Por las situaciones de violencia en Ucrania e Israel, donde se vive una invasión y una guerra contra un grupo terrorista, respectivamente, parece que la comunidad internacional olvidó a Haití.
Si bien las crisis de violencia en Europa y Medio Oriente requieren de un respaldo global, también lo necesita el país del Caribe por una nueva ola de inseguridad que se desató el fin de semana pasado.
En Puerto Príncipe, son actualmente los grupos criminales los que tienen el poder después de que se organizaron para atacar a las fuerzas del orden y a las instituciones estatales para luego liberar a miles de reclusos de dos prisiones.
🇭🇹#Haiti Las pandillas controlan el 80% de #PuertoPríncipe en este nuevo recrudecimiento de la violencia y exigen que el primer ministro Ariel Henry, quien llegó al cargo tras el magnicidio de Jovenel Moïse en 2021 y nunca se ha presentado a elecciones populares. pic.twitter.com/nYizDdGKAB
— Reporte Global (@RadioReporte) March 7, 2024
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), alrededor del 80 por ciento de la capital haitiana está ahora controlada por bandas armadas, las cuales intentaron derrocar al gobierno del primer ministro Ariel Henry cuando intentó regresar a su país de origen.
El primer ministro se encontraba en Kenia para firmar un contrato que permita enviar a fuerzas armadas de ese país a Haití para intentar controlar la violencia. Henry no logró aterrizar en Puerto Príncipe por la presencia de los grupos criminales en el aeropuerto, lo que lo llevó a viajar a Puerto Rico.
Aunque el gobierno de Henry aprobó un estado de emergencia e impuso un toque de queda con el propósito de proteger a la población, Naciones Unidas registró que alrededor de 5.5 millones de haitianos necesitan ayuda humanitaria.
A pesar de que el Programa Mundial de Alimentos (OMA) y sus socios han entregado más de cinco mil 500 comidas calientes a unos tres mil haitianos, la agitación en la capital ha orillado a que unas 15 mil personas huyan de su país en busca de mejores oportunidades.
La migración haitiana fue convirtiéndose en un hecho cada vez más común desde 2021, cuando el presidente Jovenel Moïse fue asesinado en su residencia de Puerto Príncipe. Ese antecedente alteró la situación social, política y económica del país hasta el punto en el que hoy en día el país sigue sin un jefe de Estado oficial. Ariel Henry llegó a liderar la nación por la urgencia de que la población tuviera a un representante a nivel global, además de que no recibió aprobación parlamentaria en su momento.
Sin interés internacional
Aún con la situación de violencia, inseguridad y pobreza que vive hoy en día Haití, la comunidad internacional sigue sin respaldar humanitaria ni financieramente a su pueblo.
De acuerdo con la ONU, para junio de 2023 la organización no había recibido ni el 15 por ciento de los 246 millones de dólares que solicitó a la comunidad internacional para ayudar a Haití; sin embargo, otras naciones sí han obtenido esa ayuda de manera directa por parte de potencias como Estados Unidos.
De los paquetes de ayuda económica que el gobierno de Joe Biden solicitó recientemente al Congreso, todos fueron enfocados a Israel y Ucrania, mientras que la oposición le exigió atención a la seguridad fronteriza.
Al igual que Estados Unidos, los países miembros de la Unión Europea son de las naciones que más respaldo le ha dado al pueblo ucraniano a nivel mundial. Francia, por ejemplo, mientras que sugirió la entrada de fuerzas armadas a Ucrania para defender a su gente, a Haití, el Estado con el que comparte historia y cultura, le hizo caso omiso.
En entrevista, el doctor Fernando Neira Orjuela, investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), declara que el descuido de la comunidad internacional a Haití se debe a que el país del Caribe no tiene ningún tipo de riqueza.
“No tienen petróleo ni minerales de gran valor. Al no poseer materias primas que sean de interés para las potencias, a estas no les interesa este tipo de países. Lo vemos con Venezuela que, si bien tiene afectaciones de pobreza y sanciones económicas, posee uno de los yacimientos más grandes de petróleo en el mundo”, afirma el doctor.
En opinión del latinoamericanista, lo que pasa con Haití debería ser una preocupación a nivel mundial, sobre todo de aquellos que valoran a los pueblos americanos; “pero lamentablemente no lo es”.
Neira Orjuela reconoce que hay dos aspectos que deberían preocuparle a la comunidad internacional para poner más atención al pueblo haitiano. El primero de ellos es la crisis humanitaria, la violencia, y la afectación a las mujeres, niños y personas mayores; y el segundo, el fenómeno de la migración.
