Un David entre dos Goliats
Fidel Castro es un personaje típico de la Guerra Fría. Estuvo entre los dos bloques, y en la cúspide de las tensiones que pudieron llevar al mundo a la destrucción total por causas atómicas.
Con la perspectiva del tercer mundo, a Castro se le asocia intelectual, política e ideológicamente a la guerrilla, que en aquella época era una verdadera innovación.
Andrea Montes RenaudFidel Castro es un personaje típico de la Guerra Fría. Estuvo entre los dos bloques, y en la cúspide de las tensiones que pudieron llevar al mundo a la destrucción total por causas atómicas.
Con la perspectiva del tercer mundo, a Castro se le asocia intelectual, política e ideológicamente a la guerrilla, que en aquella época era una verdadera innovación.
En ese sentido, hay muchos elementos en los que Fidel simboliza grandes cambios ante grandes injusticias, y no solamente en Latinoamérica, sino también en Asia y en África, pues es un personaje que exporta el anhelo de la revolución.
“Una vez, Carlos Fuentes me comentó que Gabriel García Márquez nunca hubiera podido romper con Castro, porque hacerlo supondría el mismo trauma que romper con unos de sus personajes de ficción más entrañables: Aureliano Buendía. Esta era una broma, por supuesto, pero era una broma con su nivel de verdad”, comenta David Rieff.
El escritor es el único hijo de la escritora norteamericana Susan Sontag y ha trabajado con autores como Joseph Brodsky, Elias Canetti, Carlos Fuentes, Alberto Moravia, Philip Roth y Mario Vargas Llosa.
El también analista político de The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, El País, Harper’s, y otras publicaciones, comenta que la relación de Fidel Castro con grandes escritores e intelectuales representa la importancia que tuvo Cuba como punto de referencia en lo político y lo ideológico a mediados del siglo XX, pero también el modelo ilustrado de una
Latinoamérica en busca de un modelo propio
Aunque los grandes escritores del siglo XX fueron decepcionándose poco a poco de la lucha de Fidel a medida que avanzaba la censura y la opresión a la oposición, pero también la violación a los derechos humanos. La relación de Fidel Castro con grandes escritores e intelectuales fue una historia de constantes desencantos. Y sin duda, su biografía será uno de los documentos más difíciles de redactar.
Un personaje agridulce
Fidel Castro es un personaje agridulce, de claroscuros, que despierta sentimientos contradictorios; carismático, atractivo, con una admirable facilidad de palabra para pasar hasta siete horas de pie en sus discursos, nada más para asegurarse de mantener viva la flama de su ideal revolucionario. A Fidel lo mismo le lloran, que celebran su muerte.
Esta doble naturaleza es quizá las más compleja a la hora de escribir sobre Fidel Alejandro Castro Ruz, ya que, por un lado personifica los anhelos de la primera mitad del siglo XX, en términos políticos y económicos, y por el otro será recordado y repudiado por ser un tirano.
¿Cómo entender a Fidel Castro? ¿es un héroe o un villano? ¿Un revolucionario o un dictador? ¿Un libertador de los oprimidos, o un opresor autoritario?
“Es todo eso. Porque hay hombres que, como él, condensan toda una época y toda una circunstancia contradictoria. Estamos hablando de un dictador idealista, pero al final de cuentas de un dictador”, comenta David Rieff, que es miembro del New York Institute for the Humanities de la Universidad de Nueva York, así como miembro de la División de Armas de la asociación Human Rights Watch.
“La historia no absuelve a ningún personaje político”, comenta Rieff. “Cada trayectoria política termina en un fracaso… como la vida. (…) Y la revolución de Castro se quedó en la utopía junto con sus ideales. Pero en todo caso, dejó un saldo negativo en la isla”.
Y es que, si en su memorable discurso de defensa del 16 de octubre de 1953, el Comandante Fidel Castro sentó las bases de su programa revolucionario con la contundente frase “Condénenme, que la historia me absolverá”, resulta difícil saber si realmente la historia lo absolverá. Pero en todo caso, será juzgado por lo que el pueblo cubano perdió.
“Cuando hablamos de Fidel la cuestión no es resolver si era un hombre bueno o malo. Hay que entender a Fidel es su circunstancia, como personaje histórico, pero también como el líder represor que fue”, refiere Rieff.
