Gonzalo Carrión Maradiaga vive como exiliado en Costa Rica desde 2018. Foto: Especial

Gonzalo Carrión Maradiaga, exiliado de Nicaragua que lucha ante el régimen Ortega-Murillo

Desde Costa Rica, el defensor de derechos humanos comparte junto a colegas del Colectivo Nicaragua Nunca Más las violaciones que vive el pueblo nicaragüense

Gonzalo Carrión Maradiaga, defensor de derechos humanos desde hace más de 30 años, vive exiliado en Costa Rica, desde donde lucha por el respeto y la justicia de su natal Nicaragua.

Fue en diciembre de 2018, año en el que el pueblo nicaragüense vivió una crisis sociopolítica con protestas en contra de la dictadura, que Carrión Maradiaga llegó a San José junto a un grupo de sus connacionales y colegas, con quienes un mes más tarde creó el Colectivo Nicaragua Nunca Más, donde exponen informes anuales e investigaciones periódicas sobre las violaciones de derechos humanos en su país.

En abril de este año, por ejemplo, el Colectivo y tres organizaciones más expusieron la continuidad de las violaciones en cuanto a la libertad de expresión y de religión en el país, entre otras faltas a los derechos del pueblo nicaragüense.

En un informe del Cuarto Ciclo del Examen Periódico de Nicaragua durante el periodo 47° de la sesión del Consejo de Derechos Humanos, las organizaciones revelaron que desde noviembre de 2018 al 11 de marzo de 2024, se cancelaron 3 mil 682 organizaciones bajo el régimen de Daniel Ortega; 91 de ellas disueltas “voluntariamente” según el gobierno, pero en un contexto de hostigamiento y supresión de garantías judiciales. También, expusieron que tan solo durante 2020 se registraron alrededor de mil 600 agresiones contra periodistas y medios independientes.

La violación contra los religiosos en Nicaragua

Sobre la represión a la religión, en el Boletín titulado “Libertad de religión en Nicaragua. Persecución a Laicos”, el Colectivo contabilizó que hasta julio de este año se limitó la capacidad de operar de al menos 419 organizaciones asociadas a la iglesia católica y grupos evangélicos con la cancelación de personerías jurídicas. Asimismo, dejó ver que hasta mediados de este 2024, mientras que 21 pastores evangélicos permanecen en el exilio, más de 200 personas religiosas se desplazaron por el hostigamiento y las detenciones dentro de su círculo.

“Cuando creamos el colectivo, comenzamos a documentar las historias que dan cuenta del dolor que provoca el estado de terror en el país, testimonios de víctimas tanto en Nicaragua como las que se han visto obligadas a salir. Tenemos programas de acompañamiento a víctimas, programa en educación de derechos humanos y relacionado a incidencias.

“El colectivo ha contribuido a que, a través de su voz, no se doble la página y no se diga: ‘eso hasta ahí llegó’ y normalizar la vida como si no pasara nada”, asegura en entrevista Carrión Maradiaga desde San José.

Vivir bajo el gobierno Ortega-Murillo

Actualmente, quienes integran el Colectivo Nicaragua Nunca Más están acompañados de su familia núcleo, más el resto de sus seres queridos siguen bajo el régimen orteguista que, admite Carrión Maradiaga, ha liquidado toda forma de organización, espacio libre y de expresión.

“Hay un ambiente de terror, de imponer silencio por las armas. La gente nos hace denuncias, pero bajo confidencialidad, de quedarse en el anonimato porque resulta que no pueden denunciar abiertamente que un ser querido ha quedado privado de la libertad o está desaparecido. No puede salir a decirlo o usar su red social, no puede llamar a una conferencia porque nadie va a llegar, ya no quedan medios independientes en el país que puedan hacer una cobertura sin temor a ser privados de la libertad”, asegura el también fundador del Colectivo.

Gonzalo compara su país natal con México en materia de libertad de expresión, y admite que mientras que en nuestro territorio los familiares de los desaparecidos de Ayotzinapa llegan a reclamarle al presidente, en Nicaragua no se permite nada de eso.

“Esa es una demostración de que vivimos en una tiranía familiar al estilo del somocismo. Nicaragua vive en un régimen tiránico y elimina toda forma de presión con un estado de terror o cárcel. Ellos mismos lo dijeron: ‘los enemigos a la cárcel, al exilio o al cementerio’”.

El despojo de nacionalidad por ‘traición a la patria’

En febrero del año pasado, el gobierno orteguista despojó de su nacionalidad a 317 personas, incluyendo 22 expertos políticos a quienes el régimen desterró a Estados Unidos.

El magistrado Ernesto Rodríguez Mejía, presidente del Tribunal de Apelaciones de Managua (TAM), declaró en su momento que la revocación de la ciudadanía se emitió por cometer el delito de “traición a la patria”, lo que implica cargos de “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional” y “propagación de noticias falsas”.

Entre las personas que fueron despojadas de su nacionalidad se encontraba Gonzalo Carrión Maradiaga, quien se enteró de esa noticia desde San José, donde escuchaba la conferencia de prensa del magistrado que leía el listado de las personas que dejarían de ser parte de la población nicaragüense, al menos ante las leyes orteguistas.

Además de despojarlo de su nacionalidad, a la familia de Gonzalo le confiscaron la casa de su esposa e hijas.

“Ahora en septiembre se cumple un año que ocuparon nuestra casa, la que compramos y que costó de nuestros esfuerzos del trabajo de mi esposa y su servidor. Confiscaron también mi derecho a ser pensionado como persona de la tercera edad (…) Tratan a toda persona, en este caso a mí como defensor de derechos humanos, como un enemigo y en las guerras al enemigo se le elimina”, admite Carrión Maradiaga.

Desde su perspectiva, Daniel Ortega y Rosario Murillo tratan así a la mayoría de la gente porque no los quiere, lo que los convierte en los más impopulares, en un régimen “ilegítimo” y “una dictadura que tira a matar”.

Ante lo que se podría hacer para que Nicaragua regrese a la libertad, el especialista en defensa de derechos humanos asegura que se requieren dos cosas: el impulso de la propia sociedad y el respaldo de la comunidad internacional, la cual, admite, a veces hace caso omiso, como el gobierno actual de México.

“Recuerdo cuando era joven que el sistema interamericano le dijo no a (Anastasio) Somoza, y con mucho respeto México también le dijo no a Somoza, y ahora no dice nada por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, no dice nada para no molestar a esa dictadura; más bien tiene una relación de amistad y yo como nicaragüense no acepto que países de la comunidad internacional, incluyendo a México con Andés Manuel López Obrador hable de una política de respeto a la soberanía”.

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