“Tan solo esos dos temas bastarían para que hubiese un actuar diferente por parte de Estados Unidos, la Unión Europea, y especialmente Latinoamérica (…) Uno esperaría que América Latina sea el más proclive a apoyar a Haití porque también hemos vivido la pobreza. Creo que nos debería preocupar lo que vive este país como lo hacemos con Palestina o Ucrania”, puntualiza el investigador.
‘La renuncia no resuelve la crisis’
Al estar gran parte de la capital de Haití en poder de las pandillas, una de sus últimas peticiones fue la renuncia del primer ministro Ariel Henry; una solicitud que no ayudaría al pueblo haitiano.
Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, quien lidera la pandilla G9 en Puerto Príncipe, declaró ayer que si el primer ministro no dimite y si la comunidad internacional sigue apoyándolo, comenzarán una guerra civil que acabará en genocidio.
Aunque el primer ministro no emitió ninguna declaración inmediata a la postura de “Barbecue”, no se prevé que lo haga mientras aún se encuentra en el extranjero.
Al respecto, el doctor Adalberto Santana, analista internacional de la UNAM y especialista en América Latina y el Caribe, opina que si bien la situación en Haití es “desastrosa” y hay pocas alternativas que pueden solucionarlo, una de ellas no es la renuncia del ministro.
“La renuncia no resuelve la crisis de la violencia organizada. Podrá haber un cambio de ministro, pero eso tampoco va a resolver la situación porque hablamos de una dificultad social y económica de todo el Estado haitiano”, indica.
Para el doctor, el solo hecho de que Haití no cuente con un presidente desde el asesinato de Jovenel Moïse habla de una debilidad estructural y social del país, lo que también ha generado migración hacia el exterior.
Henry gobierna al pueblo haitiano como primer ministro desde julio de 2021. Su cargo lo autorizó el presidente Moïse, quien también lo responsabilizó como asesor científico del país para responder a la pandemia por COVID-19.
Si bien Henry garantizó hace tres años que impulsaría nuevas elecciones presidenciales en cuanto el panorama social del país lo permitiera, hasta ahora no ha cumplido con esa promesa, lo que se ha convertido en una crítica hacia su mandato.
A mediados de 2022, miles de haitianos salieron a manifestarse contra el gobierno de Henry no solo por el aumento de la pobreza, la hambruna y la violencia desatada por la presencia de pandillas, sino por el alza del precio del combustible derivado de la eliminación de los subsidios que dispuso el primer ministro.
Medios locales informan que el hecho de que el político de 74 años se aferre al poder solo provoca una espiral de violencia.
El pasado 7 de febrero es cuando se debía elegir a un nuevo mandatario de manera democrática desde la muerte de Moïse, pero la fecha pasó desapercibida por el gobierno.
Atención migrante
Con un primer ministro en el extranjero y con las pandillas creando nuevos escenarios de violencia, algunos haitianos estarán optando por abandonar su país para buscar mejores oportunidades en el extranjero.
El pasado 5 de marzo, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) registró que la nueva violencia y agitación en Puerto Príncipe llevó a unas 15 mil personas a huir de sus hogares.
La doctora Camelia Tigau, especialista en migración e investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, declara que si bien la tasa de migración en Haití estuvo bajando de 2.8 personas en 2022 a 2.7 el año pasado, ese número podría volver a subir nuevamente por la situación actual.
De acuerdo con la especialista, al ser el país del Caribe uno de los Estados que junta más crisis: como la ambiental, la climática, de violencia, de pobreza, de hambruna y de educación, la migración haitiana está presente en diversas partes del mundo.
“Los países en donde más se encuentra la diáspora haitiana son Estados Unidos, con más de un millón; República Dominicana, con 800 mil; después sigue Chile, Canadá, Brasil, Bahamas, Francia y en octavo lugar México, con 70 mil”, detalla.
Desde su perspectiva, entre las primeras acciones que deben tomar en cuenta los países que reciben migrantes haitianos es implementar iniciativas regionales de seguridad, incluso mediante mecanismos de ayuda dentro de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la ONU.
Otra de las acciones que se deben considerar, de acuerdo con la doctora Tigau, es permitir una mayor distribución de migrantes en varios países a través de acuerdos en la región americana para distribuir a los haitianos de forma realista y por la vía legal, y explorar la vía económica.
“Recordemos que ofrecer independencia económica a los migrantes es lo más básico para su integración y pueden siempre contribuir al bienestar, suyo y de los países de llegada (…) La mayoría (de los haitianos) sí quieren trabajar y pueden hacerlo por ser jóvenes, es decir, en edad laboral”, puntualiza la investigadora.
Por último, la doctora recomienda no negar el flujo, pues hacerlo solamente agravaría la situación y provocaría más crisis.