Extrema derecha de Herbert Kickl hace historia en Austria

Por primera vez en 80 años, un partido de derecha radical ganó las elecciones del país europeo, sin embargo, la polarización política lo pone lejos de formar un gobierno 
Pablo Abundiz Pablo Abundiz Publicado el
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Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, un partido de extrema derecha ganó las elecciones generales en Austria en un contexto en el que las ideologías extremistas se hacen de su lugar en el resto del continente.

Herbert Kickl, quien previamente había servido como secretario del Interior y líder del Partido de la Libertad (FPÖ), logró el 29.2 por ciento de los votos; la porción mayoritaria del electorado. Con estos resultados, el político de 55 años desbancó al canciller Karl Nehammer, del Partido Popular Austriaco, cuya fuerza política obtuvo apenas el 26.5 por ciento de las preferencias; los socialdemócratas austriacos obtuvieron la medalla de bronce con el 21 por ciento del voto.

Con esta victoria, el FPÖ refrenda la posición que obtuvo en la votación por el Parlamento Europeo, cuando el pasado junio Kickl y sus correligionarios ganaron la mayoría de los curules correspondientes a Austria, con lo que reforzaron la posición de la extrema derecha en la Unión Europea.

El canciller Karl Nehammer, del Partido Popular Austriaco, descartó que él y su partido se unan a una coalición liderada por el Partido de la Libertad para formar un gobierno. Foto: Especial

Estos resultados históricos llegan después de que en 2019 el partido de Kickl obtuviera sus peores dividendos cuando el gobierno del que formaba parte como minoría fuera disuelto.

Pese a lo alentadores que pueden ser los resultados la derecha austriaca, gobernar Austria aún no es una garantía, pues con menos del 30 por ciento de los votos el FPÖ tendrá que formar alianzas para crear un gabinete; sin embargo, los líderes de otros partidos han declarado su negativa para participar en ello.

Las fuerzas políticas rechazan unirse al Partido de la Libertad

Andreas Babler, líder de los socialdemócratas, ha descartado la participación de su partido en un gobierno encabezado por Kickl, a quien llamó “un peligro para la democracia”. Una vez conocidos los resultados, el canciller repitió que un gobierno del FPÖ no contaría con él ni su fuerza política.

En opinión de la doctora Ana Luisa Trujillo, especialista en política europea del Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM, los resultados de esta elección y las dificultades del FPÖ para formar gobierno son reflejo de la radicalización que experimenta la política en el continente.

“La polarización de las sociedad es cada vez más evidente y vemos al electorado dividido en tres proporciones. Es verdad que el Partido de la Libertad gana con un margen que no se había visto antes, pero tampoco le permite formar gobierno. El FPÖ obtuvo casi el 30 por ciento, si vemos la proporción de los otros partidos es muy similar y eso dificulta la posibilidad de formar un gobierno”, apunta la especialista.

La doctora Trujillo señala que la percepción del Partido de la Libertad entre el votante austriaco puede significar la alianza entre el Partido Popular Austriaco y los Socialdemócratas, fuerzas más tradicionales que no son ajenas a la colaboración para formar un gobierno, en especial cuando las posturas del FPÖ son tan marcadas.

“Suavizar las posturas de la ultraderecha es difícil y suena complicado que sea una estrategia creíble porque el Partido de la Libertad tiene apoyos y resonancia en grupos muy cuestionados; entonces, un cambio para formar gobierno no generaría la suficiente confianza para liderar uno”, señala la académica.

Las características del radicalismo austriaco

En su plataforma para un potencial gobierno, Kickl atizó los miedos que la migración puede provocar en la población más reaccionaria. En “Fortaleza Austria”, como titulan su plan de gobierno, el FPÖ llama por la “remigración” de extranjeros no invitados a través de una ley de emergencia que suspendería el derecho de asilo y aseguraría las fronteras con la intención de crear una sociedad más homogénea.

Kickl también mantiene posturas euroescepticas, llamando a regresar el poder a Viena y a los ciudadanos austriacos y lejos de la influencia de burócratas en Bruselas. Esta posición es congruente con su oposición a la implementación de un domo aéreo, similar a la cúpula de hierro israelí, que pueda proteger al continente de ataques de misiles. Al mismo tiempo, llama para la anulación de las sanciones contra Rusia.

Como otros partido en ese extremo del espectro político, en su momento el FPÖ intentó moderar sus posturas para atraer a una porción de los conservadores clásicos, como aquellos representados por el canciller Karl Nehammer; pese a ello, tras conocer la negativa de otros líderes partidistas, Kickl declaró que olvidan que él llega como un embajador de millones de austriacos que votaron por él y su partido.

A pesar del apoyo con el que cuenta el FPÖ, sectores de la población lo critican. Muestra de ello fue la aparición de decenas de protestantes frente a la sede del partido en Viena con carteles que acusaban a su líder de simpatías nazis debido a acusaciones hechas en el pasado.

Mientras en territorio austriaco surgen cuestionamientos al Partido de la Libertad, al otro lado de la frontera germana sus similares ideológicos, Alternativa por Alemania (AfD), congratuló a Kickl por sus resultados electorales. Al respecto, la doctora Trujillo advierte de la inconveniencia de agrupar a todos los partidos bajo la categoría de derecha radical.

“Categorizar a la extrema derecha es complicado porque si bien todos son partidos populistas con rasgos nacionalistas, la realidad es que no todos son igual de radicales en temas de minorías y su planteamiento frente a los migrantes, que son temas con los que se asocian. Pese a ello, sí operan de manera vinculada porque hay que destacar que en la zona política europea el Parlamento Europeo, como identidad supranacional con sus propios grupos políticos, permite que diferentes partidos políticos de extrema derecha puedan tener cierto intercambio de ideas y apoyo porque el Parlamento es un espacio ideal para ello”, remata la académica.

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