Por años, la relación de Rusia con la mayoría de los países de Occidente no se ha caracterizado por ser una de las más armoniosas y ejemplares, sino con más diferencias que acuerdos.
En las últimas semanas, por ejemplo, durante la reunión del G7 en Liverpool, Inglaterra, los Estados miembro concluyeron que Rusia debería reducir su tensión militar en la frontera con Ucrania, pues de lo contrario “tendría consecuencias masivas y un costo severo en respuesta”.
“Reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, así como el derecho de cualquier Estado soberano a determinar su propio futuro”, aseguraron en un comunicado conjunto.
La postura de los miembros del G7 se dio a conocer luego de que se expusieran las presuntas intenciones de Rusia para invadir el territorio ucraniano después de que se detectó la presencia de una gran cantidad de fuerzas armadas rusas en su frontera con Ucrania.
Ante esto, incluso el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dejado en claro que si Rusia se mueve sobre el suelo de Ucrania, las consecuencias económicas serían “devastadoras” y las tropas estadounidenses actuarían ante cualquiera de sus ataques desde los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Y aunque hasta ahora el gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin, no ha confirmado una posible invasión a su vecino del sur, sí le ha asegurado a líderes políticos, como el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, que las autoridades ucranianas son las que han estado agraviando su seguridad al utilizar a su favor armas pesadas y drones de ataque.
De acuerdo con Moscú, con la supuesta posesión de armas, Ucrania está violando los Acuerdos de Minsk que ya tenían concretados, bajo los cuales, entre otros puntos, ambas partes se habían comprometido a aplicar alto al fuego.
Aunque la Casa Blanca ha informado que Karen Donfried, subsecretaria de Estado, se ha reunido tanto con representantes ucranianos en Kiev como con rusos en Moscú para hacerles ver las represalias que generaría una invasión y así intentar lidiar con el conflicto, eso es poco probable de llevarse a cabo.
Eduardo Palacios Cabrera, miembro del Centro de Estudios post-soviéticos con sede en Moscú, opina que el conflicto local entre Rusia y Ucrania no va a terminar sino en mucho tiempo a pesar de las represalias que los socios del gobierno ucraniano podrían implementar, a menos, tal vez, de que Crimea vuelva a ser parte del territorio ucraniano.
“Desde que Rusia anexó Crimea (a su territorio), lo cual para la comunidad internacional fue una arbitrariedad, Occidente, especialmente Estados Unidos, ha estado completamente divorciado de Rusia exigiendo la devolución de esta zona, pero no va a suceder. Mientras eso no ocurra, el conflicto de Occidente con Ucrania y Rusia va a continuar”, dice.
De acuerdo con especialistas, la relación entre Ucrania y Rusia podría mejorar si el gobierno ucraniano de ideología occidental cambia por un pro ruso
Por otro lado, añade que de no darse la devolución de Crimea a Ucrania, otra de las vías que podría frenar el conflicto e impulsar diálogos políticos con Moscú, sería si el gobierno ucraniano da un giro y cambia de representante.
En los últimos años, Ucrania ha sido liderado por presidentes que están a favor de políticas como las que representa Estados Unidos y la Unión Europea, descartando en ese sentido una relación estrecha con Rusia, por lo que si cambia de jefe de Estado por alguien más pro ruso, los conflictos con Moscú y su mandatario podrían disminuir.
Sin embargo, hasta ahora no se ha dado a conocer ningún político relevante con perfil pro ruso que pueda suceder al actual presidente, Volodímir Zelenski.
Invasión de Rusia a Ucrania, un paso lejano
En los últimos meses, además del respeto a los derechos humanos como la libertad de expresión, la invasión a Ucrania ha sido el tema por el que más se le ha cuestionado a Rusia, aun cuando el gobierno de este país no ha demostrado los argumentos suficientes para hacerlo.
En entrevista, el también maestro en Estudios de Rusia y la Unión Soviética, Eduardo Palacios Cabrera, comparte al respecto que en realidad no le convendría al gobierno de Vladimir Putin poseer Ucrania por distintas razones, entre ellas la cercanía que tendría con los Estados de la OTAN.
En caso de invadir Ucrania, Rusia estaría compartiendo frontera con Polonia y Rumania, por ejemplo, que han sido miembros de la organización desde 1999 y 2004, respectivamente.
“Por ahora no hay un pretexto válido de parte de Rusia para hacerlo, y en ese sentido sus aliados dudo que lo respalden, incluso China, porque eso sería una ruptura a los derechos internacionales, una invasión predeterminada sin ninguna justificación”, apunta.