Con la muerte del líder de la Revolución Cubana termina una Era, y termina también el último de los comunismos del siglo XX, asegura.
Castro y su legado
El gran dilema de Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX, será el de encontrar un modelo político y económico para gobernarse así misma.
En ese sentido Castro es un personaje que hay que juzgar en su circunstancia.
El Granma que partió del puerto de Veracruz jamás llegó a la isla de Cuba. Estos jóvenes idealistas y soñadores jamás lograron cuajar su sueño. Fidel tenía una perspectiva marxista y antiimperialista, pero finalmente termina inclinándose hacia uno de los dos imperialismos: el imperio soviético.
Durante el periodo en que Castro llega al poder, en Latinoamérica hay muchos mandatarios que también son un producto de un golpe de estado militar, algunos de derecha, otros de izquierda, pero al final, es la búsqueda que tiene el continente por un proyecto democrático, que finalmente llegará mucho más tarde, casi al final del siglo.
“Pero entender el legado de Castro resulta especialmente interesante si observamos las diferentes maneras en que influyó de manera global”, asegura Rieff.
En ese sentido, el periodista y analista político advierte que de no haber existido Fidel Castro, “la izquierda latinoamericana habría sido menos totalitaria y dañina en el continente”.
“Y mientras sus hermanos sigan en el poder, el proyecto ideológico y revolucionario sigue. Y en este caso, la transformación de Cuba va a depender de la perspectiva que tenga el ejercito sobre el proyecto de nación que quieran para Cuba, ahora que su líder ha muerto”, agrega.
– ¿Podríamos vislumbrar un proceso democrático a mediano plazo?
“Hay que tener cuidado de no caer en las trampas que supone hablar de una transición que es obligada por la muerte de Castro, con los deseos de transformación en el sistema.
“Por ejemplo, si observamos el caso de China, si bien se trata de una superpotencia con una economía capitalista, sigue siendo una nación comunista, porque cuando murió Mao Tse-tung, hubo una transición política, pero no hubo un cambio”, responde.
Las dos caras de una Cuba
La gran mayoría de los ciudadanos cubanos no han conocido otro régimen que el de los hermanos Castro, insiste David Rieff.
“Sin duda, Cuba va a cambiar. Pero desde luego no va a regresar al país de Batista, porque Cuba ya fue dramáticamente transformada por casi 60 años de dictadura”, refiere.
Sin embargo, existe la otra Cuba: la de Estados Unidos. Y de hecho, la diáspora cubana en Miami ha tenido un importancia tan grande, que ha impactado de manera importante en la últimas elecciones de aquel país.
En Miami se celebra la muerte de Fidel, mientras que en Cuba la isla llora. ¿Cómo podemos explicarnos estos contrastes de las dos Cubas?
“Esta fractura consiste en el hecho en que la revolución fue una guerra que obligó a muchos disidentes a marcharse del país. Castro desterró a muchos hombres y los condenó a morir lejos de su lugar de origen. Es normal que los exiliados en Miami celebren su muerte.
“Pero si ahora se celebra la muerte de Castro en Miami, no significa que es porque habrá una aceleración en el proceso de desembargo. Tampoco dice nada sobre las relaciones entre los dos países. Y dudo que la gente sea tan ingenua para pensar que la alegría de Miami es porque habrá un cambio en la isla”, refiere.
A Raúl Castro le quedan dos meses de la administración Obama, y luego entramos a la era Trump, ¿qué perspectivas para las relaciones entre ambos países?
“Nadie sabe qué va a pasar con las relaciones entre Cuba y Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump… incluido Trump.
“No creo que tenga una política clara a este respecto. Creo que lo va a decidir de un momento a otro.
Hace diez años Trump era una liberal, y ahora es un ultraconservador”, asegura el escritor.
Y es que, según Rieff, con embargo económico o sin él, una parte significativa de la población cubana ha dependido y continúa dependiendo económicamente de sus parientes en Estados Unidos.
Pues la cantidad de dinero enviada desde ahí en concepto de remesas es de alrededor de 2 mil millones de dólares anuales.
Sin embargo, sigue existiendo una gran diferencia entre los cubanos y el resto de los inmigrantes que llegan a suelo norteamericano: su condición migratoria.
Pues los cubanos se presenten sin visa ante las autoridades migratorias en cualquiera de las frontera terrestre de Estados Unidos, no son considerados inmigrantes ilegales, sino refugiados políticos.