Fukushima, el reto ambiental de Japón por agua nuclear
Luego de decidir verter al mar el agua que almacena la central nuclear de Fukushima, el gobierno nipón ha recibido diferentes críticas internacionales por el daño ambiental que pudiera causar. Sin embargo, aún está a tiempo de acercarse con sus países vecinos para crear una comisión y analizar su propuesta inicial
Fernanda MuñozJapón está en medio de uno de sus retos más complicados. Luego de anunciar que verterá al mar el agua que almacena la central nuclear de Fukushima, las críticas en su contra no se han hecho esperar
Esas voces opositoras han llegado de China, Corea del Sur y Taiwán, así como de organizaciones como Greenpeace, argumentando que las acciones de Japón podrían traer altas implicaciones medioambientales. Sin embargo, fue el propio primer ministro nipón, Yoshihide Suga, quien aseguró que el agua no perjudicaría al mar, pues por años se ha implementado un sistema de procesamiento que elimina la mayoría de los materiales radioactivos que el líquido acumulado pudiera tener.
“La eliminación del agua es un problema inevitable para proceder con el desmantelamiento de la central nuclear y lograr la restructuración de Fukushima. Por esta razón, durante más de seis años, hemos examinado con expertos y explicando que la liberación del agua es lo más realista”, tuiteó el funcionario.
Gabriela Jiménez Casas, bióloga y académica del Instituto de Ecología de la UNAM, asegura al respecto que en realidad deberían hacerse y darse a conocer más estudios, pues no es tan fácil liberar agua, o algún otro material sólido radiactivo, a la naturaleza.
En ese sentido, la especialista admite que, aunque el tritio, uno de los isótopos radiactivos que podrían estar en el agua almacenada, no es tan dañino porque también se puede encontrar a niveles normales en la lluvia o en otras partes de la naturaleza, el agua de la central podría contener otros elementos radioactivos.
“Sí podemos pensar en que puede haber otros isótopos radiactivos en esa agua, como el Carbono 14, y algunos otros que se estén produciendo y que no se hayan degradado”, señala.
Ante esto, Jiménez Casas resalta que lo mejor que podría realizar Japón es dar a conocer hasta qué punto logró hacer inertes a la mayoría de los isótopos radiactivos.
“Creo que (ahora) sería muy rápido pensar en liberar esa agua, porque primero debería haber estudios que vieran el efecto que ocasiona verterla en donde se va a liberar”, dice.
Una de las consecuencias de que pudiera seguir habiendo elementos radiactivos en el agua de la central nuclear es que los animales cercanos, desde los plancton hasta los mamíferos, terminen perjudicados.
Además, en el caso de que los animales almacenen en su cuerpo los residuos y sean organismos que después la gente se va a comer, eso vuelve a poner en reconsideración seguir investigando hasta qué punto esas aguas de Fukushima están del todo limpias.
Trabajo en conjunto
En junio de 2020, un año después de que Japón mostrara sus intenciones de liberar el agua de la central nuclear, expertos de Naciones Unidas expusieron su preocupación ante tal decisión, pues el gobierno nipón actuaría sin realizar consultas significativas previas.
Al respecto, César Soto, internacionalista de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón y especialista en asuntos asiáticos, comparte que al final la decisión de Japón ocasionó voces opositoras por manejar la cuestión de manera unilateral, sin consultar a sus vecinos.
Incluso, debido a su comportamiento, Corea del Sur planteó comunicar esa acción ante el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, el cual sí tiene la jurisdicción sobre el tema, pues se encarga de las controversias relativas a la conservación de los recursos del mar y protección del medio marino.
En ese sentido, y ante las represalias que podría recibir Japón, el internacionalista sostiene que el gobierno nipón debe comunicarse a través de los medios diplomáticos con China, Corea del Sur y Taiwán, con el fin de analizar sus propósitos.
“El no hacerlo sólo va a causar un conflicto, e incluso podría terminar en el Tribunal, lo cual va a entorpecer toda la acción. Por eso deben tratar de hacer una especie de Comisión para poder avanzar”, sostiene Soto.
De ese modo, se espera que, antes de comenzar a verter el agua de la central nuclear en 2023, la administración nipona llegue a comunicarse con los gobiernos cercanos y, juntos, logren un acuerdo que no los afecte ni termine beneficiando sólo a uno.
La bióloga Gabriela Jiménez Casas comparte que, por lo pronto, Japón podría invertir en contenedores más grandes para seguir manteniendo el agua de la central; sin embargo, eso dependerá de su economía y la disposición que tenga para hacerlo.