergencias con mayores consecuencias para el futuro de Haití fue reportada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) este lunes cuando reveló que, según sus estimaciones, las pandillas han aumentado su reclutamiento entre las infancias, por lo que ahora el 50 por ciento de los sus miembros son niños y niñas.

De acuerdo con UNICEF, la inestabilidad política y la pobreza, que en Haití afecta al 90 por ciento de la población, son los factores detonantes que incitan a los niños y niñas a unirse a las bandas criminales, donde finalmente son coaccionados, abusados y explotados en beneficio de los dirigentes de las pandillas.

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